El alma de la fiesta

Cualquier película que protagonice Melissa McCarthy es garantía, pero su nueva entrega, El alma de la fiesta es como una fiesta, pero de esas que termina temprano porque llegaron tus papás sin aviso.

De la mano de su esposo —el director Ben Falcone— Melissa interpreta a Deanna, una mujer madura que está lista para ver a su única hija graduarse de la universidad.  Sin preocupaciones de madre, planea un viaje a Italia con su marido, Dan —Matt Walsh—, que no le da tregua y le pide el divorcio —sorpresa, sorpresa, está enamorado de otra mujer—.

Después de quemar las pertenencias de su ahora exesposo, decide recuperar la vida que él le arrebató; terminar la universidad. Lo que parece una buena idea, se vuelve una pesadilla para Maddie —Molly  Gordon— quién tiene que compartir su vida universitaria con su madre; la clásica mamá que te manda memes de Piolín por Whatsapp y te peina con saliva el gallo del cabello.

Melissa sabe como atraparnos con su carisma y humor —mi comediante mujer favorita después de Tina Fey—, pero el guión tiene tantos tropiezos que opacan su talento. Esto hace que El alma de la fiesta se lleve el premio a la fiesta más aburrida de la universidad, sin importar que Cristina Aguilera sea la invitada de honor.

Algo que siempre se aplaude en las películas de Melissa McCarthy es cómo empodera a las mujeres plus size, pero en esta también juega con el tabú de las relaciones de una mujer adulta que sale con un chico mucho menor que ella. Melissa se ha coronado oficialmente como la MILF — Mom I’d like to fuck— que todos queremos tener en nuestra cama y en el corazón.