El espejo de los otros

Cuando sales de ver esta película tienes la sensación de haber dado un paseo por un museo de figuras de cera. O mejor aún, por una sala de autómatas llenos de polvo que hablan y hablan sin decir nada que tenga interés. Esta sensación viene propiciada por un elenco formado por viejas glorias del cine argentino que parecen embalsamadas hasta el punto de no tener ninguna expresión en la cara, hinchadas a golpe de bisturí. Todo pasa en un único escenario, un restaurante que se llama El Cenáculo, escondido en una especie de catedral gótica en ruinas que no es más que un diorama donde las figuras de cera vienen a cenar y hablar. Son cuatro historias de personajes desagradables ligadas entre sí por una quinta historia, la de los dueños del restaurante. Todas ellas perfectamente prescindibles.