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El azúcar es uno de los ingredientes básicos de los dramas en torno a la tolerancia. Un ejemplo claro es 'Una pastelería en Tokio', la película de Naomi Kawase sobre la soledad y los prejuicios que se cocinaba al ritmo de la pasta de judía roja de los dorayakis que hacía la protagonista. En 'El repostero de Berlín' también encontramos una cocina, la de Thomas, un pastelero alemán que inicia una relación con Oren, un empresario israelí. Cuando Oren muere, Thomas viaja a Israel, donde conoce a la mujer del hombre al que ama. El drama sentimental se mezcla con las normas religiosas, y las asperezas se liman en la cocina, de la mano de un repostero que debe aprender a hacer galletas kosher. Los motivos de esta película sobre la libertad y el amor son nobles, pero la masa no es tan fina como la de 'Una pastelería en Tokio'. De hecho, 'El repostero de Berlín' es un drama dulce pero con algunos grumos.