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Al inicio de Elle: abuso y seducción, el último crédito en aparecer en la oscuridad (mientras de fondo se escuchan personas teniendo sexo) nos dice que estamos a punto de ver una películas de Paul Verhoeven. ¿No, en serio? Llámalo una deliciosa redundancia. Elle podría ser el mejor filme de Verhoeveny hasta ahora, gracias a su disposición de apretar botones, explorar territorio transgresivo y tomar el placer para aventurarse a un territorio que la mayoría de los cineastas temerían pisar si quiera ligeramente. Después de todo, se trata del hombre que nos dio Bajos instintos (1992) y Showgirls (1995).
Adaptada por David Birke de la novela de Philippe Djian, Elle tiene un as bajo la manga en forma de Isabelle Huppert, quien da una actuación feroz (e impecablemente vestida) como Michele, la fundadora de una compañía de videojuegos que vive en París. ¿Y esos gemidos que escuchamos al inicio? Michele es violada en su sala por un asaltante enmascarado... como si su vida no hubiera sido lo suficientemente dura: es hija de un muy señalado asesino serial. Quizá por haber crecido con el desprecio de los medios de comunicación y el público es la razón por la que ella no responde de una forma convencional a la agresión que sufrió pero empieza a buscarlo, y comienza así una historia desafiante que seguramente inquietará y hasta molestará a algunos (no a los seguidores de Verhoeven).
Elle es al menos tres películas en una: la primera, es una comedia situacional que involucra al hijo adulto de Michele, su madre, su ex esposo y sus respectivas parejas. Una cena se torna exquisita con muchos momentos breves divertidos, en particular cuando la protagonista olvida –o intencionalmente dice olvidar– el nuevo y joven galán de su madre (Liza Minnelli). En otras secuencias, la película se maneja como un thriller sofisticado, el misterio del atacante enmascarado se transforma y cambia de forma a medida de que compartimos con Michele su intenso estado de evaluación, escaneando meticulosamente a cada hombre que aparece en pantalla para averiguar si él podría ser su agresor.
Pero es el tercer filme, un retrato psicológico muy complejo de una inusual mujer, el que podría ser el más seductor. Conforme la cinta progresa, se adentra en un territorio peligroso que podría interpretarse como una tóxica misoginia o una perturbadora provocación. El brillo auténtico de Huppert y la maestría con la que logra interpretaciones multifacéticas ayudarán a reforzar esta última perspectiva. Sin importar cómo la tomes, esta película seguramente desencadenará debates en las próximas décadas.