[title]
Como nos educaron las películas de Disney, la consagración de una relación amorosa culmina en la boda; un ritual en el que las parejas unen sus destinos ante instituciones como la iglesia y el estado. Para algunos puede ser uno de los momentos más románticos de su vida, pero para otros puede ser un dolor de cabeza.
Esta novela romántica en formato de falso documental —algo similar a la serie The Office— narra el pre, pro y postproducción de la boda de Daniel (Gustavo Egelhaaf) y María (Diana Bovio). Como es traición en México, la familia de la novia tiene que pagar por la fiesta, así que el padrastro de la prometida, Raúl (Héctor Holten) no solo solventará la boda, también se hará cargo de todo los detalles, convirtiendo todo en un tormento de lugares comunes (salón, mariachis, pastel).
Pero María siempre ha soñado con tener una boda como la de La sirenita, y al parecer su padrastro no tiene los mismos planes, así que ella y Gustavo contratan a Bobby Palace (Roberto Palazuelos siendo Roberto Palazuelos) para organizar una fiesta secreta. Todo va bien hasta que, por azares del destino, las dos fiestas se tienen que hacer el mismo día.
Hasta que la boda nos separe es un fiel retrato de México; se burla de la pretensión, las familias grandes y de las diferentes realidades del país —la familia de Daniela tiene un estatus social mucho mejor que la de Daniel—, por lo que se juega mucho entre lo fino y lo naco, que en cierto momento se convierten en la misma cosa.
La película te atrapa desde el principio, gastan sus chistes fácilmente repitiéndolos una y otra vez, un ejemplo es la participación de Adal Ramones —que se interpreta a sí mismo— comienza divertida, pero después de 30 minutos repite las mismas bromas. Y tristemente, la participación de los standuperos Nicho PeñaVera y Michelle Rodríguez está mal aprovechada.
Si estás en planes de casarte, evita esta película, seguro lo primero que harás al salir de la sala será cancelar todo. Ya que si el dinero no es impedimento, hasta te animarás a tener dos.