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Basada en una novela de Agatha Christie, 'La casa torcida' es una película extraña, sin duda imperfecta pero también llena de pequeños hallazgos.
Estamos en 1957 y un detective joven e inexperto se enfrenta a un caso de asesinato en el seno de una familia millonaria, un montón de personajes que viven juntos en una gran mansión cerca de Londres. Poco a poco, sin embargo, lo que más importará al director Gilles Paquet-Brenner ('La llave de Sarah') no será tanto la trama criminal, resuelta con rutinaria desgana, como la descripción de este grupo humano mezquino y decadente, lleno de secretos y frustraciones.
Por mucho que Max Irons se muestre blando y torpe en el papel del investigador, el resto del (lujoso) elenco funciona, y tanto la fotografía como los decorados dibujan un ambiente enfermizo, irrespirable, metáfora de una clase social en proceso de putrefacción.