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Como directora, Jodie Foster desconoce el significado de la palabra 'sutileza'. Quizá por eso esta fábula sobre la derrota y la corrupción económica está más cerca del panfleto que de la crítica. Es la historia del presentador de un programa sensacionalista sobre la bolsa que es secuestrado en su propio plató para un hombre que ha perdido todos los ahorros. De entrada, Foster expone la idea de la economía como algo que nos condiciona de forma implacable pero de la que no entendemos los mecanismos: el secuestrador sólo quiere saber qué ha pasado con su dinero, quiere comprender de dónde ha salido la crisis, quiere respuestas. La causa, sin duda, es loable. El problema, sin embargo, es que Foster acaba cayendo en la crítica de trazo grueso que tanto pretende denunciar.