Okja

El nuevo trabajo de Bong Joon-Ho existe sobre una paradoja. Es un alegato en contra de las grandes transnacionales, ésas que extinguen recursos y consumen cada centímetro del planeta, interesadas sólo en los beneficios y no en los costos a largo plazo. Al mismo tiempo, llega a las pantallas del mundo por medio de una compañía con intereses similares, aunque no idénticos: Netflix.

Okja cuenta la historia de una niña coreana y su mejor amiga: una super cerda juguetona genéticamente modificada por Mirando, una gran empresa de la industria cárnica. El animal está a su cuidado como parte de un ardid publicitario para mejorar la imagen pública de la compañía, que después de 10 años quiere convertir a la carismática puerquita en chuletas para satisfacer las demandas del mercado. Por supuesto que la pequeña hará todo a su alcance para conservar a su leal compañera.

El filme funciona en diversos niveles de lectura, pareciera una cinta de aventuras al más puro estilo de Steven Spielberg en Encuentros cercanos del tercer tipo o Las aventuras de Tintín; pero en manos de Bong los protagonistas aunque niños, sufren y experimentan pérdidas que los transforman y obligan a madurar de golpe.

La historia es filtrada desde la mirada de la menor Mija (Seo-Hyun Ahn), acosada por figuras que no entiende pero que transforman su realidad de manera radical. Desde la transnacional comandada por una estrafalaria Lucy Mirando (Tilda Swinton), un zoólogo con hambre de fama (Jake Gyllenhaal) y un grupo terrorista que lucha por los derechos de los animales —con más buenas intenciones que acciones concretas para mejorar la vida de las bestias.

Bong Joon-Ho ve de manera similar al capitalismo, como una ola que te engulle sin muchas preguntas y que resulta difícil comprender en lo cotidiano. Los triunfos o fracasos de los protagonistas son un destello de luz que se pierde entre la marea, la única forma de salir parece ser la destrucción total del sistema. Eso enlaza a Okja con el trabajo anterior del cineasta surcoreano El expreso del miedo, donde los pasajeros más pobres de un tren deciden armarse y pelear para llegar a los vagones de los millonarios, sólo para descubrir que su esfuerzo por liberarse está presupuesta y es necesaria para mantener la rueda andando. Okja coloca a su autor como una de las voces más vibrantes del cine contemporáneo, una que no teme divertirse para encontrar significado más profundo en su trabajo.