Primer ministro

Erik Van Looy es la versión belga del típico realizador europeo obsesionado con parecer hollywoodiense. Incansable y persistente, he aquí que vuelve tras 'Loft' -un thriller antes mimético y rutinario del que también hizo la versión estadounidense- con esta fábula política en la que el primer ministro del país se ve inverosímilmente obligado a asesinar a la presidenta de los Estados Unidos. La acción no para ni un minuto, pero eso no es lo peor del film, sobre todo para los amantes de este tipo de intrigas. El gran problema reside en el hecho de que 'Primer Ministro' quiere crear un ambiente mediante una planificación claustrofóbica y una luz siempre opresiva que acaban revelándose repetitivas y arbitrarias, para dejar paso a una parte final absolutamente desencajada.