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Cuando lo que tienes entre manos es el superhéroe más conocido y querido de todos los tiempos, puedes ahorrarte las presentaciones. 'Spider-man' inaugura saga propia en Marvel con un Peter Parker 'millennial' y adaptado a los nuevos tiempos: es una estrella en YouTube y comparte su día a día con las diversas etnias que pueblan Nueva York (su mejor amigo es oriental; la novia, afroamericana, y el rival escolar, paquistaní). 'Spider-man: Homecoming' toma de punto de partida 'Capitán América: Civil War', donde presentaron el adolescente Tom Holland como nuevo hombre arácnido y ofrecieron muchas pistas de hacia dónde irían los tiros. Un Peter más joven y por lo tanto inocente, torpe y, hasta cierto punto, más irreverente que los que habían encarnado Tobey Maguire y el definitivamente demasiado atractivo Andrew Garfield.
En este nuevo 'Spider-Man', Jon Watts no arriesga y repite la fórmula del éxito de las mejores películas de superhéroes: ritmo ensordecedor, gags delirantes, iconografía pop, cameos reconocibles (brillante, como siempre, Donald Glover) y algunas escenas de acción memorables (aquí hay una en el obelisco de Washington y otra en un ferry que ya valen la entrada que pagas). También apunta con acierto algunos puntos de oscuridad, pero la historia pide entrar con más profundidad en próximas entregas.
Cuanto más joven es Parker, y este lo es mucho, las escenas de incomprensión de un huérfano adolescente y sin prácticamente amigos tienen que dar más de sí. Quizás es pedir demasiado, porque los muchos méritos de la película la sitúan como una de las mejores que ha hecho Marvel Studios hasta hoy.