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El espacio que actualmente ocupa el Mercado Central fue, desde la primera expansión de la ciudad, el emplazamiento habitual de los mercados ambulantes. Construido en hierro y cristal y terminado por los arquitectos Enrique Viedma y Ángel Romaní en 1928, tiene un estilo arquitectónico modernista y en su interior podréis encontrar todo tipo de puestos y alimentos. Si os entra hambre, muchos de los negocios ofrecen zumos, vino, bocadillos para consumir allí mismo e incluso podéis sentaros en la barra del tradicional bar del mercado, que en este caso tiene un concepto renovado de la mano del chef Ricard Camarena.