La Trucha Tranqui está en acción desde hace más de 40 años y es parte de un proyecto que incluye gastronomía y hospedaje. En su restaurante vas a encontrar platos con ingredientes locales, y una casa de té, un espacio para disfrutar de infusiones y repostería artesanal. También, cuenta con alojamiento para quienes buscan pasar más tiempo en contacto con el paisaje.
Si te copa la idea de ver cómo se crían las truchas y entender por qué es un producto tan valorado, acá lo explican de primera mano. El equipo trabaja respetando el entorno y garantizando la calidad del producto. Es el plan es lindo si querés relajarte, comer rico y conocer otros rincones de Mendoza.

Enrique Pedro Bobadilla llegó a Gualtallary con la idea de transformar un terreno virgen en un proyecto donde la naturaleza primara. En 1985, adquirió una finca de 120 hectáreas en una zona donde no había más que dos hectáreas desmontadas y un arroyo de aguas cristalinas. Sin alambrados ni caminos, el desafío era grande, pero su determinación lo llevó a crear un proyecto que hoy se consolida como uno de los más grandes de Tupungato.
En aquellos años, la fruticultura en el Valle de Uco atravesaba tiempos difíciles. La sobreproducción y la falta de mercado hacían que toneladas de frutas se desperdiciaran. Bobadilla, que cultivaba peras, vio cómo el esfuerzo de los productores se perdía sin generar valor. Fue entonces cuando se hizo una pregunta clave: "Si en la agricultura se cultiva la tierra, ¿por qué no cultivar el agua?", cuenta Enrique. Con el arroyo corriendo puro y frío desde la cordillera, la respuesta parecía evidente: un criadero de truchas.

“La trucha es un pez exigente: necesita aguas frías, claras y bien oxigenadas. Las condiciones de la finca eran perfectas para criarlas, y en Mendoza solo existían un par de criaderos en funcionamiento” comenta Bobadilla, quien comenzó con unos pocos alevinos traídos de la piscicultura del Manzano Histórico y de Bariloche. Como todo emprendimiento nuevo, los inicios fueron difíciles, pero la perseverancia dio sus frutos y el criadero se consolidó.
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Con el tiempo, el proyecto evolucionó. Hace una década, Tito Moscuén se sumó al equipo y se convirtió en el alma del criadero. Su dedicación hizo posible que La Trucha Tranqui siguiera creciendo. Actualmente, el criadero produce entre cinco y seis toneladas de trucha al año, priorizando la calidad sobre la cantidad. Además, el paisaje cambió: donde antes había solo piedras, ahora crecen sauces y vegetación nativa.

Para cerrar el círculo, la familia Bobadilla decidió abrir Opuntia, una casa de té manejada por una de sus hijas, en honor a los cactus que abundan en la zona. Luego llegó el restaurante que sirve truchas frescas, criadas en el lugar. A su vez, el emprendimiento ofrece alojamiento en cabañas rodeadas del paisaje del Valle de Uco. Con una piscina, amplios espacios para caminar, andar en bicicleta y descansar, es el lugar para quienes buscan desconectar del estrés cotidiano y pasar unos días en un entorno de tranquilidad. También se puede ir por el día a pescar trucha.
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El nombre, La Trucha Tranqui, surgió de una anécdota familiar. En uno de los estanques, una trucha madre de casi cinco kilos se acostumbró tanto a la presencia humana que recibía el alimento directamente de la mano de la hija de Bobadilla. Un día, ella propuso el nombre casi en broma, y así quedó. Era una trucha muy tranquila.

Mano a mano con Tito Moscuén, uno de los mayores referentes de la piscicultura en Mendoza y el encargado de La Trucha Tranqui.
¿Desde cuándo te dedicás a la piscicultura y por qué decidiste meterte en este mundo?
De forma ininterrumpida, desde 2004 aproximadamente que me dedico a la piscicultura. Vengo de una familia en la cual algunos miembros se dedican a la piscicultura desde la década del 80. Un tío, hermano de mi madre, fue quien empezó. Mi hermano y yo somos pescadores desde siempre y le sugerimos que se metiera en esto. Así fue como mi tío compró una propiedad en el valle, primero por una cuestión recreativa, pero terminó transformándola en una piscicultura. Algo similar a La Trucha Tranqui, donde la piscicultura no era el centro del proyecto, sino la excusa para darle forma a un espacio con verde y agua. En ese momento, no existían los barrios privados. Tener espacios grandes con árboles, potreros y estanques era algo reservado para gente más pudiente. Apenas empezaban a surgir los primeros clubes de campo. Justamente, mi tío trabajaba en la creación de estos clubes, hasta que le dijimos que hiciera el suyo propio.

¿Cómo era la piscicultura en Mendoza antes?
Hasta que intervino el sector privado, dependía de un organismo oficial vinculado a recursos naturales. Existía la piscicultura del Manzano Histórico, pero su objetivo era resembrar peces en ambientes naturales.
¿Cómo afecta el entorno natural a la cría de peces?
Mendoza tiene cauces inestables. En los últimos 30 días, por ejemplo, hubo tres aluviones en el arroyo Grande. Eso significa que el arroyo cambia completamente su estructura, crece de cinco a diez veces su volumen y arrastra una gran cantidad de sedimentos. Estos eventos pueden diezmar la población de peces porque los golpea, los arrastra o los asfixia con la turbidez del agua.

En La Trucha Tranqui, ¿las truchas que se crían son las mismas que habitan en el río?
No. Existen truchas silvestres en el río, pero no son las que consumimos aquí.
¿Cuántos tipos de crianza hacés?
Separo los planteles en dos. Uno se cría de forma convencional, en estanques, con 100% de alimento balanceado. Y el otro en un desagüe, que es el drenaje de las piletas, sin limpieza. Los peces están más confortables en el desagüe, se desarrollan más que en las piletas convencionales.
¿Qué rol cumple el agua en la piscicultura?
Todo. Es el primer parámetro que se estudia antes de construir una piscicultura. Aquí el agua es ideal para truchas: fría y rica en oxígeno.
¿Cuál es la temperatura del agua aquí?
En verano nunca supera los 20 grados. En invierno puede estar a un grado.
¿Y el agua que usas en las piscinas es natural?
Sí, toda el agua proviene del arroyo. Se canaliza a los estanques donde están los peces y luego se devuelve tratada.

Desde que la trucha nace hasta el plato, ¿cuánto se demora en llegar ahí?
Eso depende de las condiciones del agua. Porque los peces son poiquilotermos. Eso significa que su temperatura corporal es la misma que la del agua. Entonces tienen un ideal. O sea, hay una temperatura que es óptima para su engorde; y hay otras temperaturas que no son, o sea, para ser concreto: entre los 15 y los 18 grados de temperatura del agua, podríamos decir que es una temperatura óptima para ser engorde de salmónidos y de truchas. A partir de eso, se necesitan nueve meses para sacar una trucha que se llama tamaño panzada, para que vaya directo al plato. Yo tardo un año y medio, o sea el doble de tiempo para que el crecimiento del animal sea más cuidado.
Dónde: La Casa de té Opuntia: abre de marzo a diciembre los sábados, domingos y feriados. El restaurante La Trucha Tranqui abre sábados, domingos y feriados. Reservas por whatsapp: +54 9 2622 46-5808.