ariana-harwicz
Ariana Harwicz
Ariana Harwicz

Ariana Harwicz: “Ver mi novela en Cannes fue un shock”

La escritora argentina radicada en Francia habla sobre la adaptación de “Mátate amor”, su relación con el idioma rioplatense y por qué no escribe para encajar.

Pilar Tapia
Publicidad

Desde hace años vive en Francia, pero su escritura sigue latiendo con acento rioplatense, cruda, directa, sin filtros. Ariana Harwicz no escribe para agradar ni para adaptarse: escribe para incomodar, para tocar lo que duele, lo que se calla. “Mátate, amor”, su primera novela, fue un golpe seco en la literatura contemporánea y ahora llegó a la pantalla grande como “Die, My Love” con producción de Martin Scorsese, que podrá verse desde 7 de noviembre en todo el mundo a través de la plataforma MUBI. Se estrenó en el Festival de Cannes y fue ovacionada. “Fue un shock”, cuenta Ariana sobre cómo sintió el hecho de ver su historia hecha película. En esta charla hablamos sobre su recorrido, de lo que significa escribir desde lejos sin volverse turista de uno mismo, y de por qué no le interesan las etiquetas como “literatura femenina”.

ariana-harwicz-jennifer-lawrence
Ariana HarwiczAriana Harwicz junto a Jennifer Lawrence, protagonista de “Die, My Love”.

“Die, My Love”, la peli basada en “Mátate, amor”, la rompió en Cannes y tuvo nombres enormes detrás: Martin Scorsese, Lynne Ramsay, Jennifer Lawrence. ¿Cómo fue para vos ver esa historia tan tuya convertida en una película que vieron miles de personas? ¿Qué te pasó al verla proyectada así, a lo grande?

Así es exactamente como lo sentí. Pasó de ser una historia absolutamente íntima, aunque con un recorrido de muchas traducciones, muchas lenguas y también adaptaciones al teatro, pero pasó de mantenerse dentro de todo como una historia íntima, no mainstream, muy todavía entre cuatro paredes, como un portarretrato intimista, como esas fotografías o esos pintores del autorretrato... a verla en la premiere del Festival de Cannes con 3.500 personas en la sala. Y sobre todo, el salto a Hollywood, ese cambio drástico, a otra lengua, al inglés. Porque si bien tiene muchas traducciones a muchas lenguas, sigue siendo el libro. Esto es un cambio de lengua y un cambio de formato del libro al cine, y además, a Hollywood. Entonces sí, fue un shock. Fue impresionante, realmente muy conmovedor, muy perturbador para mí. Fue como desdoblarme. Por un lado, era mi historia; y por otro lado, no era mi historia. Por un lado era lo que yo viví, yuxtapuesto, porque la película tiene muchísimo de la novela, y por otro lado era como una bipolaridad, porque no era yo en absoluto. Así que fue como un efecto distorsionante muy loco, la verdad. Como un trastorno bipolar.

Ver mi obra “Mátate, amor” en el Festival de Cannes fue un shock

Hace años que no vivís en Argentina, pero tus textos siguen teniendo una raíz muy de acá, muy rioplatense. ¿Qué lugar ocupa hoy el país en tu cabeza y en tu escritura? ¿Se puede escribir desde lejos sin caer en la nostalgia?

Es interesante la pregunta, porque yo no mantengo con la lengua, con el Río de la Plata, con Argentina, con Buenos Aires, con mi barrio, con el idioma, ni con las costumbres ni con nada, una relación de nostalgia, de melancolía, de distancia sentimental. Si fuese así, es cierto que podría haber un efecto de artificio en la lengua, creo yo. Intentar escribir en río platense, pero se nota que hay una distancia, se nota que es una extranjería, se nota que lo hace casi como turista. O en una de esas lenguas programáticas para ser traducidas. Pero en mi caso, realmente no es así. Tampoco es que lo organicé, lo pensé… o sea, se dio así, no está buscado. Pero naturalmente la violencia y la belleza de mis textos, son rioplatenses.  ¿En qué medida, en qué dosis son rioplatenses? Eso no me corresponde decirlo a mí. Creo que es de la exégesis de la lectura. Pero, en todo caso, creo que la clave está en que el sentimiento está muy vivo, muy vivo. Muy cerca. La tengo muy cerca del oído.

La violencia y la belleza de mis textos son rioplatenses

Tus novelas meten el dedo en lo materno, lo corporal, el deseo, lo que incomoda. ¿Te molesta que te encasillen como autora de “literatura femenina”? ¿Sentís que esa etiqueta te queda chica?

La verdad que no me incomodan esas etiquetas, esos estereotipos, esas nomenclaturas, esos pseudo géneros menores que aten a un autor, a una escritora, a una temática. No me interesa porque no pienso así la escritura, no pienso así la literatura, no escribo desde un tema o una temática de moda. Entonces, siempre trato, desde la política de autor, que saquen todo eso de la contratapa y de la solapa. Siempre trato de que eso no esté omnipresente en mi literatura. No me considero una autora feminista ni que escriba sobre determinados temas, ni que lo materno gobierne toda mi escritura. Será, en todo caso, un exceso de interpretación o una mala lectura.

En "Perder el juicio" volvés a tocar lo salvaje desde la figura de una madre que secuestra a sus hijos. ¿Qué te llevó a escribir esta historia? ¿Sentís que llevaste al extremo temas que ya venías explorando desde el principio?

Bueno, la historia de “Perder el juicio”, que va a tener adaptación cinematográfica y teatral, digo por un presagio, un destino que siempre se cumple entre la obra literaria, la teatral y el cine, como que siempre, finalmente, mis libros están en el medio de todo eso, bueno, surge de una experiencia personal, de un juicio. Creo que lo cuento en el prólogo o en el paratexto. No de secuestro de mis hijos, porque estaría perseguida por Interpol, sino de una experiencia judicial. Como un viaje. Una experiencia judicial es un descenso al infierno dantesco. Y bueno, surge de eso: de esa inmersión en el infierno judicial en tanto que extranjera en Francia. Y después, por supuesto, como es la operación de la literatura y del arte en general, eso que viví lo trastoco, lo transmuto, lo transfiguro, lo extremo… y obviamente que lo llevo a la literatura. Y siento que sí, eso que decís: cada vez más es un paso a radicalizar más, pensar una y otra vez la maternidad, el erotismo, la violencia, la extranjería, las relaciones filiales, el amor, el sexo, el miedo, la política… bueno, cada vez más. Pensarlas cada vez más y tratar de pensarlas cada vez de manera, no sé si más radical, pero mejor. O más compleja, ¿no?

Perder el juicio surge de una experiencia personal

Tenés traducciones, premios, adaptaciones, y todo eso llegó bastante rápido. ¿Cómo vivís esa consagración? ¿Cómo hacés para seguir escribiendo con libertad, sin pensar en lo que se espera de vos?

No llegó bastante rápido, porque yo escribí en 2011 “Mátate, amor” en 2012 se publicó en España, en Argentina, y hubo cinco años en los cuales no hubo ninguna traducción, salvo al hebreo, ni tampoco ninguna adaptación. Jamás gané un premio. He ganado premios a las traducciones, pero nunca he ganado un premio. Y ha sido, no digo difícil y arduo, porque el camino del arte puede ser mucho más difícil y más arduo, y sabemos todos los poetas y escritores que han muerto en el anonimato y que post-mortem su obra se ha convertido en un clásico o en un infaltable… Y luego es siempre muy compleja la relación entre el reconocimiento, el prestigio, una obra, la relación de la obra con la cultura, cómo dialoga. Pero no, no siento que haya sido rápido. En esos cinco años han tenido lectores mis novelas, pero siempre muy marginal, muy periférico, con autopublicaciones. Y luego sí, en 2018 la traducción al inglés, la long list al Booker Prize, y después sí las otras traducciones, y bueno, en el 2024-2025 la adaptación de Martin Scorsese, Lynne Ramsayy el Festival de Cannes...Pero el 90 % de mis editoriales son independientes.

ariana-harwicz-erica-rivas
Ariana HarwiczAriana Harwicz junto a Èrica Rivas, protagonista de la adaptación teatral en argentina de de “Matate, amor”.

Sigo yendo a hacer lecturas y presentaciones a librerías muy pequeñas. Sigo interviniendo en los talleres y grupos de lectura de mis textos, aunque tengan 5, 10, 20, 30 personas. Sigo publicando y dando entrevistas, y dialogando en revistas en la periferia, en la provincia, en un barrio. Quiero decir: no tengo esa sistematización de profesionalizarme y únicamente ir a los festivales mainstream de Europa o de Estados Unidos. Siento que me interesa mucho la doble circulación: mantener las obras de teatro en teatros independientes y no en la calle Corrientes; mantener traducciones lo más artesanales posibles; trabajo con las traductoras, no automatizar las traducciones; no llevar todos mis libros a las grandes editoriales únicamente… al revés. Y siento que así es muy interesante la circulación que se da de los libros, la relación con los lectores, con los libreros, con los traductores. Y respecto a que eso yo sienta que me condicione en el momento del pasaje al acto de escribir: siento que no. Que en el momento del pasaje, del acto de armar una novela, un cuento en la cabeza, lo único que hay es el universo de lo que querés escribir. Es la lengua que querés tratar de reinventar. No hay nada más.

PING PONG

¿Un libro que te partió la cabeza? Relatos de la Kolyma, de Varlam Shalamov

¿Una autora o autor que leés siempre, sin importar qué publique? Adan Kovacsics.

¿Una escena de película que no te podés sacar de encima? El incendio en El sacrificio de Andréi Tarkovski.

¿Qué extrañás de Argentina, además del caos? Que no te corrigen cuando hablás

Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad