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Vino con Chamuyo
Vino con Chamuyo

Buenos Aires sin swipe: dos formas frescas de cruzarte con gente nueva

En una era de swipes infinitos y matches fantasma, nacen experiencias que apuestan a lo real: charlas, vino, risas y encuentros cara a cara.

Pilar Tapia
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Las apps de citas nos prometieron el amor (o al menos una buena anécdota), pero la mayoría de las veces nos dejan con la sensación de haber perdido tiempo en chats que no llegan a ningún lado. En Buenos Aires, sin embargo, están apareciendo propuestas que recuperan el encanto de lo presencial: espacios diseñados para que la gente se conozca sin algoritmos, sin filtros y sin la presión de que “esto sea una cita”. Dos ejemplos que la están rompiendo: Extraños a la Carta, un ciclo de cenas íntimas y memorables, y Vino con Chamuyo, un after semanal que combina copas, juegos rompehielos y mucha buena onda.

Extraños a la Carta

La idea nació de algo muy personal. “El placer que me da a mí cocinar, invitar y agasajar. Es algo que mamé de chica y siempre me gustó reunir gente en mi casa”, cuenta Natalia Kim, creadora y host de Extraños a la Carta. Con esa base, el proyecto creció hasta convertirse en un ciclo de cenas para diez desconocidos que, entre platos curados al detalle y una mesa exquisitamente ambientada, terminan compartiendo mucho más que comida.

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Extraños a la Carta

El formato es sencillo y a la vez misterioso: los participantes saben la zona del encuentro, pero la dirección exacta se comparte recién el mismo día. Así se garantiza ese clima de sorpresa y predisposición a lo inesperado. “Todos llegan como si fuese una hoja en blanco, y en ese sentido hace que cada noche sea irrepetible. Esa mesa no se vuelve a repetir, esas personas no se vuelven a repetir. Y por eso se vuelve algo realmente único”, dice Natalia.

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Las cenas están pensadas para que la primera carta de presentación no sea el currículum. “Una de las dinámicas que planteo es presentarnos más allá del trabajo, porque realmente tenemos la costumbre de definirnos por lo que hacemos y no por lo que somos. Y lo lindo es que después todo fluye solo: los extraños se miran a los ojos, se charlan, se sirven vino unos a otros. Se sienten como en una juntada con amigos”, agrega.

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Extraños a la Carta

¿Funciona? Sí, y con anécdotas que lo prueban. Natalia recuerda una en particular: “Tras la última cena, uno de los chicos me dijo semanas después: ´Me crucé tres veces a la chica que tenía sentada frente a mí´. Y claro, seguramente ya se la había cruzado mil veces, pero ahora había un puente, una excusa para hablarse. Eso me pareció hermoso porque resume bien el espíritu del proyecto: salir de la cena siendo parte de una red nueva, más cercana, más conectada”.

Buscamos que salgan de la cena siento parte de una red nueva, más cercana y más conectada

Hoy Extraños a la Carta está en expansión, con nuevos formatos como El Banquete de Extraños, pensado para treinta comensales. Pero la esencia es siempre la misma: crear espacios íntimos de conexión auténtica, sin poses ni preconceptos. Y como aclara Natalia: “El objetivo no es conseguir pareja: la idea es llevarse un amigo, alguien buena onda para compartir una salida y ojo, si se genera, también podés conseguir un match romántico, pero no es 100% el objetivo”. Reservá tu lugar para el próximo encuentro, acá.

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Vino con Chamuyo

Vino con Chamuyo

El nombre lo dice todo: brindar, charlar y dejar que las cosas fluyan. La idea nació de un relato viral de Candelaria Zambrana: “Yo decía que para conocer gente hay que salir, hay que ir a un bar, pedir fuego, preguntar la hora. Mucha gente me respondió: ‘Pero no hay lugares para eso, es incómodo, no sabés si están en pareja o si te gustás’. Y ahí fue como dije: ‘Che, falta un lugar donde la gente pueda conocer a otras personas de forma tranquila, sin tanta incomodidad’”, recuerda Cande, cofundadora junto a su amigo y socio Mateo Martínez.

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La propuesta sucede los miércoles (reservá tu lugar acá), con el objetivo de cortar la semana y generar un plan fresco y distendido. Apenas los asistentes llegan, se encuentran con una mesa de copas de Dante Robino, ya servidas, donde pueden elegir entre Pinot Noir, Malbec o Cabernet. “La idea es que la gente se siente con desconocidos y no se quede en la mesita de siempre; queremos que haya movimiento y conexión”, explica Candelaria.

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Vino con Chamuyo

Dentro del salón, los cupidos (tres chicos del equipo con remeras de Vino con Chamuyo) reciben a los participantes, los guían y fomentan la charla. A las 21, Cande baja con un micrófono para dar una introducción sobre lo difícil que es conocer gente hoy en día y para contar cómo surgió el proyecto. Después, las mesas grupales se llenan de conversaciones, copas y risas.

Para romper el hielo, hay tarjetas con preguntas y challenges: desde temas simples como “¿Playa o montaña?” hasta otros más profundos, como “¿Cuáles son tus red flags?” o “Qué no negociás en una pareja”. Incluso se invita a sacar selfies con alguien que te guste o pedir su celular, siempre como parte del juego. Durante la noche, los asistentes disfrutan de una segunda copa de regalo y sorteos de remeras, tote bags y vinos. “El bar es hermoso, con patio incluido, así que la gente se mueve mucho entre los espacios”, cuenta Cande.

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Vino con Chamuyo

El público más común ronda entre los 25 y 35 años, gente que ya probó las apps de citas y busca un plan informal. La diversidad sorprende: llegan personas de todo el conurbano e incluso de otras provincias, que aprovechan un viaje a Buenos Aires para sumarse. Y lo que pasa en esas noches, nadie lo predice: “Una vez vino un pibe rubio, ojos celestes, parecía modelo suizo. Las chicas estaban como locas, nadie se animaba a hablarle. Hasta que una chica petisita y tranquila se acercó con las tarjetas de preguntas. A la hora estaban chapando contra la pared y todos como: ‘Wow, se lo ganó’”, recuerda Cande entre risas.

Más allá del chape express, lo que se genera es comunidad. “Hay mucha gente que viene porque sus amigos ya están todos en pareja y buscan un plan distinto. Y se terminan armando amistades, previas para el finde, o lo que pinte. Siempre decimos: acá la gente viene porque está en la misma, y eso saca un montón de presión”, explica.

Hay mucha gente que viene porque sus amigos están todos en pareja y buscan un plan distinto. Y se terminan armando amistades, previas para el finde, o lo que pinte

El futuro pinta grande: Vino con Chamuyo planea expandirse a Córdoba, Rosario, Bariloche y Mar del Plata, y también convertir sus tarjetas rompehielos en un producto propio que cualquiera pueda usar en cualquier cita. “Nuestro deseo es crecer como marca y llevar el concepto a todo el país”, concluye Cande.

El veredicto

En tiempos donde todos viven apurados, mirando el celu más que a los ojos, proyectos como Extraños a la Carta y Vino con Chamuyo prueban que todavía hay ganas de conectar sin algoritmos de por medio. No importa si terminás con un nuevo grupo de amigos, una cita inesperada o simplemente con la anécdota de haber compartido vino con desconocidos que al final no lo eran tanto.

Porque al final, Buenos Aires siempre fue así: un poco de chamuyo, un poco de banquete, y la certeza de que en la próxima mesa (o en la próxima copa), puede estar esa conexión que estabas buscando.

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