Romántica, misteriosa y profundamente apasionada, Emma Shapplin vuelve a Buenos Aires para un único concierto el 14 de noviembre en el Teatro Ópera (entradas a la venta, acá). La artista francesa —que vendió más de seis millones de álbumes en todo el mundo— llega con Venere Tour 2025, una gira que repasa lo mejor de su carrera y reafirma su lugar como una de las voces más singulares y magnéticas del crossover lírico-pop.
Shapplin no es solo una soprano: es un universo creativo en sí misma. Autora, compositora, productora, videasta, fotógrafa y pintora, se involucra en cada capa de su obra, desde la primera palabra escrita hasta la última decisión escénica. Construye mundos sonoros que combinan drama operístico, sensibilidad pop, texturas neoclásicas e incluso pulsos electrónicos. Esa mezcla la llevó a presentarse en escenarios tan imponentes como la Acrópolis de Atenas, la Opera House de Singapur, el Caesarea Arena de Belgrado, el Palacio del Kremlin en Moscú, teatros de América Latina, costas mediterráneas en Túnez y hasta un templo en Bali.
Con una discografía que abarca Carmine Meo, Etterna, Macadam Flower, Dust of a Dandy y Venere, la artista atraviesa un momento personal y profesional que define como expansivo: “Sigo avanzando y cumpliendo mis sueños. Estoy en un momento muy feliz”.
Una creadora que fluye entre lenguajes
A lo largo de la conversación, Shapplin confirma algo que sus seguidores ya intuyen: su arte se resiste a cualquier etiqueta. No responde a un género, sino a un impulso interno. “Fluyo entre los distintos estilos. A veces es neoclásico, a veces electro pop. En mis conciertos siempre hay arias de ópera que, por supuesto, tienen mi propio approach”.
"Fluyo entre los distintos estilos. A veces es neoclásico, a veces electro pop"
Su proceso creativo es tan orgánico como onírico. Muchas veces las canciones nacen de una frase que aparece, casi como un relámpago nocturno, y que se transforma en música. “Me despierto en medio de la noche y corro al piano o a la computadora. Las palabras traen la melodía”. El multilingüismo forma parte de ese flujo. Para Emma, cantar en francés, italiano, inglés, latín o español no es una decisión técnica, sino emocional. “El lenguaje es el corazón de una nación. Las palabras eligen la música”.
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La voz, el silencio y el bosque
Con el paso de los años, la artista siente que su voz se volvió más firme, más curiosa y más libre. Explora, se reinventa, juega. Pero hay algo que sostiene ese crecimiento: la calma. El silencio —ese que otros temen— es para ella un lugar fértil. “El silencio no es vacío. Es vibrante y está lleno de emociones”. Vive en una casa rodeada de bosque, y ese entorno, dice, es parte esencial de su sensibilidad artística:“Ahí todo inspira y nunca el silencio es completo en la naturaleza: siempre hay algo moviéndose, crujiendo. Soy una persona introvertida y solitaria y eso me gusta”.
El silencio no es vacío. Es vibrante y está lleno de emociones
Un regreso muy esperado a Argentina
Emma tiene un vínculo afectivo profundo con el público argentino. Algo en esta tierra —dice— la emociona y la conecta desde un lugar visceral. “Volver a Argentina lo esperé tanto… estoy muy muy contenta. Tengo fans y amigos amorosos, siempre la paso increíble”. Ese entusiasmo late en todo lo que anticipa del show: un recorrido emocional por su repertorio, nuevas versiones, arias, momentos íntimos y esa atmósfera teatral que solo ella sabe crear.
PING-PONG con Emma Shapplin
Un escenario inolvidable: Una excavación del Imperio Romano en Bulgaria, donde construyeron un escenario de vidrio sobre tumbas. Fue extraño… y hermoso.
Un lugar para descansar: Mi casa, cerca de la chimenea.
Un libro para las giras: Siempre llevo uno distinto, de autores diversos.
Un artista musical que admirás: Jaqueline Dupré, la mejor chelista que existió.
Un sabor de infancia: Endivias. Las odiaba. Ahora las amo.
Una película eterna: Laura", de Otto Preminger.
Una canción recurrente: Addio del passato” (La Traviata) o “Flowers”, de Miley Cyrus.
Un objeto infaltable en la valija: Especias como jengibre o clavo de olor.
Un postre irresistible: Baba al ron.
Una palabra que la define hoy: Feliz de ser.
