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Victoria Brond
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10 enólogos mendocinos de la nueva generación que tenés que conocer

Una nueva generación de creadores de vinos avanza con todo su impulso en bodegas con tradición e historia en la vitivinicultura argentina.

Andrea Calderón
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Crecer en Mendoza es para muchos, la posibilidad de encontrar vocaciones in situ, en el lugar donde ocurre la magia. Para las nuevas camadas de enólogos mendocinos, transformar uvas y viñedos en vinos, ha sido entonces un camino ligado a la tierra cercana y la oportunidad de desarrollar con el tiempo, carreras profesionales apasionantes.

En este panorama se destacan talentos que, por su actitud y formación, generan el nuevo mapa de la elaboración de vinos. Te compartimos el estilo de 10 enólogos mendocinos que deberías conocer.

1. Victoria Brond - Guardianes de la Naturaleza

En un mundo donde la vitivinicultura suele hablar en fórmulas clásicas, Victoria Brond eligió un camino distinto: la biodinamia. Su mirada se formó en proyectos como Alpamanta y hoy encuentra voz propia en su emprendimiento Guardianes de la Naturaleza, donde más que elaborar etiquetas, busca rescatar memorias y dar protagonismo a los invisibles de la cadena productiva.

Para Vicky, la biodinamia es una filosofía de vida: cuestionar lo establecido, trabajar en armonía con la tierra y dejar que el vino hable sin máscaras. Ese ejercicio de desaprender y crear desde lo esencial es, para ella, el verdadero aprendizaje.

Con Guardianes de la Naturaleza, Brond revaloriza variedades históricas en peligro de extinción —como el Chenin, la Bonarda o la Criolla— y rescata prácticas campesinas sostenibles, como las de la Comunidad de Baños Colorados, en el norte de Mendoza. Pero también propone un juego contemporáneo: cada botella puede llevar una etiqueta personalizada vía QR, donde el consumidor plasma historias, dedicatorias o dibujos. Así, el vino deja de ser solo bebida para transformarse en experiencia y comunidad.

Brond lo resume en una palabra: libertad. Libertad para reinterpretar lo que ya existe, dar voz a quienes no la tuvieron y dejar un legado auténtico para las próximas generaciones.

2. Daniela Pi - Celler del Pi

"Siempre viví rodeada de vinos y viñedos. Desde los 3 hasta los 10 años nuestra casa en San Juan estaba ubicada frente a Peñaflor, la bodega donde trabajaba mi papá, Daniel Pi. Me formé en la UNCuyo y trabajé en vendimias de Mendoza, Francia, Italia y Australia", resume Daniela Pi.

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Esta joven se desempeña en el proyecto familiar Celler del Pi, antes llamado Tres14. "Estamos empezando la construcción de la bodega propia en Agrelo y manejamos nuestras fincas. Pienso en el vino desde el viñedo y me entretiene manejar variedades y clones, densidades y riego para lograr un producto limpio, honesto y con una minuciosa atención a cada detalle", dice.

El vino le ha dado muchos amigos y es también para ella un puente cultural que se dibuja al momento de abrir y compartir una botella.

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3. Agustín Alcoleas - Casarena

Licenciado en enología, su interés nació gracias a su tío, Norberto Richardi, reconocido enólogo e investigador. De tanto acompañarlo a recorrer bodegas, Agustín Alcoleas quedó fascinado: "Eso despertó las ganas de involucrarme en la vitivinicultura. Cuando llegó el momento de decidir mi futuro profesional, la elección fue clara", comenta.

Comenzó en un laboratorio enológico mientras estudiaba y trabajó en bodegas como Trivento y Flechas de Los Andes, y en regiones de Francia y California. Actualmente, Alcoleas trabaja en Casarena, en Luján de Cuyo, con cuatro viñedos en la misma zona pero a diferentes altitudes, con escenarios que le permiten explorar una gran diversidad de suelos y microclimas. "Somos intérpretes del terroir de Luján de Cuyo. Como enólogo me enfoco en crear vinos que se destaquen por su equilibrio y elegancia. Me gusta explorar distintas técnicas de vinificación y crianza para resaltar las características propias de cada región y varietal", comparte.

4. Germán Di Césare - Trivento

Germán Di Césare creció rodeado de folclore y trabajo en el campo. Recibió formación agrícola en la escuela secundaria, continuó con la licenciatura en enología y obtuvo más tarde un posgrado. Además enriqueció su formación trabajando en cosechas en Estados Unidos, Italia, España y Francia.

"Mi camino comenzó en Bodega Viniterra en 1999 y en 2002 ingresé a Trivento. Soy responsable de desarrollo de las líneas Reserva y Golden Reserve y en 2017 asumí la gerencia de enología y dirección técnica de Trivento", resume. Su enfoque, afirma, se basa en la singularidad y el carácter único de cada terruño.

"Mis vinos se caracterizan por su complejidad, balance y respeto por el terroir, buscando transmitir la esencia de donde provienen", resume.

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5. Ana Paula Bartolucci - Chandon

Ana Paula Bartolucci es chef de cave en Bodegas Chandon Argentina, ubicada en Agrelo. Esta joven enóloga del departamento de San Martín es la primera mujer en asumir este cargo y la más joven en tener esta responsabilidad en la bodega líder en espumosos.

Su interés por la enología comenzó desde temprana edad, con pasantías en bodegas de Mendoza y una formación que continuó en Sudáfrica y España. A los 27 años se unió a enólogos legendarios como Onofre Arcos y luego Diego Ribbert.

"Llevo más de 7 años trabajando en Chandon, disfrutando de la fusión entre la tradición de esta empresa y su impulso por la innovación. Mi estilo se caracteriza por una meticulosa atención al detalle y por mantener la personalidad y el estilo de nuestros productos, siempre considerando al consumidor y las tendencias del mercado, que actualmente demanda productos fuera de lo convencional", sintetiza.

6. Paula Michelini - Sitio la Estocada

Con 25 años, Paula Michelini ha tenido experiencias junto a grandes viticultores como Titín Palacios o Sara Pérez, en España. También junto a su papá, Matías Michelini. "Desde 2019 trabajo con mi papá en la viña y la bodega, él es un gran ejemplo para mí y le debo mi formación", comparte.

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"Hoy tenemos una viña, bodega y restaurante en Gualtallary que trabajamos en familia, llamado Sitio La Estocada, donde elaboramos los vinos de Matías Michelini y desarrollo los míos también", sintetiza. Desde el 2020 es la creadora de productos como Enorgullecida (naranjo de criollas blancas), La Chica del Dragón (blancos y rosados) y La Chica del Caballo, junto con Marta Venica, una productora amiga de Italia. Además en 2021 empezó un proyecto con su pareja Franco Galigniana, bautizado Descendientes de Viticultores de Montaña.

"Nunca fui en busca de un estilo de vinos, siempre quise que cada uno hablara de la viña y el lugar. Para eso trabajamos con agricultura regenerativa y biodinámica. En mis vinos siempre elijo crianzas largas de dos inviernos, me gusta la complejidad y no voy en contra de la madera si está bien elegida. Prefiero hacer vinos blancos, pero me voy encariñando con los tintos", comenta.

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7. Lucas Richardi - Casa Tano

Lucas creció entre parras, máquinas familiares y debates técnicos durante largas jornadas en la bodega de su familia, hasta decidir estudiar Enología por su afinidad con la naturaleza y la química. Tras años trabajando en microvinificaciones, vendimias internacionales —incluyendo Francia e Ibiza— y asesorías, en 2011 comenzó su proyecto con Cristian Santos: Casa Tano, la bodega urbana de Godoy Cruz que respira arte, amistad y barrio. Su lema, “Vino por el Arte”, no es una frase de catálogo, sino una filosofía con levaduras indígenas, cosechas tempranas y elaboración minimalista que busca que “lo bueno se extrae solo”.

Las líneas enológicas —desde Pet-Nat a cofermentaciones experimentales como Al Compás o blancos en ánfora de barro— son reflejos de una creatividad sin concesiones, de vinos frescos, honestos y libres. La experiencia se complementa con un bistró artístico, eventos de música en vivo y ciclos como "Casa Tano en Vivo", que fusiona arte, cocina y vino en un contexto urbano único. A esta búsqueda se suma su último lanzamiento, la línea De Barro, que juega con la rusticidad, la textura y la identidad de lo artesanal, un statement de cómo el vino también puede ser pura materia y poesía líquida.

8. Andrés Vignoni - Raquis

Con su espíritu viajero (desde vendimias en Francia hasta Ibiza) y su corazón mendocino, Andrés —popularmente "El Mono"— construye una identidad vitivinícola que rompe moldes. Sexta generación familiar de hacedores del vino, fue elegido Joven Enólogo del Año por Tim Atkin en 2020 y logró 100 puntos con dos de sus etiquetas. Pero su mirada va más allá del galardón: con el proyecto Raquis, explora la tierra sin etiquetas varietales, apostando a vinos que hablan del suelo, del microclima y del factor humano que lo habita.

Raquis nació como una búsqueda de autenticidad y elegancia moderna. De la mano de Facundo Impagliazzo y Ariel Núñez Porolli, Andrés creó líneas como Cuatro Parajes, un homenaje a cuatro subregiones mendocinas, y Monasterio, cultivado a 1 500 msnm, con viñedos insertados en el entorno natural y enfocados en convertirse en reserva ecológica. Aquí los vinos son cultos al suelo y al instante presente: concentrados pero frescos, serios sin esfuerzo, y profundamente conectados al paisaje que les dio origen. Una evolución reflexiva con intenciones claras: despertar emociones, identidad y sentido de lugar en cada copa.

Además, Vignoni sorprendió al llevar su estilo vibrante al mundo del rock, elaborando los vinos de Ciro Martínez, líder de Los Piojos, en un cruce único entre música y enología.

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9. Gustavo Rearte

El enólogo Gustavo Rearte trabaja en el mundo del vino desde el año 2000, con experiencias en Nueva Zelanda y California. "Este universo es tan amplio que, a pesar de tener siglos y mucho desarrollo, todavía hay mucho por hacer", remarca.

Hace dos años desembarcó en la bodega Achaval Ferrer, en Perdriel, donde es Director de Enología y Fincas. Cuando decidió estudiar enología, dice, lo hizo aferrado a su necesidad de estar al aire libre en conexión con la tierra.

"En la bodega hemos desarrollado un portfolio de varietales y blends que demuestran no sólo el valor de nuestros viñedos sino también, cómo los potenciamos mezclándolos", asegura. En cuanto a su estilo, no lo duda: "Vinos con identidad, pasión y mucho arraigo a la cultura de nuestros inmigrantes".

10. Agustina Hanna

Agustina Hanna conduce el equipo enológico de Bodega Ruca Malen y su pasión por el vino surgió cuando tenía 9 años y conoció por primera vez una bodega durante una salida escolar.

En sus 15 años de carrera ha trabajado para bodegas de Argentina, España y Francia, explorando en técnicas, terruños y varietales enfocada, sobre todo, en la elaboración de productos de alta gama.

"Desde fines del 2020 lidero en Ruca Malen un proyecto de elaboración que me representa. Mi búsqueda pasa por elaborar vinos que se expresan a través de la frescura y pureza de la fruta, realzando aquello que me emociona de cada lugar y variedad, donde la textura y el equilibrio juegan un papel muy importante", describe.

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