Después de haber protagonizado “Yepeto” en 1999, Nicolás Cabré vuelve a encontrarse con esta obra entrañable del teatro argentino, pero esta vez desde otro lugar: el de la dirección. Con funciones en el Teatro Picadilly, la pieza de Roberto “Tito” Cossa revive en una versión íntima y contemporánea, protagonizada por Roly Serrano, Alan Madanes y Luisina Arito. “Yepeto fue un gran desafío en mi carrera como actor y hoy lo es también como director”, dice Cabré, que debuta oficialmente al frente de una puesta en escena.
En 1999 protagonizaste “Yepeto” y ahora la dirigís. ¿Cómo fue reencontrarte con esta historia desde otro lugar, con más vida y más teatro encima?
Es un desafío. Me agarra mucho más grande, entendiéndola de otra forma porque la obra, por momentos, no envejeció de una manera correcta. Los tiempos cambiaron, entonces le tuvimos que encontrar el “hoy”, un poco, para decirlo de alguna manera. Pero “Yepeto” en mi vida fue un gran desafío, una experiencia maravillosa, y hoy lo vuelve a hacer de la misma manera. Es un gran desafío, es una gran responsabilidad, es un gran aprendizaje. Me agarró de sorpresa cuando me ofrecieron hacerla. Lo pensé y va muy de la mano con lo que hice o lo que traté de hacer con mi carrera profesional. Entonces, es algo absolutamente reconocible pero totalmente nuevo.
Yepeto es un gran desafío
¿Qué buscaste destacar en esta nueva puesta en escena? ¿Qué lecturas nuevas te permitió hacer el paso del tiempo?
Busqué destacar esta historia de amor que no pasa por lo físico, sino por lo que la poesía le genera a este profesor y a esta alumna; cómo ambos utilizan la literatura para relacionarse, cómo se buscan intelectualmente. La obra requirió de esos cambios, y lo que antes pasaba, a lo mejor, físicamente, esto lo llevamos más para el lado del amor o la admiración por el otro profesional. Están contados el amor, la pasión, la locura, el empecinamiento, la dedicación, desde otra manera completamente diferente, que era la obligación que teníamos para ponerla hoy arriba de un escenario.
También te puede interesar: Qué ver en Calle Corrientes
El personaje de la joven aparece en escena, pero con una puesta que la vuelve invisible para uno de los protagonistas. ¿Cómo surgió esa decisión escénica y qué querías provocar con eso en el espectador?
Que ella aparezca en escena me parece obligatorio. La obra gira 100% en esta chica y, si bien solo la puede ver el personaje del profesor (que encarna Rolly Serrano), también aclara un poco lo equivocado o lo confundido que está el chico creyendo que están haciendo cosas que no hacen. Cecilia, cuando aparece en la imaginación de Rolly, viene un poco a aclarar lo que realmente pasa. Están ellos dos creyendo que ven algo que no ven. Entonces, que ella esté ahí nos marca, a las claras, que están yendo para lugares completamente equivocados, y mucho más cuando ella aparece y es ella. Yo no tengo duda de que la protagonista absoluta es Cecilia. Que ella aparezca y que se permita jugar un poco con esta imaginación o con lo que ellos desean de esa chica es un permiso que me puedo otorgar, poniéndola ahí presente y que no sea solo un relato de uno u otro.

Roly Serrano, Alan Madanes, Luisina Arito… ¿Qué viste en ellos para encarnar esta historia de deseos, inseguridades y contradicciones?
Que Rolly haya estado interesado en hacer una obra dirigida por mí es un gran halago, es una gran responsabilidad. En él veo una oportunidad de seguir aprendiendo en todo sentido: como actor y como director. Para mí es un orgullo poder decir que dirigí una obra que protagoniza Rolly. Aprender de él, y que me haya escuchado, significa mucho para mí.
Para mí es un orgullo poder decir que dirigí una obra que protagoniza Rolly Serrano
Alan es un actor que yo admiro, que lo he visto, sé lo que hace, y también permitirme aprender de todas sus propuestas, de sus ganas, de su predisposición. Cuando existió la posibilidad de que sea él, para mí fue una gran alegría. Y a Luisina, yo no la conocía, pero apareció, hizo el casting y apenas la vi, dije: “Es Cecilia”. Es un grupo del que, individualmente, puedo hablar horas. Pero si me tengo que poner a hablar sobre ellos tres juntos, pasando la letra, ayudándose, trabajando, conectándose… es maravilloso. A veces los veía desde esta distancia que te da ser el director y estar mirando las cosas de un costado, y verlos… ¡Es precioso! La verdad que nos mirábamos entre todos y, si hay algo de lo que estoy seguro en esta obra, es que ellos tres tenían que hacerla.

Venís de muchos años en televisión y escenarios como actor. ¿Qué te dio o te está dando la dirección que quizás no encontrabas en la actuación?
Me da un lugar en el que me siento cómodo y me divierto. Dirigir me da mucho espacio para equivocarme, para crecer. Me da nuevos desafíos, me da muchos conocimientos, me relaciono con personas que me enseñan mucho. Si bien la actuación es una carrera larguísima y uno nunca termina de aprender y de descubrir cosas, esto es muy reciente, y es algo de lo cual estoy aprendiendo. Me da mucha alegría, me da mucho para divertirme, me hace pensar de otra manera, me da felicidad. La verdad, poder dirigir hoy me da mucha felicidad. Y ver cuando algunas cosas salen y cuando no salen, ver cómo resolvés o cómo plasmás lo que imaginaste, o cómo se lo hacés llegar a los actores, es un gran desafío. Me da mucha tela para cortar y trato de disfrutarla y de tomarla con tranquilidad. Pero, básicamente, si tengo que responder rápido, es eso: me da alegría poder hacer otra cosa que me gusta.
Dirigir me da mucho espacio para equivocarme, para crecer
PING PONG
¿Una escena que no te olvidás haber actuado?
Cualquiera que haya hecho con Alfredo Alcón.
¿Una obra de teatro que te marcó como espectador?
Verlo a Alfredo arriba del escenario era una experiencia única.
¿Teatro lleno o camarín en silencio?
Las dos.
Un director o directora que te cambió la manera de actuar:
Va a sonar reiterativo, pero bueno, cuando hicimos “El gran regreso” con Alfredo. Pero todos: Emilio Alfaro, Hugo Arana… siempre te cambian la manera de actuar. Cuando uno cree o se distrae pensando que sabe todo, vienen estas personas y te cambian todo.
¿Mate amargo, dulce o café con leche en el camarín?
Mate. Mate como venga.
¿El personaje más difícil que hiciste?
Todos.
¿Un ritual antes de salir a escena?
Ninguno.
¿Una canción que te acompaña desde siempre?
Uy... ahora no sabría decir.
¿Actuar, dirigir o estar en la platea?
Las tres.
¿Una comida que te lleva directo a casa?
El asado.
Cuándo y dónde: Teatro Picadilly, Avenida Corrientes 1524. Entradas, acá.