Una vez al año, la ciudad levanta la copa para celebrar a esos bares que son parte del alma porteña. En la Noche de los Bares Notables el 16 de octubre, más de cien espacios históricos —bares, confiterías y billares que, por su antigüedad, diseño o relevancia cultural, tienen un valor propio dentro de la ciudad— abren sus puertas desde las 17 hasta la medianoche, con música, platos clásicos y ese espíritu que mezcla pasado y presente como ningún otro lugar. Charlamos con los responsables de Almacén Bar Lavalle, Café Cortázar, Hipopótamo y Miramar, que nos cuentan cómo viven la tradición, qué desafíos enfrentan y qué hace únicos a estos templos de la identidad porteña.
Almacén Bar Lavalle
Con 95 años de historia y en el mismo solar donde nació Florencio Molina Campos, Almacén Bar Lavalle volvió a la vida gracias a un grupo de amigos que decidió rescatar un pedazo de Buenos Aires. “Ser un Bar Notable es cuidar el espíritu de la ciudad”, dicen sus responsables, que se toman muy en serio esa misión: conservar la historia, brindar buen servicio y mantener vivas las costumbres que hacen de los bares porteños un punto de encuentro entre generaciones.
Ser un Bar Notable es cuidar el espíritu de la ciudad
Su “decálogo” lo deja claro: ser del barrio, cocinar con recetas propias, ofrecer platos abundantes a precios justos y estar siempre abiertos. Y vaya si lo cumplen. Desde su reapertura, recorrieron puerta por puerta para invitar a los vecinos con una mini picada y dos cervezas, logrando que el lugar volviera a ser el corazón del barrio. Hoy, entre judiciales, compositores, estudiantes y poetas (a quienes homenajean con sus nombres grabados en las sillas), el Lavalle late como en sus mejores años.

Para esta Noche de los Bares Notables, preparan una velada completa: boleros con Susan Ferrer, una banda de jazz que llegará en auto antiguo, coctelería de autor a cargo de Fede Cuco, DJ en la vereda y el lanzamiento de su charcutería propia. Todo, pensado para que el bar se viva —y se baile— desde la esquina.

Si vas por primera vez, pedite un pebete con vermut tirado. Es su emblema, y también una declaración de principios: reivindicar el pebete como el pan de Buenos Aires. Aunque, ojo, las picadas de 20 ingredientes, la tortilla vaga o el flamenquín andaluz también hacen méritos para quedarse en tu memoria.
Dónde: Lavalle 1699, San Nicolás.
Café Cortázar
En la esquina de Cabrera y Medrano, un viejo caserón de 1889 guarda una promesa cumplida: un café literario donde Julio Cortázar podría haberse sentado a escribir. Desde su apertura en 2015, el Café Cortázar es un refugio para lectores, curiosos y fanáticos del escritor, pero también para quienes buscan esa magia que solo los cafés porteños tienen.

Ser parte de los Bares Notables, dicen, es cuidar una historia que nos atraviesa a todos. En este café, la literatura se mezcla con el vermut, los tostados y las charlas de mesa larga. Hay una biblioteca con la obra completa de Cortázar (y muchos la usan como si fuera suya), citas del autor por todos lados y una atmósfera que invita a quedarse un rato más. “En un café notable vive cada uno de nosotros y nuestra historia”, resume su gerente, Martín Paesch.
En un café notable vive cada uno de nosotros y nuestra historia
Durante la Noche de los Bares Notables, este rincón porteño se llena de vida con actividades, música y platos especiales, pero el espíritu del lugar está presente todo el año: muestras, talleres, charlas y hasta torneos de backgammon que ya son tradición.

Si vas por primera vez, pedite la picada Cortázar o un desayuno “Flanel” (como uno de los gatos del escritor) y date tiempo para mirar alrededor. Entre caricaturas, frases y libros abiertos, la sensación es la misma que deja leer Rayuela: que algo cotidiano puede volverse extraordinario.
Dónde: Cabrera 3797, Palermo.
Hipopótamo Bar
En el corazón de San Telmo, el Hipopótamo volvió a rugir. Fundado en 1909 y restaurado con dedicación, este bar centenario es un pedazo vivo de la historia porteña: mármol, madera, mozos de oficio y ese murmullo inconfundible de las charlas que no se apuran. Reabierto en 2024, sigue siendo ese punto de encuentro donde conviven vecinos, turistas, artistas y parroquianos de siempre.

Para su dueño, Santiago Durán, y su gerenta, Julieta Tello, ser parte de los Bares Notables es un orgullo que implica una misión: cuidar las costumbres, los sabores y el alma del lugar. “Somos custodios de una historia que trasciende generaciones”, dicen. Y eso se nota en cada detalle, desde las milanesas que salen como antes hasta la atención que mantiene el calor humano de los bares de barrio.
Somos custodios de una historia que trasciende generaciones
En la Noche de los Bares Notables, el Hipopótamo se transforma en una fiesta de luces, música y brindis. Pero más allá de la celebración, lo que atrae es esa mezcla entre pasado y presente: tradición sin museo, historia sin solemnidad.

Quien va por primera vez debería probar una milanesa o una picada con jamones estacionados, acompañada de una sidra tirada o una cerveza de bodega. Todo servido con una sonrisa y esa sensación de que, por un rato, el tiempo se detiene en la esquina más porteña de San Telmo.
Dónde: Brasil 401, San Telmo.
Bar Miramar
Desde 1950, el Bar Miramar es un clásico donde se respira Buenos Aires en cada plato y (en cada mesa). Manteles de siempre, mozos con casaca blanca y recetas que pasaron de generación en generación hacen de este bar un verdadero refugio de la tradición porteña.
OSCAR, MOZO DEL BAR MIRAMAR, REVELÓ QUIÉN FUE SU MEJOR (Y SU PEOR) CLIENTE
Para Milagros Carro, su gerente, ser parte de los Bares Notables es un orgullo y una responsabilidad: “Custodiamos más de 70 años de historia, recetas y costumbres. Buscamos que nuestros clientes sientan la continuidad entre pasado y presente”, dice. Y esa continuidad se vive en la mezcla de vecinos, artistas y periodistas que conviven en un mismo espacio, compartiendo charlas, anécdotas y platos emblemáticos.
Buscamos que nuestros clientes sientan la continuidad entre pasado y presente
Durante la Noche de los Bares Notables, el Miramar abre sus puertas para mostrar su mística: buena comida, música en vivo y un ambiente que combina tradición y calidez. Quienes lo visitan por primera vez no pueden perderse el pulpo a la gallega, los caracoles, la tortilla de papas, el rabo de toro o la buseca, siempre acompañados de un vermut tirado.

Más que comer, el Miramar ofrece un ritual: sentarse, escuchar historias, disfrutar del bullicio del salón y sentirse parte de una postal porteña que, generación tras generación, sigue intacta.
Dónde: San Juan 1999, San Cristóbal.

La Noche de los Bares Notables no es solo una excusa para salir a tomar algo: es un paseo por la historia viva de Buenos Aires. Desde los sabores tradicionales del Almacén Bar Lavalle, pasando por la literatura y la magia del Café Cortázar, hasta la calidez y la identidad de Hipopótamo y Miramar, cada espacio tiene su propio relato y su manera de mantener viva la cultura del barrio.
Visitar estos bares es sumergirse en un Buenos Aires que resiste al tiempo, donde cada plato, cada barra y cada esquina cuentan historias que atraviesan generaciones. Música, gastronomía y encuentros se mezclan para ofrecer una experiencia que va más allá del simple paseo: es sentir la ciudad con todos los sentidos y descubrir que, en cada sorbo y cada bocado, late un pedazo de la memoria porteña.