1. Cora


Acaba de abrir sus puertas en el edificio más lindo de Buenos Aires y en el que fue el primer rascacielos de América Latina. Sí, hablamos del Kavanagh. Desde su nombre, Cora rinde homenaje a la peculiar millonaria que tuvo una visión modernista en los años treinta, encargando la construcción de la torre de 31 pisos de estilo art-deco racionalista.
Al frente del proyecto se encuentran un padre arquitecto -cómo no- que diseñó varios restaurantes icónicos de los primeros 2000 (como Central) y su hijo, el cocinero Facundo Olabarrieta. Cabe destacar que es la primera vez que el riguroso consorcio del Kavanagh da el visto bueno para la instalación de un negocio gastronómico.
El local es pequeño y muy elegante, con vinilos de jazz siempre sonando y hombres de traje tomando un espresso en la barra de travertino y banquetas de terciopelo verde. Nada de flat white y latte, acá la nomenclatura del café es la tradicional porteña, acompañan medialunas, un impecable budín de limón, al mediodía algunos sándwiches y ensaladas. El café que no sabía que necesitábamos. “Me encanta esta zona y veo un resurgir interesante de la mano de proyectos nuevos. Hay mucha movida de arte y diseño”, dice Facundo.
El dato: para la hora del aperitivo, sirven vino y cócteles porteños, como el Clarito.
Dónde: Florida 1045.