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Newbery Combate Medieval
Newbery Combate Medieval

Espadas, voguing y parkour: la ciudad que se mueve en las plazas

Animate a descubrir las actividades más originales (e insólitas) que le están poniendo flow a los espacios verdes porteños.

Pilar Passamonte
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¿Pensás que las plazas de Buenos Aires son solo para correr, tomar mate, hacer un picnic o pasear al perro? Más allá de los clásicos, estos pulmones verdes están siendo tomados por una generación que busca experiencias distintas a cielo abierto. Desde trekking urbano para entrenar como si fueras a escalar el Fitz Roy, hasta combates medievales con armaduras, las actividades originales en las plazas porteñas sorprenden por su diversidad, frescura y nivel de compromiso.

En pleno corazón de la city, estos espacios públicos vibran con propuestas que mezclan deporte, cultura alternativa, arte comunitario y hasta herencia textil. ¿Te animás a una clase de voguing entre árboles? ¿O a sumarte a un line dance country? Buenos Aires se reinventa a cada paso, y estas actividades son la prueba. Ponete ropa cómoda, abrí el GPS y salí a encontrarte con una ciudad que todavía guarda muchas sorpresas.

1. Trekking urbano

Un grupo camina en fila por senderos arbolados. Transpiran. Se empujan entre risas. No están en la Patagonia, están en Palermo, pero entrenan como si estuvieran por cruzar los Andes.

El entrenamiento de montaña en áreas urbanas se volvió tendencia y tema de conversación en redes, y no precisamente por sus paisajes. Entre memes y debates, lo cierto es que esta práctica crece entre quienes quieren ganar resistencia y constancia, sin alejarse demasiado. Todo sucede al aire libre y con una lógica de progresión pensada para quienes tienen en mente una expedición real.

La agencia de turismo aventura Argentina Extrema es una de las que organiza estas salidas en espacios como las plazas de Palermo -especialmente cerca del Lago Regatas- y la Reserva Ecológica Costanera Sur/Puerto Madero, combinando entrenamiento urbano con la preparación para travesías reales en la naturaleza.

2. Country Line Dance

¿Te imaginás bailando al ritmo del country norteamericano, pero al aire libre y rodeado de árboles? En Parque Saavedra, un grupo de fanáticos del line dance se junta a practicar esta danza típica del sur de Estados Unidos. Se trata de una coreografía grupal que se baila en línea (de ahí su nombre), con pasos sincronizados y un espíritu colectivo que contagia buena onda desde el primer acorde.

Acá no importa la edad, el nivel o si nunca bailaste: el objetivo es mover el cuerpo, pasarla bien y compartir. Las secuencias pueden ser súper simples o más complejas pero todas tienen en común cuatro características: dinamismo, ritmo, coordinación y mucha energía. Además, este tipo de baile no sólo ejercitaría el cuerpo: también estimularía la memoria, la concentración y el equilibrio. Y como si todo esto fuera poco, después del baile siempre hay tiempo para relajarse con unos mates o charlas entre los árboles.

La actividad es organizada por el Line Dance Club Argentina, creado por Ángeles Fernández Madero y Body Torres, referentes del género en el país e integrantes del grupo MAX Country Music. Si te tienta probar algo distinto, divertido y lleno de espíritu comunitario, este plan puede sorprenderte.

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3. Voguing

El sonido de un beat house suena entre los árboles. En medio de una coreografía improvisada, alguien posa como si estuviera en la tapa de una revista. Eso es el voguing: expresión, actitud, historia y libertad.

Esta cultura nació en los años 80 en los salones de ballroom en Harlem, Nueva York, en donde personas trans y queer afrodescendientes encontraron un espacio para expresarse con libertad y formar sus propias “casas” al ser rechazadas por sus familias. Con movimientos inspirados en las poses de revista, teatralidad y mucho estilo, el voguing creció como una forma de resistencia, comunidad y celebración.

En Buenos Aires, la movida también pisa fuerte. Además de fiestas y competencias, hay encuentros al aire libre, como los que se organizan en plazas como el Parque de la Estación en Almagro. Suelen ser clases abiertas (a la gorra), donde se entrenan pasos, secuencias y performance, pero más que técnica, lo importante es soltarse, divertirse y ser uno mismo.

Para conocer más sobre esta escena, podés seguir a artistas como Tian Aviardi, uno de los referentes locales del voguing en Argentina.

4. Combate medieval

Armaduras de acero, espadas de metal y mucha adrenalina. Aunque parezca sacado de una película épica, el combate medieval se practica en pleno siglo XXI y en las plazas porteñas. Este deporte mezcla técnica, entrenamiento físico, historia y recreación.

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Con reglas claras y árbitros, los combates pueden ser individuales o en equipo, y quienes lo practican lo hacen con disciplina y compromiso. El club Newbery Combate Medieval entrena en su sede y, en algunas ocasiones, también en espacios públicos como la Plaza Las Toscaneras, en Villa Real. Eso sí: solo combaten quienes tienen formación previa y no se permite que alguien sin experiencia lleve armadura.

Los entrenamientos al aire libre son parte del proceso, pero también una oportunidad para acercarse y descubrir un mundo que parece de otra época, pero está más vivo que nunca.

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5. Ajedrez callejero

Para quienes disfrutan de los planes tranquilos, el ajedrez al aire libre es una postal clásica de varias plazas porteñas. Mesas fijas, piezas de madera o plástico, relojes de mano y partidas que se juegan con una concentración y seriedad que sorprende.

No importa si sos principiante o maestro: siempre hay alguien dispuesto a jugar, enseñar o simplemente compartir una partida con mate de por medio. En lugares como Plaza Monseñor D’Andrea (Av. Córdoba y Jean Jaurès), Parque Lezama o el Parque de la Estación (Perón y Gallo), el ajedrez se vive como parte de una cultura de encuentro, diálogo y atención plena.

Hay talleres gratuitos impulsados por vecinos (como Peón Vuelve) y mesas públicas donde te podés sumar sin inscripción ni requisitos. Solo hace falta ganas de jugar.

6. Capoeira

La capoeira es mucho más que una disciplina: es una fusión de arte marcial, danza, música y expresión corporal que se practica en círculos llamados “rodas”, donde la energía se mueve al ritmo del berimbau. Cada clase combina movimientos de ataque y defensa con acrobacias y percusión en vivo, en una experiencia que estimula cuerpo, mente y oído.

En Buenos Aires, esta práctica con raíces afrobrasileñas se da tanto en clubes culturales como en plazas. Uno de los grupos más activos es el de Capoeira en Caballito, que en algunas ocasiones, organiza entrenamientos abiertos en distintos puntos de la ciudad.

Y lo mejor es que no se necesita experiencia previa: la capoeira se aprende en grupo, con respeto y espíritu colectivo. Es una práctica ideal para liberar tensiones, mejorar el equilibrio y sumarte a un plan diferente que combina música, movimiento y mucha energía.

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7. Tai Chi

En las distintas plazas de Buenos Aires, las disciplinas orientales también ganan terreno como propuestas de bienestar, entrenamiento físico y conexión con uno mismo. Una de las más visibles es el Tai Chi, que combina movimientos suaves, respiración profunda y atención plena, con el objetivo de mejorar el equilibrio, la flexibilidad y la salud integral.

En Parque Rivadavia, detrás del Monumento a Simón Bolívar, se dictan clases abiertas a todo público organizadas por Tai Chi Parque Rivadavia, un espacio que promueve esta práctica milenaria con un enfoque holístico: cuerpo, mente y espíritu en armonía. Ideal para quienes buscan calmar la mente, moverse con conciencia y conectar con el entorno sin apuro.

8. Kung Fu

El Kung Fu tradicional también dice presente en los espacios verdes porteños, con entrenamientos más dinámicos que combinan técnica, filosofía oriental y desarrollo personal. Esta disciplina trabaja fuerza, coordinación, disciplina y control mental, a través de secuencias que exigen foco y constancia.

Uno de los instructores que lleva adelante esta práctica en las plazas de Caballito es Artes Orientales Caballito, que invita a vivir el Kung Fu como una herramienta para crecer, fortalecer el cuerpo y cultivar la mente.

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9. Parkour

Cruzando la General Paz, en el Paseo de la Costa de Vicente López (esquina Laprida y Alfonsín), hay una pista pública de parkour que ya es referencia para quienes practican esta disciplina urbana. El espacio tiene nueve paredes de hasta dos metros que simulan edificaciones, además de estructuras metálicas diseñadas especialmente para trepar, saltar y desplazarse de forma segura.

El parkour es puro movimiento: una forma de trasladarse de un punto a otro de la manera más fluida y eficiente posible, usando solo el cuerpo y adaptándose al entorno. No hay clases fijas ni estructuras formales, pero sí una comunidad en constante expansión: traceurs (masculinos), traceuses (femeninos) y curiosos que se acercan a probar, observar o simplemente moverse con libertad.

Más que una pista, es un punto de encuentro donde lo físico y lo creativo se cruzan al aire libre. Un espacio vivo para entrenar, expresarse y poner el cuerpo en juego sin necesidad de competir.

10. Slackline

Si paseás por plazas grandes como Parque Saavedra, el Rosedal o los espacios verdes del Bajo Belgrano -sobre todo los días lindos de sol-, es probable que veas una cinta tensa entre dos árboles y a alguien intentando cruzarla en equilibrio. Es slackline, una práctica que nació del mundo de la escalada y hoy se volvió un ritual urbano: cuerda floja, cuerpo firme y mente concentrada.

No hay estructuras fijas ni horarios definidos. Solo un punto de encuentro espontáneo, donde se trabaja el equilibrio, la coordinación, la fuerza y, sobre todo, la presencia. Muchos lo describen como una meditación activa: cada paso sobre la cinta requiere respiración controlada, atención plena y la voluntad de volver a intentarlo después de cada caída.

No hace falta anotarse ni pagar. A veces basta con mirar y otras con animarse a pedir un turno. Porque en las plazas, el slackline también es una forma de conectar con el cuerpo, con el entorno y con quien comparte la cuerda. Y sí, también se camina por el aire.

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11. Batucadas y ensayos de murga

A veces, ni siquiera hace falta acercarse: el redoble del bombo te llama desde lejos. En plazas de Palermo (como Plaza Unidad Latinoamericana) o Parque Centenario, Parque Avellaneda y Plaza Mariano Boedo, es común cruzarse con ensayos de murgas y batucadas que transforman el aire en vibración, canto y movimiento.

Algunas veces son espontáneos; otras, parte de una organización comunitaria con décadas de historia barrial. Pero en todos los casos hay algo que se repite: el ritmo contagioso, los colores intensos y esa energía colectiva que convierte el espacio público en un escenario abierto y sin fronteras.

La murga porteña no es solo carnaval: es identidad, encuentro y resistencia. Y cuando se entrena en las plazas, se abre a quien quiera mirar, escuchar o -por qué no- sumarse con una palmas o unos pasos torpes. Porque en estos ensayos, como en la ciudad, siempre hay lugar para uno más.

Porque en cada banco, pastito o baldosa hay más que sombra o descanso. Hay movimiento, historias, cuerpos en juego y cultura viva. Basta caminar un poco para encontrarla.

Así que ya sabés: ponete ropa cómoda, dejá que el GPS descanse… y salí a descubrir todo lo que pasa cuando la ciudad se abre, respira y se pone en movimiento.

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