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Claudia Altamirano

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Luis Vega, rescatista en el terremoto de 1985

Luis Vega, rescatista en el terremoto de 1985

Lo citaron a las 6am. Luis llevaba pocos meses en la Policía Bancaria Industrial y debía cumplir la orden. A las 7:19am, la ciudad colapsó: un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter la estaba cambiando para siempre. “Se supone que siendo policías no debemos mostrar miedo, pero todos corrimos”, confiesa Luis Vega. “Me asusté, nunca había visto nada igual”. Tras el temblor que azotó a la Ciudad de México en 1985, cientos de ciudadanos tomaron en sus manos las labores de rescate, a pesar de todos los riesgos. Los testimonios coinciden en que ese 19 de septiembre, la sociedad se unió de una forma que no se había visto jamás. “Fue la primera unión de los tlatelolcas”, describe Vega, vecino de la Unidad Nonoalco Tlatelolco que apoyó las labores de rescate en su colonia y otras zonas afectadas, teniendo apenas 19 años. En el camino se topó con una primera llamada de auxilio. La cúpula de la iglesia de San Cayetano, en Lindavista, se había quebrado y desplomado cerca de la puerta, de manera que los fieles estaban atrapados. A mano limpia, se puso a quitar escombros. Los vecinos llevaron cubetas que salían llenas de piedras y se pasaban de mano en mano, hasta que una puerta quedó despejada y pudieron salir. De ahí, Luis se fue al edificio Nuevo León, de Tlatelolco. “Fui por unos guantes a donde estaban entregando el material de rescate, me prestaron un casco de minero”, Luis reconstruye su día. “Quería meterme, estaba chavo y mi intención era apoyar y ver si se podía rescatar