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Miguel Ángel Palomo

Miguel Ángel Palomo

Articles (8)

Bares secretos y casi clandestinos que os sorprenderán

Bares secretos y casi clandestinos que os sorprenderán

Hay muchos rincones oscuros o mesas estratégicas donde estar tranquilo en muchos bares de la ciudad. Vosotros sabéis cuáles son. Pero aquí, pasamos la lupa y os dejamos algunas direcciones de sitios semiocultos, escondidos a la vista del gran público, de las guías o de los que simplemente pasaban por ahí... Barras para darse al cóctel, claroscuros donde comer algo o lugares mínimos pero inesperados donde tomarse un café, clubes nocturnos para festejar... Esto es algo así como el mapa del tesoro cuando buscas sorprender y no solo ir a beber o picar algo. Aquí van pistas de lugares que igual aún no conoces y que te llevarán directo a los speakeasy de Madrid. También para momentos diurnos.  RECOMENDADO: Los mejores bares para tomarse el vermut en Madrid  

Ruta de la arepa: los mejores restaurantes venezolanos en Madrid

Ruta de la arepa: los mejores restaurantes venezolanos en Madrid

Comer con las manos tiene una conexión casi ancestral. La arepa no guarda tanto arraigo en el estándar consumista del street food global pero afortunadamente los flujos migratorios cambian las cosas. Hasta en los usos y gustos gastronómicos. Así, la comunidad venezolana -colombiana también, no nos peleemos por el origen del invento- introdujo en Madrid la fiebre por uno de sus mayores iconos culturales. Símbolo hoy de fusión latina y también española, este alimento precolombino netamente popular alegra nuestro callejero de bares y restaurantes con múltiples variantes. La sencilla torta a base de agua, sal y masa precocida de maíz (cuanto más se amase más fina resultará), que puede ser pasada por horno, plancha o parrilla, y rellenada con lo que a uno le apetezca, tiene su ruta oficial en la ciudad, pero nosotros proponemos la nuestra.      RECOMENDADO: Planes para comer barato a pie de calle en Madrid

Los mejores lugares para beber y comprar vino natural en Madrid

Los mejores lugares para beber y comprar vino natural en Madrid

El paisaje urbano ya no se entiende sin su skyline de etiquetas de colores. Cero sulfitos -o casi-, catecismo biodinámico, algo de radicalidad. Detrás de tanta botella de nombre extraño interviene el rigor de la tendencia. Lo cierto es que esta efervescencia por el vino más libre y sin demasiado mangoneo aviva el cotarro en bares, tiendas y restaurantes. Muchos son eso a la vez, un poco de todo donde se ofrece sorbos de verdad, fruta sin aditivos, historias con nombres reales, vidas embotelladas y una forma de interactuar con la naturaleza y de estar en el mundo. Proliferan los pequeños locales entregados a la aventura personal y regidos por el convencimiento de la cruzada orgánica. Los hay más especializados y otros envueltos en un pack que aglutina estilo de vida para picar sano y escuchar música en vinilo. Suelen compartir café de los de tueste natural, gustos artesanos y estética reconocible por su desnudez y aparente despreocupación. En todos ellos se bebe vino para disfrutar con actitud.    RECOMENDADO: Hora del aperitivo: dónde vermutear en Madrid

Guía definitiva del brunch en Madrid: los mejores planes para desayunar tarde

Guía definitiva del brunch en Madrid: los mejores planes para desayunar tarde

Para quienes aprovechan el fin de semana para descansar y levantarse un poco más tarde, para quienes trasnocharon el día anterior o para quienes quieren simplemente hacer un 2x1 (desayunar y comer) más o menos rápido y seguir de paseo por la ciudad. En los últimos años, muchos cafés de especialidad, restaurantes y hoteles de la ciudad se han sumado a esta moda de unir desayuno y comida y ofrecen amplios y variados menús que combinan la repostería y con una nutrida sección salada y algún que otro cóctel (no, claro, como los que podéis disfrutar en estas coctelerías). El último en llegar está a un paso del templo de Debod. RECOMENDADO: Si eres más de salir a tomarte el vermut...

Restaurantes peruanos para todos los bolsillos en Madrid

Restaurantes peruanos para todos los bolsillos en Madrid

Aquí van algunos de los restaurantes que mejor representan la vasta gastronomía peruana en Madrid. Hay miradas contemporáneas y aproximaciones de autor, hay cocina chifa y nikkei, hay nombres que son ya embajadores culinarios de su país en nuestra ciudad y hay muchos muchos ceviches y mucha cocina informal y callejera. Un listado con espacios elegantes, lugares donde lo festivo y lo gastronómico se equilibran, comedores sencillos, de barrio, e incluso atractivos puestos de mercado. RECOMENDADO: Los mejores restaurantes japoneses en Madrid

Dónde comer unos torreznos de escándalo

Dónde comer unos torreznos de escándalo

Crujientes por fuera y melosos por dentro. Uno no va en busca de torreznos, son ellos los que le encuentran a uno porque cuando están bien hechos el cuerpo los pide a gritos o aparecen de la nada encima de la barra. Y vivimos una época donde este manjar carnívoro vive su época dorada. Ya no es una tapa de balde para pasar el trago sino un plato que muchos bares y restaurantes miman en clave tradicional o actualizada. RECOMENDADO: Las mejores hamburguesas de la ciudad

Cenas de Navidad: restaurantes para comidas de grupo en Madrid

Cenas de Navidad: restaurantes para comidas de grupo en Madrid

Llega la Navidad y el calendario empieza a llenarse de citas gastronómicas: que si la cena de empresa, la tradicional comida navideña con amigos que se alarga hasta el anochecer, las reuniones familiares frente a una mesa llena de platos… Y no todos los restaurantes de la ciudad están preparados para ofrecer una carta con opciones para todos o un espacio amplio  para no tener que cenar apretados. Daos prisa y reservad cuanto antes. Que luego te quedas con las sobras.  RECOMENDADO:  Restaurantes con estrella Michelin para celebrar

Los mejores bares de Madrid para tomar el vermut de aperitivo

Los mejores bares de Madrid para tomar el vermut de aperitivo

Con o sin un hielo. Con o sin una rodaja de limón/naranja. Con o sin gas. Reus, Yzaguirre, Iris, Miró… Hay en la ciudad, en cada barrio, infinitas tabernas donde entregarse al vermuteo. Los bares y tabernas que ofrecemos a continuación son solamente una puerta de entrada al universo del aperitivo capitalino más allá de las cañas y los vinos, sitios que nos resultan ineludibles, que puntúan como metas volantes, barras donde puedes empapar este elixir con espléndidas raciones y gustosas tapas. Se sabe la hora del encuentro, nunca hasta dónde se alargará el paseo. Unid estos puntos de salida con todos esos otros rótulos que empiecen por Casa o Bodegas y... ya nos contaréis qué tal el vermut en Madrid. RECOMENDADO: Si el aperitivo se alarga, completa el día con un helado

Listings and reviews (33)

Angelita

Angelita

5 out of 5 stars

El imprescindible bar de los hermanos Villalón, referente en la calle Reina del buen comer y beber desde hace siete años, experimenta un cambio vital a la zamorana. Se aprecia una reforma estética pero sobre todo de modelo al cerrar los fines de semana y abrir de lunes a viernes a partir de las cinco y media de la tarde. Un riesgo para adaptarse a los nuevos tiempos de la hostelería. Una Angelita gastronómica y emocionalmente evolucionada.   Hay algo que no cambia: la identidad. Mario y David siguen siendo fieles a los orígenes familiares, donde la huerta propia en el pueblecito de Litos marca la producción. También siguen siendo virtuosos de la hospitalidad y hacen contrapeso el uno del otro, David con los vinos y Mario con los cócteles.  De la obra se encargó Gos, estudio amigo que ha sabido aplicar su visión en arquitectura de lo que es la familia Villalón, desde que empezaran en esto en la casa de comidas El Padre. Para ello han recurrido a la tierra, de donde viene el vino. Los tonos arcillosos toman distintas intensidades y las texturas van de lo rugoso a lo pulido. El comedor, que funciona con reservas, optimiza mejor las mesas y la calidez. El wine bar, que invita a improvisar, mantiene la barra e inaugura una socorrida contrabarra. La coctelería del piso inferior se mira en las cuevas de Castilla y en los diners americanos. Nuevas son la mesa alta de chapa para estar de pie y la sala panelable para eventos y experiencias con algo más de ceremonia. Las mesas, entre la

Yeite

Yeite

4 out of 5 stars

Ese lugar del que tanto se habla. En Madrid puede haber uno a la semana. En el caso del bar Yeite, de Lucas López Dávalos y Damián Harburguer, no cabe duda de que ha cogido buena vibra desde que abrió en Conde Duque el pasado marzo. Un mes de apertura tras nueve más de obra. La puerta de la recordada sala de rock El Refugio se viste de imponente sobriedad industrial para un nuevo bar que es club y coctelería. Un rincón de vocación nocturna para danzar y beber sin desfase pero tampoco afectación.    Lo primero que se siente son los graves que salen de los JBL del 85, unas cajas japonesas hi-fi de coleccionista. Lo primero que se ve, la barra instalada en paralelo a la travesía lateral, una mole de piedra de dos toneladas que sirve de asiento a la estación modulable de bar. Sobre esta pieza a modo de escultura totémica gira el pequeño bar. La reforma y el look, teñido de azul cobalto y láser rojo, lleva el sello de Plantea Estudio, sinónimo de éxito trendy: Sala Equis, Gota, Kricky Pelton, Llama Inn, Her… No lo tuvieron fácil aquí con la insonorización: hubo que bajar el techo y engordar el pilar que separa la cabina del dj. Ya contaban con licencia de música y pretenden abrir hasta las cinco y media de la mañana, aunque por ahora lo dejan hasta las tres. Jueves, viernes y sábado se pincha vinilo. A diario suena italo funk, disco, hip hop. Pero lo mismo Actos de Maldad de Vam Cyborg que Too Many Lovers de Ben Norman. Yeite tiene energía desde primera hora. Chicas con gabardina,

Mucho Bar

Mucho Bar

4 out of 5 stars

Un diminuto bar de cócteles familiar en un viejo antro flamenco puede ser mucho más que un bar. Al menos, Mucho Bar es uno que no resta. Daniel Flores y Grace Hoyle se han contentado con la mínima expresión de un local del barrio de Las Letras para conseguir dar forma a un bar apetecible. Del poco al mucho.  Esta pareja, él mexicano y ella peruana, vivió años en Lima y en Ciudad de México. De ahí que en Mucho Bar se beba sobre todo tequila, mezcal y pisco. Algo habían practicado en fiestas antes de aterrizar en Madrid, son autodidactas de estas bebidas. "Ofrecemos lo que conocemos, no hacemos coctelería clásica porque nos rebasa y no va con nosotros", explica Daniel. Así que no faltan margaritas y pisco sours, aunque la oferta es más amplia. El bar cumple casi un año, ellos llevan poco más en la ciudad. "Madrid nos abrió las puertas, es una ciudad amable, segura y con mucha movida. Nos gusta mucho la cultura del bar y queríamos uno con nuestra visión. Y encontramos un local muy particular muy bien ubicado al lado del gran Viva Madrid y todos estos bares gigantes de coctelería". Daniel es arquitecto y Grace fotógrafa. Se nota. Mucho. Los recursos se los dio un espacio estrecho y profundo. "Queríamos algo chiquito, he diseñado proyectos de hostelería pero queríamos algo personal donde poder cuidar bien las cosas, para poquita gente y empezar a crecer". Cada solución de diseño luce sin grandes medios. La iluminación, la barra enmarcada al fondo del túnel, los posters y la misma

Ita

Ita

4 out of 5 stars

Son Mariela y William, una pareja de venezolanos que lo ha arriesgado todo para abrir en la zona de Lista un pequeño restaurante sin comida venezolana. Ni italiana. Están en esto para demostrar la magia de las verduras, la buena digestión de los ingredientes de temporada, la importancia del pequeño productor y dejar el recuerdo de su propia cercanía como cocinera y sumiller de barrio.        Ella, ingeniera química, aficionada a las verduras y las especias, al libro Speciarium y al chef Ottolenghi. Él, de padres gallegos (su padre tuvo un restaurante durante cincuenta años), economista muy formado con algún MBA. Ambos en España desde 2014, cursaron en el Basque Culinary Center, Mariela Fernández Brandt el grado en Ciencias y Artes Culinarias, William Lamas el Master de Sumillería y Enomarketing. Solos ante el peligro, llegaron a Madrid desde Donosti. Allí se curtieron llevando el restaurante de un amigo, un proyecto algo alternativo. Aquí se mudaron porque a ella le salió trabajo en el restaurante Masterchef. William tuvo que dejar el Basque donde impartía clases de gestión. Hasta que surge esta oportunidad. "Ita es mucho más que indie", afirman. "Siempre habíamos querido montar algo propio. Apareció este local y lo transformamos". El espacio es pequeño y singular. Se ajusta a dos personas, literalmente. No tienen ni quien les limpie los cacharros. Mariela dentro de una cocina minúscula. William atendiendo. Antes era un bar más. Ahora, paredes de ladrillo pintadas de blanco,

Glop

Glop

4 out of 5 stars

Un ratito basta para notar si determinado sitio gusta. Glop no es que llame mucho la atención a pie de calle, sin embargo conforme la tarde avanza el goteo de gente que entra a curiosear y a interesarse por una reserva es incesante. Aquí está pasando algo. Poco más de un año después de que Juan y Júlia abrieran La Deseada, café de especialidad y obrador en José Abascal, entraron de un trago en la liga de los wine bars. Fue en el barrio de Argüelles, dentro de la órbita foodie del Mercado de Vallehermoso, donde levantaron el cierre de Glop el invierno de 2023. Su nula pretenciosidad, su sencillez superlativa con algo de concepto, su apertura a todos los públicos y su ambiente relajado explican este éxito asegurado para los que huyen del engolamiento en todas sus manifestaciones.      "¿Tienes algo así como seco y natural?". "¿Y un blanco afrutado?". Esas son las preguntas que lanzan los clientes de Glop –abundan las clientas, llama la atención, y en general consumidores por debajo de los cuarenta– sin necesidad de echar un vistazo a su carta de sesenta referencias. A primera hora se copea (unas veinte opciones, entre 4 y 7,5 euros) y poco a poco empiezan a rotar las botellas (entre 22 y 72 euros). La oferta se centra en vinos españoles, con inclinación a lo naturis y debilidad por el sur. No se escuchan discursos radicales ni soflamas anti-sulfitos, el bar facilita el vermut (Valdespino o Pando, ambos con acento sureño) sin avasallar con la tropa de generosos que espera pacien

Ni-Fu Ni-Fa

Ni-Fu Ni-Fa

4 out of 5 stars

"Ni fulastre ni fabuloso", reza el cartel en lo alto de este insospechado bar de Malasaña que en apenas un par de temporadas se ha convertido en un pequeño hallazgo para el excursionista nocturno. "Ni bueno ni malo", aclara con marcado y flemático acento chino Runju Zhu, su genuino responsable. "Siempre hay algo mejor pero aquí mantengo un equilibrio… Ni-Fu Ni-Fa". Modestia no fingida la del bueno de Runju, pues sus incondicionales no muestran atisbo de indiferencia. "Aquí no hay tiempos ni consumo mínimo"” se lee al otro lado de la barra a modo de declaración de intenciones. Algo de suspensión temporal tiene el bar, una cápsula retrofuturista con neones, pósters de jazz y boxeo, música envolvente y botellas a las que quitar el polvo.     Entre Fuencarral y la plaza de San Ildefonso, lo que fue el antiguo Lozano, dirección recordada por quienes se anticipaban a la resaca devorando hamburguesas, acoge hoy a supervivientes de la Malasaña perdida, despistados gritones, iniciados y conocedores del cóctel que en el fondo sólo buscan beberse una cerveza en un bar de los de antes. Unas mesitas bajas a la entrada y una barra de madera muy protagonista con algunos taburetes. No es raro ver acodado a uno de los mejores clientes del bar en compañía de su guacamayo, una escena casi de ciencia ficción. Un pasillo largo conduce hasta una sala más íntima y espaciosa con un rincón botellero lleno de cristalería y etiquetas valiosas. Bajo la luz tenue de garito sin trampa ni cartón, Runju par

Tramo

Tramo

4 out of 5 stars

Esta historia podría empezar a contarse así: bienvenidos a una producción de los creadores de Mo de Movimiento. La segunda iniciativa de Proyectos Conscientes, la compañía con la que Felipe Turell y Javier Antequera pretenden redefinir el concepto de ocio en las ciudades desde el consumo responsable, sube un nivel respecto al restaurante de la calle Espronceda, abierto en 2020. Si Mo sigue cosechando un éxito rotundo, TRAMO tiene pinta de no quedarse muy atrás en sus primeros meses de vida. El lleno diario parece confirmarlo, el lugar ya está subido a la ola con un imparable efecto llamada. A él se llega a propósito, no caben los despistados. Sin letrero en la puerta, el restaurante ocupa en pleno barrio de Prosperidad la antigua nave que un día fue sede de El Garaje Hermético, uno de los locales históricos más ruidosos de la contracultura madrileña. Parte del público de TRAMO bien pudo haber sudado aquello pero si los neones y el billar han dado paso a los materiales de reciclaje y la gastronomía de proximidad, las chupas y los pelos de la Movida se han transformado en corbatas y charlas sobre inversión de valores. Las credenciales de los fundadores crean una expectativa que se ve superada en cuanto se accede por el pasillo a media luz hasta toparse con un radiante anfiteatro por cuyos niveles se distribuyen las mesas. Aquí no se viene buscando intimidad sino a formar parte de la obra, ser visto es un ingrediente más. La cocina abierta, corazón del invento, se queda abajo pa

Gilda Haus

Gilda Haus

4 out of 5 stars

Otras historias las de la calle San Mateo y otros tiempos en los gustos de la ciudad. Del futbolín y el cubata de la generación Kronen a la moqueta, el láser y el vermut aliñado para merendar. Tras más de dos años renovando el aperitivo latinero, La Gildería reformula su personal idea de refrigerio club abriendo Gilda Haus en el corazón de Tribunal.    La actitud inconformista de Cristina y Yajaira, agitadoras de la noche y activistas del vinagrismo, las llevó a buscar local por la zona del Conde Duque para una Gildería 2. En pleno proceso, surge esta oportunidad: el mítico rincón de San Mateo, 6, estaba disponible. Ningún negocio había funcionado ahí últimamente, pero ellas no creen en gafes y podría servir a la causa, aunque ésta tuviera que adaptarse a un nuevo formato perfecto para desarrollar su actividad musical con dj's. De esta manera, junto a Dani Montañez (fundador de Macera) en la operativa, y a Paco Cruz en la gestión, las gilderas mayores del foro estrenan proyecto. Con Yajaira en la programación sonora y Cristina en labores de imagen y relaciones públicas.    Gilda Haus tampoco viene a sustituir a Gilda Club, su otra liada paralela: "Aquí hacemos mucho disco y house", nos aclara Cristina. "Gilda Club es más oscuro y tampoco es un espacio sino una fiesta itinerante. Se nos ocurrió que ésta fuera la casa de todo el mundo con nuestra marca". Desde la ventana, un luminoso azul saca del anonimato a Gilda Haus. Dentro, impresiona la amplitud del bar presidido por una

Fat Cats

Fat Cats

4 out of 5 stars

Una coctelería nueva no es novedad en Madrid. Lo diferente de Fat Cats es que no es un bar pensado bajo el plan: toma tu cóctel y corre. Aunque su storytelling, como así lo identifica el logo, gire en torno al robo. La idea es recrear la leyenda de una pareja de ladrones, Peter Salerno y Dominick Latella, que a finales de los años sesenta y principios de los setenta afanaban en las casas ricas americanas mientras los dueños cenaban. No, esta coctelería que está dando sus primeros pasos en el barrio de Las Letras –el más coctelero de la ciudad– invita a tomarse más de un trago y a dejarse llevar por su atmósfera de club nocturno. Si te pillan dentro con las manos en la copa es que eres de los nuestros.  Un año le llevó a Shivank Singh definir el concepto. Este indio apasionado por la mixología, que viene de Deloitte y Amazon, dejó el trabajo para dedicarse al bar que regenta junto a sus socios Eric Raventós y Nina Cid, ésta última responsable de la identidad visual, tanto del mencionado logo como de las ilustraciones de la carta. Shivank no escatimó: Ansón y Bonet para el diseño del proyecto integral, Alejandra Pombo en el interiorismo, y 1862 Dry Bar a cargo de los cócteles.  La primera pista es la de una entrada que juega al despiste. La fachada de acceso se parte en dos: un expositor como de joyería buena y una puerta más industrial que más adelante será franqueada tras introducir un código. Habrá que esperar para comprobar si el modelo speakeasy funciona. Mientras tanto, e

Haramboure

Haramboure

5 out of 5 stars

Son contados los restaurantes que cumplen o incluso superan las expectativas previas tras darse a conocer. Los primeros pasos suelen estar llenos de tropezones y los corrillos foodies y la crítica especializada no perdonan en la ciudad salvaje. Con Haramboure, el bistró de Patxi Zumárraga y Patricia Haramboure, pasa que todo reconforta, que el torbellino gastro parece quedarse fuera. Es entrar en él y dejarse envolver en un perfume de leña que sale escaleras abajo procedente de la cocina vista capitaneada por Roberto Garnacho. Aviso de que aquí se cuida la brasa, pero no sólo. La llegada a este local, escondido en el barrio de Salamanca y con otras vidas anteriores que han dado también de comer, anticipa además cierta discreción. Y eso que no queda rastro de aquella revolución que Patxi planteó despachando en la puerta su ya célebre mollete de tortilla a modo de comfort street food. Las colas ante el genial acontecimiento se hicieron virales. Queda centrarse ahora en la paz que transmite el propio Patxi, “renacido a los 50”, ese vasco gigante que se dio forma en elBulli, en The Fat Duck, en el asador Mendigoikoa y, hasta hace poco, en Fismuler. El acomodo de su mano o de su socia en Haramboure es así de amable y acogedor entre maderas rústicas, piedra desnuda, vidrieras y candiles. Para haberse dado al reciclaje sobre un fondo de materiales en bruto les ha quedado aparente. El escondite-bistró podría encontrarse en París, pero por suerte nos queda más cerca. Se nota que quier

Akiro

Akiro

4 out of 5 stars

Una barra donde comer rollitos de alga y seguir con la vida. Bien podría ser el resumen práctico con el que presentar Akiro, el nuevo restaurante del chef peruano Luis Arévalo. Porque lo de hand roll bar en Madrid como que no se entiende mucho. Al menos todavía, ya que se trata de un concepto novedoso que mezcla lo atractivo de las barras —a los madrileños eso nos pone mucho— y la experiencia nikkei —la fusión japo-peruana que una vez nos invadió sin remedio—. Pero este nikkei va de comer con las manos una especie de temakis cilíndricos. Ahí está la gracia.    Parte de la inspiración para Akiro le llega a Arévalo —entre nosotros desde 99 Sushi Bar, Nikkei 225, Kena o ya con Gaman— de una tendencia neoyorquina vista en los restaurantes kazuNori. La calle Hermosilla, tan a tope de aperturas y locales de moda, sirve para llevarla a su terreno. A este pulcro establecimiento en esquinazo se llega sin reserva, algo que en el actual Madrid puede sonar a extravagancia. La idea es entregarse a la rotación: esperar poco, sentarse por orden de llegada y comer a lo sumo en una hora. El personal representa a la perfección el papel de Akiro, chico simpático en la traducción del japonés: sonrisa dibujada, voz baja, cortesía a pesar del ritmo. Habrá a quien le resulte inquietante, pero la dinámica fluye con música chill y un murmullo informal de fondo. Las comandas las apunta el comensal a lápiz acomodado ya desde uno de los 35 puestos de una barra dividida en tres tramos, incluida una peque

Caíño

Caíño

4 out of 5 stars

Abre sólo de tarde-noche, cuando el luminoso rojo de Caíño se proyecta sobre la acera de enfrente. Opera así una especie de batllamada para el aficionado al vino que pulula por el bulevar de la calle Ibiza. Estamos por ello en los dominios del grupo Bulbiza, con el Retiro al lado, siendo Caíño la mutación del anterior local vinero El Marginal. La idea sigue siendo la de un bar de vinos donde se pueda comer sin tragar saliva por el miedo a lo desconocido. La carta líquida es un tocho (contenido) comparada con la de la comida que ocupa apenas una página con cositas sencillas para compartir.   Funciona por reservas y turnos, método por afinar y con el que tendrán que encontrar su equilibrio buscando la comodidad de todas las partes. Al fin y al cabo, Caíño es un bar. Un vinobar, como ellos lo llaman. Permanece de la anterior etapa la pantalla de vinos por copas (también tienen algo fuera de carta). Escaleras abajo, hay mesas bajas al fondo, mesas altas en primer plano y taburetes en la barra de mármol. Una cava esquinada. Una viga de hierro forjado en mitad de la sala. Botellas vacías adornando las estanterías. No hay más que esta personalidad impersonal del concepto Bulbiza. Un bar, insistimos.  Uno en el que se caldea el ambiente con grupos de amigos y parejas jóvenes en torno a copas, medias copas o botellas del tirón. Buen rollo canalizado por vinos que no son verdejitos. Y si algún verdejo hay que sea Cu-cú Cantaba La Rana o el Majuelo del Chirivitero, gama base de los Cant