1. Zulu Haus


En La Lucila, Zulu Haus es ese hallazgo que sorprende por su estética relajada, su vibra cálida y una carta que tiene al café frío como protagonista absoluto. Es de esos espacios que no necesitan gritar para llamar la atención: el ambiente hace lo suyo y las bebidas terminan de cerrar la experiencia.
Su línea de cafés fríos combina clásicos bien ejecutados con hits más golosos. El Iced Mocaccino —con salsa de chocolate y cacao semi amargo— es directo al punto y perfecto para quienes quieren algo potente pero equilibrado. El Banana Toffee, hecho con leche de avena, café, almíbar de banana y una capa de toffee, es una fiesta cremosa que funciona tanto como postre como para arrancar la tarde con algo distinto. También tienen un Coffee Tonic refrescante y un Iced Flat Zulu que suma un toque de almíbar de canela que lo vuelve adictivo sin exagerar.
Para acompañar, hay pastelería y cositas saladas que rotan, siempre con esa impronta casera que encaja perfecto con el mood del lugar.
El dato: Zulu Haus es ideal para escaparse un rato del ruido porteño y tomarse un café frío con otra energía.
Dónde: Salvador Debenedetti 635, La Lucila.





















