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Ismael Serrano
Ismael Serrano

Ismael Serrano: “La música sirve para saberse acompañado”

Un repaso íntimo por sus clásicos, versiones inesperadas y nuevas canciones: Ismael Serrano vuelve al Ópera con un show acústico que reivindica el poder de la palabra, la emoción y la música como refugio compartido.

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Ismael Serrano vuelve a Buenos Aires con Guitarra y voz, un formato acústico que lo devuelve a las esencias: un tipo, una guitarra y un puñado de historias capaces de suspender el ruido del mundo. El cantautor español —que desde 1997 visita la ciudad y se mueve con la familiaridad de un local entre librerías, bodegones y bares porteños— llega al Teatro Ópera para dos funciones únicas, el 26 y 27 de noviembre (entradas, acá) antes de seguir su gira por La Plata, Rosario, Bahía Blanca, Olavarría, Tucumán y Córdoba.

En este espectáculo íntimo, Serrano repasa clásicos que ya son parte de la memoria afectiva de varias generaciones, versiones insospechadas y algunas canciones nuevas. “La vida sin música es un etcétera”, dice él. Y este show, justamente, propone lo contrario: una noche para volver a sentirse vivo, acompañado y con una guitarra como faro.

En cada visita a Buenos Aires, ¿cuáles son esas paradas obligadas culturales o gastronómicas que no pueden faltar?

Son muchos años visitando la ciudad de Buenos Aires, desde el año 97. Y sí, uno al final tiene sus librerías, sus restaurantes. Hay una librería que visito casi siempre, que es Eterna Cadencia, que es también una editorial. Hay otra librería que me gusta mucho, se llama Librería del Pasaje.Para comer me gusta Sudestada; La Dorita es una parada para disfrutar de un buen asado. De vez en cuando voy a tomar algo a El Rey de Copas y solía ir mucho a La Florería. No voy tanto a museos como me gustaría. La última vez fui a Colón Fábrica, en La Boca, donde está toda la escenografía del Colón. Es un paseo bonito, más allá de que además aprovechás para ir por ahí a Caminito y toda esa zona. El museo está muy bien; no lo conocía y me gustó mucho.

Este formato acústico te deja más expuesto, más cercano. ¿Qué te pasa arriba del escenario cuando la canción depende solo de la guitarra y la voz? ¿Qué buscás transmitir en esta gira?

Es como volver a las esencias. En aquellos primeros cafés en los que yo empecé entendí que la música es casi un diálogo en vivo. No siempre explícito: creo que la escucha es más activa cuando uno está solo con la guitarra. Hay como una conexión mayor. Eso te permite que el repertorio sea más fluido, que el concierto no sea tan rígido como cuando vas acompañado. Venimos de un concierto sinfónico, que es todo mucho más dirigido: son 40 músicos y todo tiene que tener una escaleta más organizada y más rígida. Pero en este caso no: te permite fluir de otra manera.

La música es casi un diálogo en vivo

Y yo creo que es como un ejercicio de honestidad con uno mismo y con el público. Es casi una forma de reivindicarse también, de reivindicar el canon en un contexto en el que el término “cantautor” está tan denostado. A veces impone una cierta sofisticación que es impostada, ¿no? Es como reivindicar también la capacidad de enfocar nuestra atención en un tipo con una guitarra que cuenta historias, que cuenta relatos. En tiempos de déficit de atención, en tiempos en los que nos cuesta engancharnos con el relato –que yo creo que es lo que juega en contra también del cantautor en el mundo digital, por así decirlo–, esa falta de atención hace que las visualizaciones de los contenidos que proponemos apenas lleguen a los 15 segundos. Con lo cual, construir un relato en ese contexto es muy difícil y competís de forma muy desigual. No somos artistas que construyen un meme musical que se pueda repetir en TikTok hasta la saciedad. Entonces, frente a esa tendencia, es una forma de reivindicar otra sensibilidad: conciertos donde el relato y la palabra están muy presentes. Al menos esa es la propuesta que me interesa hacer.

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Has colaborado con artistas enormes, de Joaquín Sabina a Abel Pintos. ¿Hay alguna colaboración que todavía tengas pendiente o alguna que te hubiera gustado hacer?

¡Tengo que ponerme las pilas! El otro día vi a Silvio Rodríguez con Milo J y fue súper bonito. También me gusta la valentía de Lali. A mí me gustan cada vez más esas colaboraciones insospechadas. De hecho, ahora estoy trabajando en un proyecto que se llama Grabaciones Insospechadas, que se trata de hacer versiones, covers, de canciones que nadie relacionaría conmigo. Entonces, ese tipo de colaboraciones molaría hacerlas.

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Tus canciones hablan mucho del paso del tiempo. En esta etapa de tu vida y tu carrera, ¿qué te inspira? ¿Qué dirías que sigue siendo tu motor creativo después de tantos años?

Yo creo que, de alguna manera, todas las canciones hablan del paso del tiempo, en tanto en cuanto lo que hacen es tratar de preservar experiencias que te han marcado y te han hecho sentir vivo. La mayor parte de las canciones se escriben porque a uno le cuesta lidiar con la pérdida y con la renuncia que impone el paso del tiempo. A uno le cuesta soltar y escribe canciones precisamente para arañar un poco del sentimiento, de la emoción que le produjo esa situación, esa relación. A veces también se canta para celebrar la vida. Cada uno canta para lo que quiere, supongo, pero yo creo que sí: que el 80% es un ejercicio terapéutico para sobrellevar.

La mayor parte de las canciones se escriben porque a uno le cuesta lidiar con la pérdida y con la renuncia que impone el paso del tiempo

Ahora que estoy escribiendo, me hago muchas preguntas con respecto a qué cantar. Por un lado, uno inevitablemente le canta a lo que le pasa: cuando se enamora, cuando se le rompe el corazón. Eso está siempre presente. Canciones de las que uno es testigo, historias de las que uno es testigo. Pero también últimamente me pregunto de qué manera estamos construyendo un relato colectivo. Hablar del “nosotros”, que yo creo que es algo que se está perdiendo. Apelar a nosotros en un contexto tan pesimista. Yo creo que ser optimista es casi militante. El pesimismo desmoviliza en muchos aspectos; muchas veces es una herramienta política. No hace mucho le escuché decir a un gran autor al que admiro mucho aquí en España, Quique González, que había que distinguir entre la melancolía y la nostalgia: él decía que la nostalgia era reaccionaria y la melancolía miraba más hacia la izquierda, más progresista. Y es verdad que uno no puede caer en la nostalgia, en aquello de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Otra cosa es la melancolía, que te hace valorar, tener memoria y cultivar esa memoria; revivir cosas del pasado porque te marcaron y te llevaron a ser lo que sos. Pero la nostalgia es peligrosa y trato de combatir eso. Aunque a veces la melancolía te lleve a ciertos lugares, intento escribir canciones que te ayuden a levantar la mirada. No digo que tengan que ser de celebración, pero sí entender que no se está solo. Que para eso sirve la música también: para saberse acompañado.

Intento escribir canciones que te ayuden a levantar la mirada

¿Recordás alguna anécdota en un show en vivo –emocionante, inesperada o surrealista– que te haya marcado?

Sí, muchas, claro. Yo canto una canción que se llama Recuerdo, que habla de un tipo al que le parece ver en el asiento de enfrente a una mujer a la que amó hace mucho tiempo. Entonces tiene dudas porque se parece a ella, no sabe si es. Y mientras duda, recuerda toda la vida que tuvieron, el amor, y no sabe si acercarse o no. La canción acaba con un interrogante. Me acuerdo que después de un concierto –yo siempre me encontraba con las Madres de Plaza de Mayo– se acerca una de ellas y me dice algo inesperado: “Me ha gustado mucho esa canción. Tú no sabes la de veces que yo me he bajado corriendo de un colectivo porque me pareció ver a mi hija entre la multitud. Yo corría, corría detrás de ella, y cuando llegaba y la encontraba, nunca era ella. Pero había ese parecido”. Son esas experiencias… Encontrarme con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es de las cosas más emocionantes y más bonitas de mi vida.

¿Qué música, álbum o artista estuviste escuchando últimamente o te interese recomendar?

Hay una banda de aquí que me gusta mucho, que son amigos, se llama Siloé, que creo que van a ir dentro de poco a Argentina también. Es una banda que me interesa. Luego creo que hay muchas cantautoras que están marcando el camino. Aquí en España, María Rozalén, que yo creo que es el paradigma del cantautor moderno, de la cantautora, de la canción de autor moderna. Eso es lo que estoy escuchando últimamente.

¿Con qué nos vamos a encontrar en el show de Guitarra y Voz en el Teatro Ópera, a diferencia del sinfónico?

Voy a hacer un repaso de toda mi discografía. Cantaré alguna canción nueva; haré alguna versión que me apetece, insospechada, inesperada. Invitaré a alguna amiga a cantar. Estamos preparando el repertorio y lo que será el concierto.

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