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[title]En “Una película sin Julie” (todos los martes de octubre en el Paseo La Plaza), Lucila Gandolfo se sube al escenario para actuar, cantar y bailar en una experiencia tan íntima como desafiante. La actriz, una de las grandes referentes del teatro musical argentino, recorre su historia, sus admiraciones y los aprendizajes de una carrera que combina talento, perseverancia y amor por el arte.
LUCILA GANDOLFO VISITÓ TIME OUT LIVE Y CONTÓ CÓMO FUE SU ENCUENTRO CON JULIE ANDREWS EN NUEVA YORK
De Mary Poppins a Catalina Lonely
Era apenas una niña cuando quedó hipnotizada por la voz y la presencia de Julie Andrews en la pantalla. La institutriz Von Trapp de “La novicia rebelde” y la mágica niñera de Mary Poppins se robaron su corazón y le abrieron la puerta a un mundo de canciones, fantasías y emociones profundas. De algún modo, el universo de aquella pequeña Lucila quedó entrelazado para siempre con el de esa actriz británica de voz cristalina y encanto eterno. Hoy, la Lucila adulta le rinde homenaje en un unipersonal entrañable donde interpreta a Catalina Lonely, una mujer que atraviesa su vida al compás de las melodías de Julie, su “amiga imaginaria” y guía espiritual.
“Es un desafío hermoso”, cuenta Lucila. “Es salir a jugar, meterme en un túnel y dejarme llevar hasta el final. Por supuesto que hay nervios y adrenalina, pero eso me impulsa a dar lo mejor de mí. Julie Andrews me interpela por su naturalidad, su elegancia y su sencillez”.
Julie Andrews me interpela por su naturalidad, su elegancia y su sencillez
Una historia contada en primera persona
Sobre el escenario, Gandolfo se convierte por completo en Catalina. “Me siento en su piel. Todo lo que le pasa, de algún modo yo también lo viví. Es una mujer sensible, que se encerró en sí misma, pero sigue soñando. A veces somos niños con un adulto adentro, y cuando algo nos lastima, nos protegemos construyendo una coraza pero Catalina tiene un corazón blando y la música la rescata.”
Con esa entrega, la actriz invita al público a viajar con ella. “Me gusta llevarlos de la mano por los distintos momentos de su vida, hacerlos reír con esas torpezas adolescentes que en su momento fueron un drama, o ayudarlos a conectar con algo doloroso y transformarlo en una pequeña catarsis. Lo más lindo es cuando alguien me dice que logró reencontrarse con su niño interior”.
Lo más lindo es cuando alguien del público me dice que logró reencontrarse con su niño interior
Wrong Number
Su vínculo con Julie Andrews tuvo incluso un capítulo tan real como cinematográfico y Lucila lo rememora así: “Durante un viaje a Nueva York conseguí su dirección y me animé a ir a dejarle una carta y una chalina de regalo. Toqué el portero y me atendió ella. Me dijo ‘wrong number’, pero esa voz… era inconfundible. Le respondí que tenía una voz preciosa. Del otro lado del portón había un diario del día, así que metí la carta y el regalo. Quiero creer que los recibió, que leyó mis palabras. Ese es mi pequeño sueño cumplido.”
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De la infancia al escenario
Mirando hacia atrás, Lucila recuerda una infancia luminosa, rodeada de música y teatro y el momento en el que su vocación comienza a tomar forma cuando una tía muy querida le regala un piano. A los diez años, pisar por primera vez un escenario para protagonizar Cuentos de Navidad de Dickens en una obra escolar, y descubrir que la timidez podía convertirse en arte. Más tarde llegarían los estudios en el conservatorio de Boston, su debut en la Calle Corrientes y la oportunidad de compartir escenario con grandes como Norma Aleandro y Enrique Pinti. “Fue un camino a veces duro, pero siempre feliz. Tuve la suerte de poder vivir de lo que amo, aunque muchas veces hubo que inventar los propios proyectos, insistir y crear.”
Su carrera también la llevó por mares lejanos. Durante meses actuó en un crucero por Japón, una experiencia que recuerda entre risas: “Era un Gran Hermano flotante. Fui la única argentina entre europeos y japoneses. Al principio fue difícil, pero me dio fortaleza y aprendí a valorar mi hogar.”
Y aunque el teatro siempre fue su casa, también conquistó la televisión. Fue la villana de Soy Luna y encarnó a Sally Conforte en Ringo. “Trabajar en TV fue una sorpresa hermosa. Todo sucede a otro ritmo, hay que estar muy concentrado y flexible. En el teatro uno ensaya durante meses pero en televisión todo se decide en el momento. Es muy vertiginoso”.
El presente de una soñadora incansable
Hoy, a punto de cumplir 60, Lucila se ríe con gratitud. “Me siento plena. Poder seguir cantando, bailando y —sobre todo— recordando la letra completa, ya es un privilegio. Soy muy afortunada haciendo lo que amo”.
Soy muy afortunada haciendo lo que amo
El presente la encuentra ensayando nuevos proyectos, entre ellos su viaje a Madrid, donde presentará La maestra serial y ofrecerá —como no podía ser de otra manera— un concierto homenaje a su querida Julie Andrews.
PING PONG TIME OUT:
Un libro que te haya marcado: La biografía de Maria Callas
Un objeto personal: Almohaditas de semillas para la espalda
Una canción que siempre tarareás: Somewhere, de West Side Story
Una película que verías mil veces: Love Actually
Un restaurante donde cenarías con Julie: Anchoita
Una prenda infaltable: Un pañuelito para calentar la garganta
Una frase para los momentos difíciles: “Esto también pasará”
Un placer culposo: Un pote de dulce de leche
Un objeto mágico que te prestaría Mary Poppins: Una varita mágica para curar
Una palabra que te define hoy: Felicidad