Entre el verde del parque, el grito de gol de Huracán y la movida del Distrito Tecnológico, Parque Patricios se reinventa sin perder su esencia. Si te preguntás qué hacer en Parque Patricios, la lista es larga: pasear entre tipas centenarias, comer en bodegones con historia, descubrir espacios culturales nuevos y respirar ese aire de barrio que no se compra ni se copia.
Qué hacer en Parque Patricios: historia y origen del barrio
Los primeros dejos del barrio que hoy llamamos Parque Patricios se remontan al siglo XIX, cuando esta zona era prácticamente periferia porteña: pastizales, quintas, mataderos y corrales coexistían con saladeros y curtiembres. En 1872 se inaugura el Matadero de los Corrales del Sur - también llamado Matadero de los Corrales Viejos -, un punto clave para la ganadería que llegaba del interior. El nombre popular de “Corrales Viejos” o “Barrio de las Ranas” refleja esas condiciones: terrenos bajos, anegados, con corrales y caminos polvorientos, ambientes de criollaje, inmigrantes pobres y obreros de la carne.
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La etapa de consolidación como barrio con identidad se dio en los primeros años del siglo XX. En 1902 se oficializa la creación del Parque de los Patricios, proyectado por el paisajista francés Carlos Thays, quien transformó los antiguos corrales en un espacio verde público que luego dio nombre al barrio. Thays, considerado el gran arquitecto de los pulmones verdes porteños, fue también el creador del Jardín Botánico, el diseño actual del Parque 3 de Febrero y el Parque Centenario, entre otros. Con el parque llegaron instituciones, viviendas populares para obreros e inmigrantes, clubes y cafés que acompañaron el crecimiento de la zona. Así, lo que había sido un arrabal marginal se convirtió en un barrio popular con identidad propia y orgullo vecinal.
El Parque de los Patricios: pulmón verde y corazón del barrio
Visitar el Parque de los Patricios (su verdadero nombre) es mucho más que un paseo al aire libre: es recorrer uno de los espacios verdes más emblemáticos del sur porteño. Una gran avenida arbolada lo atraviesa (la Avenida Caseros) hasta desembocar en una rotonda donde se alza el monumento al soldado patricio, recordando la historia que le da nombre al barrio. El parque está cubierto de tipas que regalan sombra en verano y lo convierten en un verdadero refugio urbano. En cada esquina hay un guiño a la identidad local: sobre Caseros se encuentran dos monumentos entrañables, uno dedicado al boxeador Ringo Bonavena y otro al club Huracán, cuya sede social se levanta justo frente al parque.
Pero también hay rincones que lo acercan al día a día de los vecinos. En una pequeña casilla funciona desde 1952 la Biblioteca Infantil Enrique Banchs, especializada en literatura infantil, y todavía resiste una de las pocas calesitas históricas que quedan en la ciudad, hacia el sector de la calle Pepirí.
El Templete y otros íconos de Parque Patricios
Finalmente, los visitantes van a poder encontrarse también con el famoso “Templete”, un ícono del barrio que formó parte del antiguo Zoológico del Sud (1907, en los mismos terrenos donde hoy se emplaza este parque). Durante los primeros años del siglo XX, cuando aún funcionaba el zoológico, el templete llegó a funcionar como confitería del mismo. Si bien tras el cierre de la atracción muchas construcciones neoclásicas de la zona que evocaban templos romanos fueron demolidas, el Templete aún sobrevive y fue restaurado de cambios y abandono. Está ubicado en Avenida Caseros al 3200, entre Almafuerte y Pepirí.
Distrito Tecnológico: el nuevo rostro de Parque Patricios
Sin embargo, hay una cosa que hay que tener en claro: Parque Patricios es mucho más que parque: hoy en día es también uno de los corazones, junto con Nueva Pompeya, del nuevo Distrito Tecnológico porteño, polo que concentra desde su creación en 2008 empresas de hardware, software, y servicios TIC, junto con emprendimientos de alto valor. Hay más de 400 firmas instaladas en la zona. Además, por estas calles se elevó también el Palacio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, con la intención de generar mayor integración ciudadana a lo largo de todo CABA.
El fútbol en Parque Patricios: la pasión de Huracán
Hablar de Parque Patricios es hablar de Huracán. El Globo, como lo llaman sus hinchas, es mucho más que un club de fútbol: es un símbolo del barrio desde que abrió las puertas de su estadio Tomás Adolfo Ducó en noviembre de 1949. El estadio, conocido como “El Palacio”, es una de las canchas más imponentes de Buenos Aires y forma parte del paisaje urbano que define la zona.
Más allá del fútbol, Huracán es un espacio de pertenencia para los vecinos. Su sede social, frente al parque, late todos los días con actividades deportivas, culturales y comunitarias. Entre murales, banderas y recuerdos de grandes glorias, el club se convirtió en un emblema popular que transmite la identidad del barrio en cada partido y en cada festejo.
Dónde comer en Parque Patricios: clásicos y nuevos restaurantes
Desde hace varios años, el resurgimiento del barrio se dio en varios aspectos: el gastronómico ha sido sin dudas uno de ellos. Lugares históricos y nuevas propuestas conviven en armonía tanto a lo largo de la mítica Avenida Caseros como también en calles cercanas, dándole vida y oportunidades a este barrio que no para de brillar.
Siguiendo en clave futbolera, es imposible empezar a hablar de gastronomía sin nombrar El Globito, la icónica pizzería fundada en 1934 que pareciera ser una oda al Club Atlético Huracán en sus paredes, sus cuadros, y hasta los delantales de los mozos que atienden. Los días de partido es un verdadero descontrol; sin embargo cualquier día corriente vale la pena darse una vuelta y probar su pizza media masa de la cual chorrea buena mozzarella argentina, acompañada de generosas porciones de fainá.
Otro clásico del barrio, a pocos pasos de El Globito, es Il Ombú Trattoria Italiana. Esta cantina, escondida en el corazón de Parque Patricios, era históricamente un bodegón de barrió que resurgió en tiempos de pandemia y desde entonces convoca tanto a vecinos como a figuras de la farándula argentina. Con paredes de ladrillo a la vista, mesas con mantel y mozos de oficio, se ganó fama por sus porciones generosas. Entre sus imperdibles sobresalen las pastas, los risottos y la pesca fresca.
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Un poco más hacia el sur del barrio, donde empiezan a emerger algunos de los hospitales de la zona como el Churruca o el Penna (aunque también son parte de la identidad barrial el Muñíz y la Maternidad Sardá), aparecen otros spots para descubrir platos bien distintos. Por un lado está la famosa Pulpería del Cotorro en Pepiri 320, una especie de neobodegón donde no es raro ver grupos de médicos almorzando y abundan los platos muy potentes: pastas, tortillas de papa bien altas, milanesas XL y empanadas con mucho relleno.
Siguiendo por la zona aparece también Citadino, sobre la intersección de las calles Atuel y José C. Paz. Se trata de un spot especial que combina el pulso del Distrito Tecnológico con la calidez barrial de Parque Patricios. Acá podés encontrar almuerzos y meriendas con pastelería propia además de un menú donde conviven platos clásicos elaborados con productos de estación junto a vermú, vino y soda de sifón. El café, un blend de Brasil y Perú de Infinito Café.
Para cerrar el recorrido, ¿qué mejor que algo dulce? En Monteagudo 209 abrió su segundo local Bulevar, el café de especialidad donde todo es rico, pero la pastelería se ha ganado un lugar especial en el corazón del barrio. La idea de abrir en Parque Patricios surgió del deseo de sus dueños de arraigarse en la zona sur, donde crecieron y viven, y seguir apostando por una identidad barrial fuera de los circuitos tradicionales - el primer local está ubicado en San Telmo. Son imperdibles sus tortas, que podés disfrutar en el lugar o pedir por encargo y llevártelas enteras.
Parque Patricios cultural: arte, comunidad y espacios creativos
La cultura va haciéndose paso en el barrio y lentamente van apareciendo cada vez más espacios integrales donde distintas disciplinas conviven entre sí. En la calle Iguazú se levanta cheLA (Centro Hipermediático Experimental Latinoamericano), un proyecto que transformó una vieja fábrica racionalista en un centro cultural dedicado a la intersección entre arte, tecnología y comunidad.
Con más de 5.000 m² de talleres, estudios y salas, conviven en este espacio residencias artísticas, laboratorios de fabricación digital - con impresoras 3D, corte láser y CNC - , performances interactivas y proyectos colaborativos.
Por su parte, a unas cuadras, en Inclán 2661, se alza Planta Inclán, una casa de producción cultural que funciona como teatro, cine, sala de música, bar y plataforma de formación y residencias artísticas. Nacida en 2017 a partir de la compra de un antiguo galpón gracias al apoyo del Instituto Nacional del Teatro, se consolidó como un nodo de creación independiente en el sur porteño. Su programación incluye artes escénicas, ciclos de cine de autor, danza y performance, y mantiene un fuerte vínculo con el barrio ofreciendo descuentos a vecinos y una sala virtual de acceso gratuito.

