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Suzanne Tenner
Suzanne Tenner

Twin Peaks en MUBI: antes de verla, leé esta nota

Una serie de culto que definió la TV. Esta guía te prepara para el viaje.

Valeria Massimino
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¿Quién mató a Laura Palmer? La pregunta que paralizó a toda una generación sigue latiendo, envuelta en niebla, café negro y sueños rojos. A 35 años de su estreno, Twin Peaks, la serie de culto creada por el genio inclasificable David Lynch junto al brillante guionista Mark Frost, regresa en gloria y misterio a la plataforma MUBI desde el 13 de junio. Allí están todos los episodios: las dos primeras temporadas de 1990, y TWIN PEAKS: A LIMITED EVENT SERIES, su hipnótica secuela de 2017 dirigida íntegramente por Lynch, un artista único que transformó la televisión con un lenguaje visual, emocional y simbólico imposible de imitar. Es la oportunidad ideal para (re)descubrir esta obra incomparable y sumergirse en el universo de Lynch con 30 días de prueba gratuita en mubi.com/timeoutba.

Entrar al universo de Twin Peaks es asomarse a la mente de Lynch: zigzagueante como el empapelado del Red Room, ominosa y a la vez, hermosa. No es solo una serie, es un estado mental. Cuanto más te adentrás, más te atrapa esa mezcla inestable de lo mundano con lo sobrenatural. Los bosques, la música de Angelo Badalamenti, la luz… todo importa. Capturar su esencia en pocas palabras es casi una utopía.

Hay algo en esa combinación difusa, como si Lynch y Frost hubieran licuado todos los géneros posibles y servido un cóctel oscuro, elegante y desconcertante. No sabés exactamente qué buscás, pero querés más. Y eso es lo que hace única a esta serie: desafía, incomoda, seduce… y no se parece a nada.

Hay series que se miran. Twin Peaks se habita. Se entra como en una casa ajena, pero que, de algún modo, te resulta familiar. Como una pesadilla en loop.

Esta guía con 10 claves no busca explicarlo todo. Solo darte herramientas para explorar lo descifrable... y, sobre todo, respetar lo que debe seguir siendo un misterio.

1. Marcó un antes y un después en la historia de la TV

Twin Peaks nació el 8 de abril de 1990, cuando ABC estrenó su episodio piloto y cambió para siempre la forma de hacer televisión. En apenas ocho episodios, Lynch y Frost crearon un fenómeno global: una serie extraña, hipnótica y profundamente adictiva que marcó el inicio de la "televisión como arte" mucho antes del auge del streaming, las plataformas y el binge-watching.

Como dijo el propio David Lynch: “Las ideas son como peces. Si quieres atrapar peces pequeños, puedes quedarte en la orilla; pero si quieres peces grandes, debes bucear más profundo.”

El dato: Twin Peaks fue pionera en crear una narrativa serializada con múltiples capas, que exigía a los espectadores un compromiso activo y una lectura casi detectivesca, algo revolucionario para la televisión de entonces.

2. No es una serie policial (aunque empieza como tal)

Todo comienza con el cuerpo de una joven, Laura Palmer, envuelto en plástico. Pero ese crimen es apenas un portal. Lo que sigue no es una investigación tradicional, sino un viaje a un mundo donde lo emocional, lo surreal, lo absurdo y lo metafísico se entrelazan sin pedir permiso. El asesinato es solo el punto de partida. Lo que importa es la atmósfera, lo que no se dice, lo que vibra en los silencios. Hay algo perturbador, casi hipnótico, en esa mezcla de géneros que no debería funcionar, pero funciona. Y cómo.

El dato: todo sucede en un pequeño pueblo llamado Twin Peaks, en el estado de Washington. Y este lugar es un personaje más, es parte fundamental de la serie, con secretos oscuros y personajes extraños.

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3. La primera temporada es un hechizo en ocho episodios

Solo ocho episodios bastan para instalar el embrujo: nada es claro, todo importa. Lo que comienza como una investigación policial (el hallazgo del cuerpo de una joven perfecta, que llevaba una vida repleta de secretos) pronto se deshace en símbolos, dobles sentidos, mujeres que lloran en cámara lenta y una maldad que no se puede nombrar. El crimen está, pero es apenas la puerta de entrada a algo más profundo, perturbador y onírico.

Lo inconcluso no frustra: te envuelve. Como en los sueños, no hay respuestas, pero sí atmósferas que se te quedan pegadas a la piel.

Sin redes sociales que amplificaran el fenómeno, y con una sola temporada, Twin Peaks hizo lo impensado: redefinió la televisión, convirtió lo raro en parte de lo masivo y demostró que lo oscuro y lo extraño también podían formar parte de la cultura pop.

El dato: después del piloto, cada episodio se rodó en apenas siete días, una proeza considerando su ambición estética. Aunque los exteriores se filmaron en el estado de Washington, gran parte de la magia nació en una antigua bodega reconvertida en estudio, en Venice, California. Ahí, entre muros falsos y luces tenues, se construyó el corazón de Twin Peaks.

4. Dale Cooper, el detective que no se parece a ningún otro

Un agente del FBI que medita, se guía por sueños, le habla a una grabadora y declara su amor absoluto por el café, cosas que, según David Lynch, él mismo adoraba. Dale Cooper no es solo el encargado de investigar el asesinato de Laura Palmer: es el corazón, la brújula moral y emocional de Twin Peaks.

Interpretado por un magnético Kyle MacLachlan, Cooper es un héroe atípico del F.B.I: intuitivo, sensible, con un costado místico que desarma todos los estereotipos del detective clásico. Donde otros buscan pistas, él escucha silencios. Donde otros interrogan, él sueña. Sería imposible imaginar Twin Peaks sin él. Cooper no solo investiga un misterio, sino que lleva el rol del protagonista a otro nivel.

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El dato: las visiones y sueños son la brújula secreta de Dale Cooper, su vía directa a lo oculto y lo inexplicable en Twin Peaks. Para Cooper, los sueños no son meros reflejos del subconsciente, sino puertas hacia otra realidad donde lo sobrenatural y lo psicológico convergen.

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5. El bosque, donde todo se quiebra

El bosque de Twin Peaks es un corazón oscuro, una metáfora viva del mal que se esconde bajo la calma aparente del pueblo. Una trampa para almas inquietas, donde la realidad se fragmenta y las reglas se disuelven, como si ese territorio hubiera chocado con un infierno más vasto que él mismo.

Allí ocurren cosas que no se dicen en voz alta: secretos susurrados entre los árboles, envueltos en una niebla que cala hasta los huesos. Es en ese bosque donde aparece Laura Palmer, envuelta en violencia y misterio, y donde se abren puertas hacia dimensiones que retuercen la lógica y el tiempo. Entre las sombras habita BOB, presencia oscura ligada a la enigmática Logia Negra, un secreto que acecha y transforma lo cotidiano en algo aterrador.

El dato: el bosque es donde lo tangible y lo invisible, se cruzan. Un territorio incómodo, lleno de verdades que nadie quiere enfrentar. Y como en las mejores historias, entender qué pasa ahí es aceptar que hay preguntas sin respuesta. La sombra nunca se revela del todo.

6. La música, parte del alma de la serie

En Twin Peaks, la música no adorna: habla, llora, presiente. Es otra voz, otro plano narrativo. Angelo Badalamenti compuso un score que no se escucha: se respira. Cada nota de sintetizador y piano parece venir de un lugar que ya no existe, o que sólo existe ahí, entre cortinas rojas y secretos susurrados.

Esa melodía parece salida de un sueño que olvidaste, pero que vuelve una y otra vez, como si alguien la hubiese tocado en una habitación cerrada hace años, solo para vos. Es como una púa que salta en un vinilo antiguo: no es un loop insistente, sino una súplica quebrada que atrapa la historia en una espiral sin fin, suspendida entre el recuerdo y el misterio.

El dato: Laura Palmer 's Theme, ese lamento que atraviesa la serie, nació en una sola toma. David Lynch le indicaba emociones: “ahora amor”, “ahora miedo”, “ahora desesperación”, y Badalamenti improvisaba en el piano sin detenerse. Así nació una de las piezas más icónicas y emocionales de la televisión, un sonido que se queda con vos.

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7. En la temporada 2, el misterio se expande y los símbolos se multiplican

La segunda temporada sigue la investigación de la muerte de Laura Palmer, pero la historia se expande mucho más allá del crimen: aparecen nuevas subtramas que exploran los secretos del pueblo y personajes que van desde lo entrañable hasta lo profundamente perturbador. Con 22 episodios, esta etapa crece en ambición y complejidad, aunque también se dispersa en líneas argumentales excéntricas y giros inesperados que pueden desconcertar.

David Lynch, ocupado en la promoción de Corazón Salvaje (1990), dirigió solo tres episodios claves — el primero, el séptimo y el final —, este último fundamental para entender el núcleo oscuro y simbólico de la serie. Como complemento esencial, Twin Peaks: Fire Walk With Me (1992) (película precuela y secuela a la vez) profundiza en los últimos días de Laura Palmer y conecta con el asesinato de Teresa Banks, aportando claves vitales para comprender la mitología y el destino del agente Cooper.

El dato: la historia secreta de Twin Peaks (Editorial Planeta, 2016), escrita por Mark Frost, anticipa temas centrales de TWIN PEAKS: A LIMITED EVENT SERIES y expande el universo con archivos y documentos ficticios.

8. Cada personaje importa, cada lugar tiene vida

En Twin Peaks, nada es decorativo. Cada rostro, cada rincón, cada objeto guarda una pista, una grieta, un eco. Audrey Horne no es solo una adolescente críptica: es una clave que nunca termina de abrirse. El Brazo (“el hombre de otro lugar”), con su voz invertida y gestos imposibles, parece salido de una pesadilla de Dalí. Y la mujer del tronco (The Log Lady), figura chamánica, traduce mensajes desde otro plano a través de su inseparable leño.

Incluso, los personajes secundarios sostienen el misterio: el leñador que aparece como un mal augurio, el Dr. Jacoby con sus lentes bicolores y obsesiones psicodélicas. Todos encarnan una parte del pueblo, una zona de sombra o de luz. Nada está puesto al azar. Algunos personajes se duplican, se desdoblan, tienen doppelgängers. Algunos no están vivos. O nunca lo estuvieron del todo.

Y los lugares no se quedan atrás. La famosa Habitación Roja, con su suelo en zigzag y cortinas de terciopelo, no es solo un ícono visual: es un espacio interdimensional donde el tiempo se deforma. Funciona como un umbral entre dos planos: la Logia Blanca y la Logia Negra, que representan las fuerzas del bien y del mal.

El dato: David Duchovny (El agente Fox Mulder en The X Files) aparece como el agente DEA Denise Bryson, un personaje que rompía moldes en los noventa.

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9. La tercera temporada no es solo una secuela, es arte puro

David Lynch y Mark Frost traen de vuelta el surrealismo puro y duro a la televisión. TWIN PEAKS: A LIMITED EVENT SERIES (2017) no es una continuación tradicional: es una experiencia sensorial, filosófica e inclasificable. Lynch, sin restricciones, nos entrega 18 episodios que arrancan 25 años después del final de la segunda temporada, con el agente Dale Cooper aún atrapado en la Logia Negra. La narrativa se expande como una dimensión paralela: hay thriller sobrenatural, crítica social, ciencia ficción, humor incómodo y escenas que parecen salidas de una galería de arte contemporáneo. Se suman nuevos personajes y regresan muchos del elenco original, siempre desde ángulos desconcertantes.

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Lo cotidiano se vuelve extraño, y lo fantástico, rutina. Lynch dirige y edita cada episodio con total libertad, destruyendo cualquier lógica televisiva. No es una temporada lineal ni fácil: es un laberinto que exige paciencia y entrega. Pero a cambio, ofrece momentos sublimes. TWIN PEAKS: A LIMITED EVENT SERIES redefine lo que una serie puede ser en el siglo XXI. No busca gustarte: quiere que te pierdas. Y si te entregas, no salís igual.

El dato: Naomi Watts contó que, cuando recibió el guión para su papel como Janey-E Jones, solo le dieron sus líneas. El resto estaba tachado. Lynch mantenía un hermetismo total para preservar el misterio incluso en el set.

10. En Twin Peaks no todo tiene sentido, y eso está bien

Twin Peaks se siente, se habita. La clave está en entregarse. No te da nada servido en bandeja. No busca agradar ni explicar. Es un terreno enrarecido, un suelo que exige interpretación.

El pueblo, con sus picos nevados, su café hirviendo y sus adolescentes quebrados, siempre guarda un secreto. El espectador lo intuye, lo siente cerca, pero no se va. Se queda. Porque parte del hechizo es entregarse al misterio.

Más que respuestas, Twin Peaks propone una experiencia sensorial, donde lo subjetivo pesa más que la lógica. Verla (o rever) implica detectar pistas, leer entre líneas y conectar símbolos. Lynch no busca explicarte nada: quiere que lo sientas. Y aunque ya la hayas visto, vas a encontrar algo nuevo. Porque nosotros tampoco somos los mismos. La sabiduría está en volver a mirar. Y en perderse un poco más.

El dato: cuando le preguntaron si Twin Peaks tenía un significado claro, Lynch respondió:
“A lot of things in life don’t make sense. That 's the beautiful thing.” (“Hay muchas cosas en la vida que no tienen sentido. Y ahí está lo hermoso”.)

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