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Fincas Patagónicas
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Qué son los vinos subacuáticos

Desde las montañas mendocinas hasta las costas patagónicas, dos bodegas se sumergen (literalmente) para criar vinos.

Julieta Poblete
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En los últimos años, la técnica de crianza subacuática —es decir, de dejar que el vino madure en el fondo de un cuerpo de agua— ha captado la atención de enólogos curiosos en distintas partes del mundo. Y Mendoza no se quedó atrás. La bodega Foster Lorca fue pionera en sumergir vinos en aguas dulces, más precisamente en el Dique Potrerillos.

Pero la historia no termina ahí. Aunque físicamente está en la Patagonia, la Bodega Wapisa también está ligada a Mendoza: forma parte de Fincas Patagónicas, compañía nacida en esta provincia cuyana. En esta nota te contamos cómo estos dos proyectos, con improntas diferentes pero unidos por la pasión por el vino, decidieron sumergirse en esta forma de crianza.

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Bodega Foster Lorca

Foster Lorca: vinos que nacen en las montañas y maduran bajo el agua

Todo comenzó como una idea entre amigos, una anécdota que luego se transformaría en una aventura enológica. En una salida de buceo al Dique Potrerillos (uno de los mejores lugares para pescar en Mendoza) sobraron unas botellas y alguien propuso dejarlas bajo el agua. Lo que en ese momento parecía una locura post asado, terminó por abrir la puerta a un mundo de experimentación sensorial: ¿qué le pasa a un vino cuando se guarda bajo el agua de un dique?

Foster Lorca se lanzó a la exploración en 2019, convirtiéndose en la primera bodega en hacerlo en aguas dulces. El equipo, motivado por el enólogo de la casa, comenzó bajando 60 botellas por año, con varietales distintos en cada expedición. Hoy, el experimento se convirtió en una práctica más establecida, aunque todavía se sumergen pocas botellas en las profundidades.

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Bodega Foster Lorca

Lo fascinante del proyecto no es solo el resultado final, sino también el relato que lo rodea. Las botellas se sumergen en el Dique Potrerillos, el mismo lugar de donde proviene el agua que riega los viñedos. La idea de “cerrar el círculo” (cultivar, regar y luego madurar el vino con el mismo entorno natural) es tan poética como innovadora.

Las botellas se sumergen en el Dique Potrerillos, el mismo lugar de donde proviene el agua que riega los viñedos

Pero, ¿qué cambia exactamente en el vino? Según Gonzalo Capelli, gerente general y quien estuvo presente en la primera expedición, las botellas submarinas conservan su color, pero transforman su perfil aromático y gustativo. Se vuelven más redondos, más armoniosos, y logran una concentración en nariz que sorprende incluso a los más exigentes. En boca, la amalgama de sabores es más intensa, compleja, sin perder frescura.

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Bodega Foster Lorca

Han probado con Petit, Malbec, blends, incluso con Chardonnay, entre otros, cuyos resultados son calificados como “una locura”, según Capelli. Las botellas se cierran con corcho tradicional, pero con una protección de cera. Algunos corchos pueden fallar, lo cual representa un riesgo contemplado dentro de la naturaleza experimental del proyecto.

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Hoy, estos vinos únicos se pueden conseguir exclusivamente en la bodega, en ediciones muy limitadas. El visitante no solo prueba un vino diferente, sino que se lleva una historia de aventura, naturaleza y exploración. “Queremos mostrar que el vino es un organismo vivo, y que la forma en que lo criamos cambia todo”, resume Gonzalo Capelli desde Foster Lorca.

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Bodega Foster Lorca

Bodega Wapisa: enología en las profundidades del Atlántico

Si bien Foster Lorca es pionera en sumergir vinos en agua dulce, en Argentina también hay otra bodega que lo está haciendo. Wapisa, bodega de la Patagonia parte de la compañía mendocina Fincas Patagónicas.

Antes de bajar la primera botella, el equipo realizó estudios ambientales, ensayos de impacto y colaboró con la Universidad del Comahue para estudiar cómo influirían la temperatura, la presión y el movimiento en el vino. El objetivo era llevar a cabo este experimento sin dañar el ecosistema. Así, sumergieron 1500 botellas, protegidas con corchos sellados en cera, en jaulas de acero inoxidable a 10 metros bajo la superficie del Océano Atlántico, más precisamente, en el Golfo San Matías.

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Fincas Patagónicas

Cabe destacar que esta crianza marina complementa la crianza tradicional en barrica y permite obtener un resultado único. Se estima que 3 años de envejecimiento en una bodega son equivalentes a 1 año bajo el agua, lo que subraya el impacto acelerado que tiene este entorno submarino sobre la evolución del vino. Tras ocho meses de inmersión, los vinos emergen con un perfil sensorial completamente nuevo: mayor expresión frutal, textura aterciopelada, taninos integrados y una complejidad aromática sorprendente.

Tras ocho meses de inmersión, los vinos emergen con un perfil sensorial completamente nuevo

El varietal elegido para sumergir fue el Malbec de la Finca San Javier, un viñedo patagónico que ya destacaba por su carácter. El mar potenció sus virtudes: color brillante, aromas más definidos y un final en boca prolongado y elegante. Hoy, Wapisa continúa explorando esta técnica con otros varietales, siempre en lotes pequeños y exclusivos.

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Fincas Patagónicas

La experiencia no termina en el vino: los visitantes de Las Grutas pueden vivir esta propuesta en carne propia. Mediante actividades organizadas con buzos profesionales, es posible visitar las jaulas submarinas y hasta "cosechar" su propia botella del fondo del mar. Una verdadera aventura enológica.

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