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En primera persona: los beneficios y desafíos de estudiar afuera

Los alumnos de la UCES cuentan por qué la experiencia de viajar e ir a la universidad en otro país “te abre la cabeza”.

Soledad Vallejos
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No se trata solo de acumular créditos en una universidad extranjera. La experiencia de hacer un intercambio estudiantil en otro país es la oportunidad perfecta para “abrir la cabeza”, generar amistades en la otra punta del mundo, conocer distintas culturas, incorporar nuevas costumbres a la rutina y también nuevos platos favoritos al menú. Según los propios alumnos, cursar un cuatrimestre en otro país puede sentirse como “años” de aprendizaje condensado.

Algo así como un “máster intensivo en la vida adulta”, donde además del upgrade académico también se da un salto de calidad en áreas de la vida cotidiana, cuestiones que tienen más que ver con resolver imprevistos y tomar decisiones de manera 100% autónoma: desde tener que ir al hospital solo, pagar el alquiler todos los meses y hasta la aventura de planear un viaje en modo low cost por toda Europa.

Time Out conversó con cuatro jóvenes de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) que se atrevieron a cruzar el Atlántico y cuentan su experiencia.

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UcesGianluca Sorrentini con un amigo chileno en San Mateo, una de las fiestas típicas de Cuenca.

Gianluca: del flechazo en Madrid al aterrizaje en Cuenca

Para Gianluca Sorrentini, estudiante de Comunicación Social de la UCES, la decisión fue impulsiva: una escala de un día en Madrid, en un viaje realizado el año pasado, fue suficiente para enamorarse de la capital española y pensar en la posibilidad de hacer un programa de intercambio.

“Apenas volví a la Argentina mandé el formulario de inscripción y los documentos requeridos para iniciar el trámite”, explica. “Fueron dos meses de espera, de octubre a diciembre, hasta que me llegó un mail diciendo que ya tenía una vacante reservada”. Y aunque sus dos primeras opciones eran Madrid o Toledo, aterrizó finalmente en Cuenca, en la Universidad Castilla-La Mancha, para continuar con los estudios de grado en Periodismo. Hoy, a casi un mes de haber empezado la experiencia, dice Gianluca, “está feliz”.

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UcesEl equipo de fútbol intercultural del que forma parte Gianluca.

El ritmo de vida en esta ciudad, famosa por sus casas colgantes y con un caso histórico que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, parece diseñado para el intercambio estudiantil: la residencia donde se aloja, con pensión completa, queda a solo doce minutos a pie del campus universitario. Y esta comodidad, asegura Gianluca, es lo que le permite enfocarse en lo más rico de la experiencia: “lo social”.

Lleva poco tiempo en Cuenca, es cierto, pero asegura que forma parte de la cultura local, que la oferta de actividad es tan grande que no tiene "momento para aburrirse". La clave, asegura, es que todos están en la misma sintonía. “Además, como los viernes no hay clases, todas las semanas se organiza la noche de los jueves universitarios, con un montón de opciones para salir. Y la ubicación de la residencia en la que estoy es ideal, porque está solo a cinco cuadras del centro y el casco antiguo”.

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Algo que todavía es un pendiente, confiesa, es probar el famoso queso manchego de la región. “Pero toda la gastronomía local es muy buena, incluso los vinos, que probé uno y me gustó”. También, cuenta Gianluca, son típicos los platos de mar, y “la paella está buenísima”.

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UcesJulia, con su gorrita para el sol y su amiga Clara, en la Ciudad de las Ciencias y las Artes.

Julia: la conversión en adulta en Valencia

Julia López Cortés Díaz viajó a Valencia para estudiar Dirección de Negocios, y su experiencia fue una lección práctica de vida. Al menos, así lo resume la joven estudiante de la UCES, oriunda de la provincia de Santa Fe, que viajó a España para estudiar en la Universidad de Valencia, una casa de estudios pública con un extenso campus, Los Naranjos, que además de excelencia académica ofrecía deportes como tenis, básquet y un gimnasio súper equipado por una cuota “económica”.

Julia cuenta que desde el inicio del intercambio estudiantil se sintió muy cómoda, porque a pesar de que las aulas eran enormes y había más de 50 alumnos, una característica que contrasta con la sede santafesina de UCES, la dinámica académica le resultó muy similar, y tanto ella como sus compañeros se sintieron acompañados por los profesores. El dato curioso, agrega Julia, es que “allá no existen los parciales, sólo exámenes finales tipo multiple choice, donde las respuestas incorrectas, además, restaban puntos”.

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UcesVivió en un piso compartido con su compañera argentina y dos chicas españolas.

¿Qué se trajo en la valija de regreso a la Argentina? Ningún objeto ni souvenir ocupó tanto espacio en su equipaje como el enriquecimiento personal: "Crecí muchísimo", asegura. Julia vivió en un piso compartido junto con una compañera argentina y dos chicas españolas, y tuvo que aprender a hacer todo por su cuenta: desde cocinar, pagar el alquiler, lavar ropa y platos hasta ir al hospital sola.  "Me enfermé bastante feo y tuve que ir a tres hospitales yo sola, hablar con los médicos, hacer los trámites y arreglarme sola", insiste. La experiencia también la llevó a romper con su rutina y a abrirse socialmente. “Hice muchísimos amigos de distintas culturas, italianos y españoles pero también de otros países”, cuenta Julia. Además, aprovechó la cercanía entre fronteras del mapa europeo para viajar y recorrer. “Muchos viajes low cost, solo con mochilita y pasaporte en mano. Fue espectacular”, reconoce.

Hice muchísimos amigos de distintas culturas, italianos y españoles pero también de otros países

Si bien el intercambio estudiantil finalizó en mayo pasado, la estudiante confiesa que, entusiasmada con los viajes y dos voluntariados que hizo en España y Portugal, postergó su regreso a la Argentina hasta el mes de agosto. “Obvio que hubo momentos donde extrañaba a mi familia, especialmente el asado de los domingos. Pero cuando alguien me pregunta por el intercambio siempre digo que vale totalmente la pena. Lo recomiendo sin ninguna duda porque es una experiencia única", concluye.

Cuando alguien me pregunta por el intercambio estudiantil siempre digo que vale totalmente la pena
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UcesEn Madrid, con su nueva amiga mexicana, Susana, compañera de estudios y salidas.

Ilan, el profesional del futuro en Madrid

Ilan Jaraz es estudiante de Marketing en la UCES, y cumplió su deseo de hacer un intercambio estudiantil en Madrid antes de recibirse. Para él, la experiencia en la Universidad Camilo José Cela fue doblemente enriquecedora, académica y socialmente. Y con esta afirmación como estandarte, la historia de Ilan se pone en sintonía con la del resto de los estudiantes consultados por Time Out. Todos coinciden en un punto: el crecimiento personal que les aportó el viaje.

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“La verdad, no conocía Europa, y tuve la oportunidad de vivir y estar en contacto con la cultura en el día a día y fue genial. Visité museos, probé la gastronomía local, fui a charlas, exposiciones -detalla Ilan-. Hice nuevos amigos y conocí a gente de todo el mundo. Llegué a Madrid en enero y volví en junio de este año. Fueron seis meses que se sintieron como años de aprendizaje”.

Fueron seis meses que se sintieron como años de aprendizaje
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UcesUna postal que tomó Ilan de la casa de altos estudios Camilo José Cela.

Un punto clave en la formación, señala el joven, fue la inmersión en las herramientas tecnológicas. Aprendió sobre el uso avanzado del Chat GPT, algo que en Europa, dice, está mucho más desarrollado. “Tuve la suerte de tener profesores muy capacitados que compartían puntos de vista que capáz uno no tenía. Fue un viaje muy intenso y es una experiencia que le recomiendo a todo el mundo. Estoy seguro que todo lo que aprendí me va a servir como profesional, y como persona”, concluye.

Estoy seguro que todo lo que aprendí me va a servir como profesional, y como persona
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UcesDe visita en Plaza España, el lugar más lindo de Sevilla según Tomás.

La influencia de “Ocho apellidos vascos” y la alegría sevillana

Tomás Weihmuller tiene 26 años y estudia Relaciones Públicas e Institucionales en la UCES. Emprendió su intercambio estudiantil el año pasado con el objetivo de fusionar el desarrollo profesional con la experiencia de los viajes. Aunque evaluó varias opciones en diferentes países, su interés principal fue España por el idioma, y la Universidad de Sevilla su primera opción de aplicación, y su destino final.

¿Por qué Sevilla? “Vi una película que se llama Ocho apellidos vascos y que me influenció mucho -dice entre risas-. Retrata muy bien la cultura sevillana, la cultura andaluza, del sur de España, donde viven de manera alegre y se asemeja mucho a cómo somos los argentinos, amigueros y divertidos, y la contrapone con la cultura vasca, que es mucho más seca”.

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UcesComo buen fanático del fútbol, Tomás visitó el campo de juego Benito Villamarin, es estadio mítico del Betis.

La experiencia del intercambio resultó ser, como en todos los casos, muy buena y enriquecedora, con el plus de haber compartido el viaje junto a su novia, que estaba en Sevilla haciendo un máster. Tomás destaca que la estancia en Europa le "abrió mucho la cabeza" gracias al contacto con gente de otros países, a la posibilidad de conocer otras tradiciones y diferentes modelos de pensamiento. “Conviví con españoles e italianos, y algunos pocos latinoamericanos con la excepción de la comunidad uruguaya, que tenía mucha presencia. También tuve compañeros alemanes y polacos, y con ellos te das cuenta que el choque cultural es más fuerte, y por eso mismo también muy enriquecedor”.

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UcesTomás en el supermercado de Sevilla, junto a una máquina que enfría latas en 30 segundos.

En cuanto a la gastronomía, Tomás ya sabía con qué iba a encontrarse gracias a sus viajes previos por Europa. “Me encanta la tortilla de patatas, como dicen ellos, el jamón ibperico y la paella”, describe. “Y como teníamos una vecina italiana aprendimos mucho sobre pastas”. Además de viajar por el sur de España, cruzó a Marruecos, en África, donde también. dice, experimentó un gran choque cultural por la predominancia de la religión musulmana y sus tradiciones. “Es lo que más me gusta de los viajes, estar en contacto con otras realidades, costumbres y formas de vida”, refuerza. Incluso, en el ámbito deportivo. “Participamos de un torneo de fútbol donde quedaron muy claras las diferencias culturales. Los sudamericanos vivimos cada pelota como si fuera la última, con un fervor que los europeos no tienen”.

Por qué vale la pena un intercambio estudiantil

Más allá del destino, los testimonios de los alumnos de la UCES coinciden en algo: estudiar en otro país transforma la manera de aprender, de vincularse y de entender el mundo. El intercambio estudiantil no solo mejora el perfil académico y profesional, sino que también enseña a ser más independiente, flexible y abierto a lo nuevo. Una experiencia que, como dicen todos ellos, “vale totalmente la pena”.

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