El gen es parte fundamental de los proyectos y algo que siempre debería estar presente. Esa primera inspiración que llevó a sus dueños a tener una idea, que después se hizo realidad, es lo que puede determinar su éxito.
En el caso de Malloy’s, uno de los restaurantes más lindos del Bajo San Isidro (Sebastián Elcano 1723), ese primer chispazo fue algo con lo que todos podemos identificarnos fácilmente: los lugares que uno extraña cuando vuelve de viaje. Un proyecto que nace de un sentimiento común y poderoso como es la nostalgia, no puede tener otro destino que ser exitoso.
"La inspiración salió de esos lugares: decks de madera con vista al río y mucha vegetación, palmeras y mesas al aire libre. Nos propusimos replicar eso en plena costanera de San Isidro. Y lo que al principio fue un guiño a los paradores de playa, terminó siendo parte del alma de Malloy’s”, explica Felipe “Conejo” Bourel, uno de los socios del proyecto.
Lo que al principio fue un guiño a los paradores de playa, terminó siendo parte del alma de Malloy’s

La ubicación de Malloy’s es inmejorable para eso: su primer local está ubicado en el Bajo San Isidro con vistas imperdibles del río y los mejores atardeceres. Un planazo para escapar un poco de la ciudad, comer algo rico y quizás quedarte a la tarde en algunos de sus sillones al aire libre para disfrutar del paisaje.
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“La idea fue crear un lugar que te saque de la rutina apenas llegás. Queríamos que fuera un restaurante, pero también una experiencia: que estés en San Isidro, pero que sientas que podrías estar en la playa”, agrega.
La idea fue crear un lugar que te saque de la rutina apenas llegás

Y la verdad que el concepto está en cada rincón: las paredes de Malloy’s tienen palmeras, los techos lámparas de rafia y la barra exterior está cubierta de paja, simulando un chiringuito de playa. Hay mesas al aire libre, ideal para disfrutar de algo rico acompañado de los diferentes sabores de cerveza Imperial.
"El gran diferencial es esa sensación de vacaciones, con buena comida, una vista al río increíble y una ambientación pensada para relajar. Es un spot para venir a desconectar, de día o de noche”, detalla.

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Qué se come en Malloy´s
Las opciones son muy variadas y para todos los gustos: desde carnes asadas, pastas, pescados y hasta sushi -si estamos de vacaciones queremos comer lo que más nos gusta y eso se respeta-. De las entradas, uno de los más elegidos son las rabas y de los principales las ribs laqueadas con barbacoa que salen con papas fritas y coleslaw.
Otra posibilidad es llegar a la tardecita y disfrutar de las promos especiales a la hora del té que puede ser café con medialunas o una picada para dos para compartir con dos cervezas Imperial. La tabla trae diferentes fiambres, quesos, aceitunas, pimientos encurtidos y frutos secos.
“La gente valora mucho el ambiente: se siente relajado, con buena energía. Vienen en plan amigos, pareja, familia o incluso solos a tomar algo con vista al río.”, explica Bourel.
La gente valora mucho el ambiente: se siente relajado, con buena energía

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Un bar de playa en Costanera Norte
Desde enero de este año, Malloy’s tiene una nueva sucursal en Costanera Norte, más precisamente en Punta Carrasco, donde la fórmula se repite: vistas imperdibles del río, atardeceres inolvidables y una ambientación que te hace viajar a cualquier bar de playa.
Al igual que su primer local, Malloy’s Costanera tiene también un deck de madera sobre el río, sillones para descansar, una carta muy variada y una propuesta de cócteles imperdibles.

“La mayoría de las personas que vienen nos dicen que se quedan más de lo que esperaban, y que siempre encuentran una excusa para volver. Esa conexión emocional con el lugar es lo que más nos enorgullece”, finaliza Bourel.
Esa conexión emocional con el lugar es lo que más nos enorgullece
La nostalgia que generan los viajes y los lugares donde la pasamos bien hoy tiene algo cotidiano para expresarse: un bar de playa, con buena música y atardeceres increíbles a pocos kilómetros de Buenos Aires.