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10 restaurantes con la mejor relación precio-calidad de Buenos Aires

Opciones para comer rico, abundante y en un lindo ambiente, sin tener que endeudarse hasta el cuello.

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Buenos Aires está viviendo un momento espectacular en materia gastronómica. No paran de abrir restaurantes nuevos y muchos de los clásicos se vienen consolidando con su clientela fiel. Lo bueno es que hay una gran variedad de opciones para elegir que se adecúan a todo tipo de bolsillo. En esta nota seleccionamos una mezcla entre restaurantes nuevos y no tan nuevos, que destacan por la relación precio calidad.

Esos lugares donde te vas a sentar, vas a comer bien, vas a recibir una buena atención, te vas a sorprender por los sabores y, a la hora de la cuenta, ¡no vas a transpirar tanto! La relación precio calidad no implica comer “barato” o regalado. Salir a comer de por sí ya requiere de un presupuesto que algunas veces puede ser consolidado un lujo. En junio de 2025, un cubierto promedio de $30.000/35.000, si la experiencia es completa y lo vale, puede ser nominado a ser considerado en esta lista.

1. Tony Wu

Comer “chino” suele asociarse con platos abundantes y precios bajos. Muchos recuerdan “El Cantón” sobre Av. Córdoba, como un clásico de salida barata y “distinta”. Pero los tiempos cambiaron, y surgieron nuevos restaurantes chinos con una propuesta más cuidada. Uno de ellos es Tony Wu: bajo el concepto de cantina moderna, José Delgado y Thomas Nguyen fusionaron la cocina china tradicional con la que emigró a Estados Unidos. A esto, le sumaron guiños vietnamitas de Nguyen y la experiencia de Delgado (owner de varios restaurantes de comida asiática como Saigón, CangTin y Yakinilo). En pocas palabras es un street food de autor que revoluciona el paladar.

El dato: el cubierto promedio ronda los $40.000. Buena relación precio/calidad. Si podés, animate al “pato rostizado”. En Tony W la idea es pedir para compartir y la experiencia lo vale.

Dónde: Loyola 851.

2. Olla7

La versión “bodegonera” del reconocido Ácido viene a aportar su granito de arena para que termine de arrancar la gastronomía neoporteña; la identidad que le falta a Buenos Aires para consolidarse como polo gastronómico mundial por fuera de la parrilla.

La propuesta de Olla7 se inspira en la cocina cocoliche: ese cruce único entre las influencias de Italia y España con la profunda nostalgia porteña, reflejo de la gastronomía criolla argentina que se nutre fuertemente de la influencia inmigrante. Olla7 eleva este espíritu rescatando recetas con técnica depurada y utilizando productos de calidad y de estación.

La milanesa cómo símbolo porteño, las papas fritas con una técnica envidiable, las nuevas croquetas de mejillones con futuro de clásico son algunos de los platos que destacan en la carta. La nueva propuesta de Nicolás Tykocki, Dalila Vázquez y Tadeo Peréz reafirma el reconocimiento que acaban de recibir de parte de la Guía Michelin por su búsqueda de la armonía precio-calidad.

El dato: Nicolás Tykocki tiene 27 años y fue distinguido por la Guía Michelin 2025, como “Mejor Chef Joven”.

Dónde: Charlone 999.

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3. MN Santa Inés

MN Santa Inés es de esos lugares que generan militancia. Fuera de los circuitos gastro, es un circuito en sí mismo. Excusa perfecta para conocer en la isla de La Paternal si no sos del barrio. Distinguido como Bib Gourmand por la Guía Michelin 2025, por su gran relación precio-calidad, el proyecto de Jazmín Marturet revivió una panadería abandonada y le dio alma.

La carta cambia cada semana, pero el formato se mantiene: sopa o ensalada, una pasta, un plato proteico y una opción vegana. Todo con sabor a cruce de fronteras, entre lo latino y lo asiático, siempre con criterio y sin perder el rumbo.

El dato: recomendamos probar el rogel y/o la pavlova del lugar, dos postres logradísimos. Para tener en cuenta: solo está abierto en el horario del almuerzo.

Dónde: Ávalos 360.

4. Casa Luis

Por alguna extraña razón, el barrio de Caballito es de los pocos que quedan sin vivir un boom gastronómico. Tiene buenos lugares sueltos, pero no ha formado un polo específico. Incipientemente, la zona alrededor de la cancha de Ferro comienza a mostrar cositas. Es el caso de Casa Luis, abierto en el otoño de 2025. Una propuesta de tapeo bien al estilo madrileño.

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La búsqueda de dos amigos llamados Matías de replicar la clásica tapería tuvo una rápida aceptación en la zona y siempre se lo ve lleno. La carta es clásica y los sabores son bien conocidos por los porteños: croquetas ibéricas, tortilla de papas con alioli, huevos rotos, chistorra a la sidra y varios pinchos. El salón está preparado para tener alta rotación, pocas mesas, mucha barra y la idea es que funcione como un encuentro de amigos. Con $25.000 por persona uno se puede ir satisfecho.

El dato: hay que estar atentos a la agenda del local, suelen organizar noches de flamenco ocupando la vereda y armando un lindo clima con un tintillo de verano en mano.

Dónde: Mendez de Andes 1002.

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5. 29noventa

En una casona señorial de dos plantas, cuidadosamente restaurada, 29noventa se propone —desde hace un año— convertirse en un clásico del barrio. El proyecto, liderado por Esteban y su familia, tiene una idea clara: ofrecer una experiencia cómoda, cercana, y con sabor a casa. Cada ambiente está pensado para invitar a quedarse, desde los livings con sillones mullidos hasta una carta que interpreta el paladar porteño sin caer en la nostalgia.

El menú apuesta a los hits del bodegón (milanesas, pastas, carnes y entradas clásicas), pero con giros sutiles y un toque de autor que evita lo previsible. La cocina no tiene apuro: acá se viene a disfrutar con tiempo. Gran lugar para volver a probar la suprema a la maryland.  Precio promedio por persona: alrededor de $30.000.

El dato: el pastel de papa braseado, cocido por más de tres horas, es la verdadera vedette de la carta. Vale la visita solo por eso.

Dónde: Echeverría 2990.

6. Barra Chalaca

Bueno, bonito y barato. Barra Chalaca es de esos lugares que cumplen a rajatabla la regla de las tres B. La idea de Gastón Acurio de bajar la alta cocina peruana al formato callejero sigue dando resultados y es el lugar ideal, tanto para el que se inicia esta gastronomía como para el experto en ceviches, chaufas y tiraditos.

Es un viaje directo a las barras cevicheras de las afueras de Lima. Se puede entrar al menú por cualquier lado. Arrancar con un tiradito mixto de pescados y mariscos, seguir con empanadas picantes de langostinos y cerrar con lomo saltado tradicional. La relación precio/calidad es excelente. Se puede comer por unos $30.000 (aunque si te vas tentando duplicás tranquilamente el cubierto).

El dato: sugerimos preguntar cuál es la pesca del día y pedir el chucuito acompañado de un Curatodo (un mocktail a base de hierba Luisa, manzanilla y piña).

Dónde: Arévalo 1392, Montañeses 2599.

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7. Montañeses Restaurante

Gran parte de la identidad gastronómica porteña se encuentra en los buffets de clubes barriales e instituciones de colectividades. En este listado, que busca una buena relación entre precio y calidad, vale destacar el del Centro Montañés que ya lleva un siglo abierto. De origen cantábrico, su gastronomía viaja por todo España y tiene su refuerzo argentino en los detalles.

Es de esos lugares que podés recomendar a cualquier tipo de comensal, nunca te va a dejar mal. Cuenta con un salón prolijo, con vistas a las canchitas deportivas, techos altos, mesas de madera, y adornado con cuadros y mapas. En las entradas hay 12 tortillas para elegir, se destacan las croquetas de langostinos y las gambas al ajillo. Entre los principales la paella es un clásico y la cazuela de mariscos es un gran plato para compartir.

El dato: la tortilla rellena de milanesa de peceto es descomunal. Compartís ese plato, pedís un tinto de verano, la cuenta y te vas feliz habiendo gastado unos $22.000 por cabeza.

Dónde: Jorge Newbery 2818.

8. Condarco

Ubicado en el nuevo polo gastronómico conocido como Villa Crespo Atlanta, Condarco es ese lugarcito que buscás cuando querés comer rico, al paso y a buen precio. Un cálido bistró basado en productos de estación y en un par de clásicos que los hacen sin fisuras.

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La carta entra en media carilla y no le sobra nada: todo lo que está, vale la pena. La tortilla de papas vuela, igual que el sándwich de milanesa de lomo, que ya fue varias veces elegido entre los mejores de la ciudad. También hay pesca curada y papas fritas triple cocción que no se quedan atrás. De postre, un key lime pie impecable. Y para acompañar, una carta de vinos chica pero bien elegida.

El dato: en Condarco tenés que seguir muy de cerca la pesca del día y el curry amarillo de langostinos, dos platos que van mejorando y mejorando con el tiempo.

Dónde: Av. Dorrego 901.

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9. Carmen de Boedo

El secreto mejor guardado de Boedo que sus fanáticos no quieren que trascienda. Lo lamentamos por ellos, pero Carmen de Boedo no puede faltar en un listado sobre precio/calidad. Cocina casera que le rinde culto a la mezcolanza. Al frente de la cocina familiar está Matías D’Aquino quien apuesta por platos sencillos pero bien pensados, con buenos productos y combinaciones que sorprenden.

El hit de la casa son los sándwiches, y no es verso: están entre los mejores de la ciudad. Hay para todos los gustos, desde una clásica milanesa de nalga hasta una burger de cordero con halloumi, cebolla y perejil, o un pastrón ahumado y otro de pollo agridulce (igual estén atentos porque la carta cambia todo el tiempo. Todo está puesto al servicio del sabor, en un lugar que se corre de la pose y pone la comida en el centro.

El dato: en tu primera visita pedí el sándwich de pollo frito. ¡Insuperable!

Dónde: Castro 1635.

10. Puchero

La joyita de la lista en cuanto a precio-calidad. Desde Villa Luro, Puchero viene ganando cada vez más fanáticos con su propuesta de bodegón moderno. Una cantina con mucha onda, donde la comida casera es la gran protagonista. En la carta brillan platos como la milanesa de bife de chorizo a la napolitana, la lasaña casera o el pastel de papas con osobuco braseado: clásicos reconfortantes, con una vuelta de tuerca.

Fiel al espíritu bodegonero, apunta directo a la nostalgia: sabores de casa, bien ejecutados, que abrazan el paladar sin caer en lugares comunes. En el primer piso funciona un bar speakeasy donde la carta se centra en tapas y cuenta con una cava donde organizan catas especiales. Una experiencia completa que rejuvenece a un barrio que de a poco comienza a crecer como polo gastronómico.

El dato: la entrada de chipá con molleja es sorpresiva y muy lograda, un imperdible para una primera visita. El cubierto, sin pedir de más, ronda los $30.000.

Dónde: Av. Rivadavia 10300.

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