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Planes cozy para disfrutar del invierno porteño

Chocolate caliente, fondue, vinilos y librerías: ideas cálidas para días fríos.

Pilar Passamonte
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Buenos Aires se pone irresistible en invierno con planes que invitan a abrigarse bien, caminar por la ciudad y entrar en calor con comida rica, espacios acogedores y propuestas que abrigan el alma.

Desde librerías donde quedarse horas hojeando libros, hasta chocolate caliente con churros, noches de tango, pool o fondue. Esta guía reúne planes cozy para disfrutar el invierno porteño con estilo. Una mezcla de salidas culturales, experiencias gourmet y rincones que parecen diseñados para cuando baja la temperatura.

Y si te quedás con ganas de seguir explorando, seguí a Visit Buenos Aires y descubrí más experiencias que no sabías que necesitabas.

1. Comer churros con chocolate caliente a La Giralda

Hay placeres invernales que no necesitan presentación. Y el combo chocolate caliente + churros en La Giralda es, sin dudas, uno de ellos. Esta joyita del centro porteño conserva su espíritu desde 1951: espejos tallados, estantes con botellas de todo tipo, muebles de antaño y un mostrador de madera.

Si vas por la tarde podrás disfrutar de una merienda bien porteña. Sin embargo, si el antojo te agarra al mediodía, hay también opciones para almorzar. En invierno, cuando el cuerpo pide algo dulce y calentito, es casi obligatorio dejarse caer por alguno de sus dos locales y regalarse un ratito sin apuro.  Tienen dos sucursales: la primera y legendaria sobre Avenida Corrientes y la recientemente inaugurada en el Mercado de San Nicolás.

Dónde: Corrientes 1453 y Av. Córdoba 1750 (Mercado San Nicolás).

2. Recorrer el Malba y quedarte a comer en Coronado

¿Planazo de invierno? Ir al MALBA, perderte un rato entre obras icónicas y terminar almorzando en Coronado, el nuevo hotspot gastronómico dentro del museo. Su cocina se inspira en clásicos argentinos y productos estacionales, con una mirada contemporánea a cargo de Martín Lukesch. La ambientación acompaña: elegante pero relajada, con vista al parque y una barra con foco en coctelería (Martini lovers, atentos).

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La carta incluye cafetería de especialidad y un detalle original: bandejas de vinilos custom en el centro del salón para musicalizar por las noches. Arte, diseño, buena comida y un mood ideal para refugiarse del frío. ¿Hace falta más?

Dónde: Av. Figueroa Alcorta 3415.

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3. Visitar El Ateneo Grand Splendid y tomar un café entre libros

Hay lugares que no necesitan presentación. Pero igual nos dan ganas de contarlos. El Ateneo Grand Splendid es mucho más que una librería: es una joya arquitectónica, un paseo cultural y un refugio perfecto para los días fríos. En esta lista te dejamos otras librerías fascinantes de Buenos Aires.

Recorrer sus tres pisos es un viaje en sí mismo -con estanterías infinitas, frescos originales y una cúpula majestuosa-. No obstante, el rincón que más abriga es el del antiguo escenario, donde ahora funciona una confitería con sillones, café caliente y vista privilegiada al corazón del salón. Ideal para ir solo, con un libro nuevo bajo el brazo, o para compartir una charla lenta entre cortinas rojas y páginas abiertas.

Dónde: Av. Santa Fe 1860.

4. Disfrutar de un locro en Raíces Cocina Casera

Hay platos que abrigan más que un pulóver. Y el locro de Raíces Cocina Casera es uno de ellos. Espeso, humeante y lleno de sabor, tiene ese poder de detener el tiempo. Como mencionamos en la Guía Time Out de Buenos Aires & Bares, está entre los mejores de Buenos Aires -y cada cucharada lo confirma-.

No es solo una comida: es una escena de invierno. Sentate, agarrá la cuchara y dejate llevar por ese calor que va del plato al pecho. Un planazo para reconectar con lo casero, con lo simple, con lo que realmente reconforta.

Dónde: Crisólogo Larralde 3995.

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5. Visitar el Teatro Colón

Pocas cosas se comparan con entrar al Teatro Colón - acá te dejamos su programación para 2025 - y sentir cómo te envuelve la historia, la acústica y la belleza de uno de los teatros más importantes del mundo. Monumental y majestuoso, su sala principal está considerada entre las mejores en acústica a nivel global.

Y aunque ver una ópera, un ballet o un concierto en vivo, allí es una experiencia que roza lo sublime, el recorrido guiado por el edificio también vale cada paso: mármoles, vitrales, terciopelos y leyendas que se respiran en cada rincón. Recomendamos chequear la cartelera antes de ir, tanto para ver alguna función como para saber los días y horarios de visitas guiadas, y precios actualizados.

Dónde: Cerrito 628.

6. Merendar a la Confitería La Ideal

Ingresar a La Ideal es sentirse parte de la belle époque porteña. Reinaugurada en 2022, conserva su cúpula de 60 vitrales y esa atmósfera que solo se consigue cuando cada detalle está cuidado. Una merienda ahí es un viaje al pasado, con estilo y distinción.

Los tostados salen perfectos y son un must de este bar notable: crocantes, fundidos y sabrosos. Acompañalos con un café calentito bajo la cúpula luminosa. No es solo comer: es tomarse un rato para uno, dejar el mundo afuera y sentir que el tiempo merece una pausa.

Dónde: Suipacha 384.

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7. Disfrutar de una cena alrededor del fuego en Fogón Asado

No es una parrilla. Es un ritual. En Fogón Asado el fuego es el protagonista de una experiencia sensorial que eleva la tradición del asado argentino con un giro contemporáneo. Sentarte en la barra -literalmente alrededor de la parrilla- te permite ver de cerca cada técnica, cada corte, cada detalle. Acá no hay mesas: todo sucede frente al fuego, con una copa en la mano y el aroma irresistible de la carne de pastura cocinándose a pocos metros.

La experiencia, que forma parte de la Guía Michelin 2024 y 2025, es a puerta cerrada, con menú fijo de degustación y lugares limitados. Requiere reserva anticipada y puntualidad, porque todo arranca al calor de las brasas. Ideal para una noche intensa, íntima y 100 % argentina.

Dónde: Gorriti 3780 y Uriarte 1423.

8. Jugar al pool en Los 36 Billares

Hay lugares que no pasan de moda. Que tienen historia en las paredes y magia en el aire. Así es Los 36 Billares, un bar notable de esos que le hacen honor a la palabra. Fundado en 1894, en plena Avenida de Mayo, mantiene viva su arquitectura de época y su espíritu bohemio.

En el subsuelo, lejos del ruido, funciona una de las mejores salas de pool y billar de la ciudad, con mesas restauradas de más de 120 años y ese clima de partida lenta, mirada concentrada y fichas que suenan.

¿El dato curioso? Su nombre viene del fabricante de las mesas originales. Hoy hay 8 de billar y 9 de pool profesional, y hasta podés tomar clases si querés aprender a jugar como un profesional. Pero también podés simplemente ir a pasar una noche distinta, en un bar con historia, con cafés y vermús como los de antes, y esa mezcla única de encanto porteño y deporte con estilo.

Dónde: Av. de Mayo 1271.

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9. Ver tango y folclore en La Ventana Tango

Si hay una postal perfecta de Buenos Aires, es la de una noche de tango. Y La Ventana Tango es una de las mejores formas de vivirla. En pleno corazón de San Telmo, este conventillo histórico restaurado es el escenario de un show con toda la mística porteña: tango, folclore, música del altiplano, boleadoras, orquestas en vivo y bailarines que hacen vibrar el piso.

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El espectáculo cuenta con 32 artistas en escena, incluyendo dos orquestas típicas (una de ellas es la mítica Gran Orquesta de Juan D’Arienzo), un quinteto, cantantes, bailarines de tango, un conjunto folclórico y un ballet que mete zapateo y pasión al estilo argentino. Antes del show podés sumar una clase de tango o una degustación de vinos, y la experiencia incluye una cena gourmet de tres pasos.

Dónde: Balcarce 431.

10. Escuchar vinilos y tomar una copa en bimbi-nilo

En el corazón del barrio porteño de Recoleta, bajando unas escaleras discretas, aparece bimbi-nilo, un listening bar que parece salido de una película setentera. Luz baja, sillones cómodos, copas que tintinean suave y una bandeja girando un disco de jazz, soul o alguna rareza musical exquisita. Es un plan perfecto para el invierno: íntimo, sensorial, cálido.

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La música suena en vinilo, cuidadosamente curada por los dueños o por DJs y selectors invitados. El sonido es una joya: equipos de alta fidelidad, parlantes legendarios y una acústica pensada para que todo fluya como en una vieja sala de escucha. La carta suma coctelería de autor y una linda selección de vinos. bimbi-nilo no es solo un bar, es un mood.

Dónde: Pagano 2750.

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11. Patinar sobre hielo en Margal

Si alguna vez patinaste en Winter, vas a entender la magia de Margal. En ese mismo lugar -sí, el mismo- ahora podés volver a ponerte los patines y revivir esa adrenalina de girar, caer (un poco) y reírte mucho. Solo que ahora quizás vuelvas con tus hijos, con tus amigos o con una cita. Porque sí, el hielo siempre tiene algo romántico, hay que admitirlo.

La pista está abierta todos los días desde las 13hs., y no hace falta reservar. A partir de las 15hs., también abre la cervecería artesanal, que suma un extra tentador: birra tirada, hamburguesas y algunas opciones para picar. Y, cuando cae la noche, la pista se enciende con luces y música fuerte. ¡Fiesta sobre hielo! Si vas con peques, lo ideal es llegar más temprano y aprovechar la calma.

Dónde: Yerbal 1617.

12. Degustar una fondue gourmet en La Fondue Restaurant Palermo

Hay noches de invierno en las que no hay mejor plan que sentarse alrededor de una olla caliente. Y en La Fondue cada mesa parece una escena de película: pinchos que se hunden en una mezcla cremosa de quesos estacionados, charlas largas, vino tinto y pan crocante. 

Este rincón de Palermo tiene ese aire cálido de almacén gourmet -jamones colgando, pastas italianas, conservas premium- y sirve la fondue clásica con gruyere, fontina y un toque de kirsch, pero también hay versión con cerveza negra -más intensa- y una fondue de chocolate con frutas y dulces que es simplemente irresistible.

Dónde: Seguí 4674.

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