Vivimos en un momento en que el mercado laboral está atravesado por la tecnología, la automatización y la inteligencia artificial. Las empresas empezaron a mirar con más atención algo que no aparece en un diploma: las soft skills, o “habilidades blandas”.
¿Qué son las soft skills y para qué sirven?
Se trata de habilidades humanas, como la comunicación, la empatía, la adaptabilidad, la resiliencia o el pensamiento crítico, que se volvieron decisivas para diferenciar candidatos que saben lo mismo en términos técnicos. En este contexto particular las organizaciones necesitan personas capaces de trabajar con otros, resolver problemas complejos, gestionar emociones y adaptarse a entornos cambiantes.
Para quienes están estudiando en la universidad, este escenario plantea una ventaja: muchas de estas soft skills pueden entrenarse desde lo académico, incluso antes de la primera experiencia laboral formal. La vida estudiantil está llena de espacios donde se ponen en juego estas competencias, desde los trabajos grupales hasta las prácticas profesionales o los proyectos interdisciplinarios. En UCES (inscripciones, aca) el desarrollo de habilidades blandas forma parte del proceso formativo tanto como los contenidos técnicos.
En los avisos de trabajo ya no alcanza con “manejo de Excel” e “inglés avanzado”. Con más frecuencia, las búsquedas hablan de trabajo en equipo, adaptabilidad, o inteligencia emocional. Y no es una moda pasajera: a medida que la tecnología automatiza tareas, las habilidades humanas ganan terreno.
Distintos informes globales sobre empleo muestran que las soft skills van a ser decisivas de acá a 2030. Pero la pregunta clave para cualquiera que está estudiando es otra: ¿se pueden entrenar desde la facultad? ¿Y cómo influye la misma en ese proceso?
Las soft skills que más buscan las empresas rumbo a 2030
Del lado de las búsquedas laborales, el cambio ya se nota. La Mg. Liliana Guarnaccia, directora de la carrera de Recursos Humanos de UCES, cuenta que hoy las empresas miran mucho más que el CV técnico. “Se sigue haciendo foco en la comunicación clara y asertiva, capacidad para pedir ayuda a tiempo y gestionar frustración e incertidumbre. El pensamiento crítico ha tomado relevancia con el uso de la inteligencia artificial que requiere mucha supervisión ‘con criterio’ sobre sus respuestas”.
El pensamiento crítico ha tomado relevancia con el uso de la inteligencia artificial que requiere mucha supervisión ‘con criterio’ sobre sus respuestas
A esto se le suma aquello vinculado a la gestión de las emociones y al trabajo con otros, respecto a lo cual Guarnaccia expresa que “también se destaca el reconocimiento y la regulación de los estados emocionales y del ego, es decir, la inteligencia emocional. El trabajo en equipo ya no se limita a ‘colaborar’: hoy implica coordinar tareas en entornos híbridos, con individuos que muchas veces no se conocen en persona. En este contexto, la adaptabilidad y el aprendizaje continuo son claves”.
La responsabilidad digital como nueva competencia clave
De acuerdo con este encuadre, ella misma asegura que algunas frases que hoy se escuchan en los procesos de selección de personal son muy elocuentes. Según Guarnaccia, en este punto es donde aparecen empresas que dicen “no me importa si no sabe hacerlo, quiero alguien que lo aprenda rápido y sin problemas”. Es aquí donde destaca la capacidad de aprender junto con una nueva competencia: la de la ética y la responsabilidad digital. “Estas competencias se requirieron siempre, pero la vertiginosidad de los cambios tecnológicos, la automatización, la IA y el surgimiento de nuevos perfiles laborales hacen muy necesarios la adaptación a lo nuevo y el estado de aprendizaje continuo”.
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A partir de lo mencionado, señala la experta, cambió también la forma en la que se elige a los candidatos. Ya la selección no es un filtro meramente técnico, sino que ahora también observa más el “cómo” de cada experiencia (cómo lo hiciste, cómo lo aprendiste, etc).
La selección de personal no es un filtro meramente técnico, sino que ahora también observa más el “cómo” de cada experiencia (cómo lo hiciste, cómo lo aprendiste, etc)
Es así que, si bien las habilidades blandas no reemplazan aquello que es técnico, terminan inclinando la balanza. “Las soft skills hoy definen desempate o continuidad. Es muy probable que una organización pueda resignar algún grado de conocimiento técnico si no encuentra el postulante ideal, pero seguramente no avanzará si no posee las competencias blandas del perfil”, concluye la especialista.
Cómo se entrenan las soft skills desde la universidad
Muchas de las habilidades que hoy aparecen en los avisos de empleo se empiezan a practicar bastante antes de enviar el primer CV. En el aula, por ejemplo. El Lic. Ezequiel Domínguez, psicólogo clínico y del trabajo y docente en UCES, cuenta que buena parte de su trabajo como profesor tiene que ver justamente con eso: crear situaciones parecidas a las del mundo laboral.
Domínguez destaca que, en sus materias, son habituales los trabajos prácticos grupales, las dinámicas de role playing, las presentaciones en equipo o la resolución de casos entre varios. Al principio, admite, muchos estudiantes se resisten: cuesta organizarse, ponerse de acuerdo o resolver diferencias. Pero detrás de ese “ruido” hay una intención: que vivan experiencias similares a las que se van a encontrar después, donde también hay que coordinar, negociar y llegar a acuerdos con personas diversas.
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Según el Licenciado, estas prácticas buscan fortalecer la empatía, la resiliencia y la comunicación efectiva, competencias que considera “fundamentales para la productividad, el buen desempeño y la empleabilidad, entendida como la capacidad de adaptarse y mantenerse vigente en el trabajo”. Y remarca que no se trata solo de aprender contenidos, sino de aprovechar el aprendizaje colaborativo: en clase se aprende del programa, pero también del intercambio con los demás.
Trabajo en equipo y comunicación efectiva: competencias que marcan la diferencia
El contexto laboral actual, en cambio permanente, vuelve todo esto todavía más importante. Para Domínguez, la resiliencia es clave porque permite sobreponerse a las dificultades, adaptarse a los cambios y aprender incluso de las experiencias negativas. En esa misma línea, subraya que muchas personas llegan al trabajo atravesando problemas de salud mental, duelos, separaciones o enfermedades, y que esa carga emocional suele expresarse también en el cuerpo. Cuando un equipo tiene empatía e inteligencia emocional, dice, puede ofrecer un apoyo social fundamental entre compañeros.
Cuando un equipo tiene empatía e inteligencia emocional puede ofrecer un apoyo social fundamental entre compañeros
La comunicación ocupa un lugar central en toda esta trama. No se trata solo de hablar, sino de escuchar activamente y de registrar gestos, posturas y miradas. En clase y en talleres, Domínguez suele repetir que “las palabras tienen el poder de destruir o de construir”, y que sin estas competencias no hay trabajo en equipo ni cooperación posible.
La universidad como laboratorio de habilidades blandas
Más allá de lo que pasa en clase, UCES viene diseñando espacios específicos para que los estudiantes puedan poner en juego estas competencias en contextos reales. Sebastián Foglia, representante de Relaciones Institucionales, cuenta que la idea es trabajar el liderazgo, el trabajo en equipo y la comunicación desde distintos frentes. “Desde UCES promovemos experiencias académicas, institucionales y extracurriculares orientadas al desarrollo de habilidades blandas clave, tales como el liderazgo, trabajo en equipo, comunicación efectiva”, resume.
En la práctica, eso se traduce en talleres, diplomaturas y jornadas profesionales; prácticas profesionales y pasantías en empresas e instituciones; simulaciones y distintas formas de concursos, ferias y actividades institucionales. Todo ese ecosistema funciona como una especie de entrenamiento paralelo al aula, donde los contenidos se cruzan con desafíos concretos, tiempos acotados y otras formas de vincularse.
La Universidad también impulsa con fuerza la interacción entre facultades y el contacto con el entorno social y productivo. Desde Relaciones Institucionales mencionan actividades territoriales, visitas a colegios, campañas de prevención, acciones de bienestar comunitario y ferias educativas, además de la participación en rondas de negocios, eventos regionales y propuestas en sedes del interior. Según Foglia, “estas acciones amplían el perfil profesional del estudiante, integrando teoría y práctica, y potenciando competencias esenciales para el mercado laboral actual”.
En conjunto, subraya, estas experiencias hacen que los alumnos de UCES se gradúen con una formación más integral y práctica, alineada con lo que hoy está pidiendo el mercado laboral, pero también con lo que necesitan los equipos de trabajo para funcionar de manera más humana.
Creatividad, estrategia y organización: el combo que buscan las empresas
Más allá de los diagnósticos y los informes, la experiencia de quienes están por recibirse muestra cómo se ven las soft skills en la vida real. En el caso de Oriana Patanchon, estudiante de Comunicación Social en UCES, las que más la ayudaron fueron su “creatividad natural, la proactividad y aprender a organizarme estratégicamente”. Siempre se sintió “la persona de las ideas”, pero en su primera experiencia en una agencia entendió algo clave: “la creatividad sin estrategia se queda a mitad de camino”. Su gran aprendizaje fue saber cuándo frenar, escuchar primero y proponer después, analizando el contexto y entendiendo al cliente antes de largar ideas.
La UCES, cuenta, fue un buen campo de pruebas para eso. Patanchon recuerda especialmente el foco en el “hacer”: los talleres de radio y televisión, con estudios profesionales reales, la obligaron a gestionar la presión, equivocarse en un entorno cuidado y resolver sobre la marcha. También valora el trabajo con docentes que llevan su experiencia de campo al aula y la oportunidad de ser ayudante de cátedra, algo que le permitió afinar el análisis y la responsabilidad frente a otros.
Si tuviera que darle un consejo a alguien que recién empieza, diría que la carrera va a ser “un constante proceso de prueba y error, y que eso es positivo”. Para Oriana, “las habilidades técnicas (como usar Photoshop o CapCut) cambian cada seis meses y se aprenden con un tutorial. Pero las habilidades blandas cómo liderar, empatizar o comunicar, se desarrollan con la práctica y la reflexión”.
La carrera va a ser un constante proceso de prueba y error y eso es positivo
Cómo entrenar hoy las soft skills que vas a necesitar en 2030
Si algo queda claro después de escuchar a la comunidad de UCES es que las soft skills no son un extra decorativo del CV, sino el corazón de la vida profesional que viene. Y no aparecen de golpe en el primer trabajo: se van armando de a poco, en cada trabajo en grupo, en cada devolución de un docente, en cada vez que se pide ayuda.
Entrenar la empatía puede ser tan simple como escuchar de verdad cuando alguien del equipo habla. Trabajar la resiliencia tiene mucho que ver con aceptar el error, pedir feedback y volver a intentar. Mejorar la comunicación implica escribir más claro, animarse a exponer y aceptar que las devoluciones también son parte del aprendizaje.
El 2030 parece lejano, pero las habilidades necesarias para ese entonces probablemente ya estén en práctica hoy, entre pasillos de la facu, parciales, prácticas profesionales y proyectos compartidos. O, como sintetiza Oriana: “La técnica te hace competente, pero las habilidades blandas te hacen indispensable, te permiten crear tu propio diferencial y te ayudan a destacar”.

