1. Grapin: restaurante vegetariano en San Telmo


La historia de Grapin arranca en 1907, cuando se levantó una casona en pleno San Telmo que más de un siglo después fue restaurada por completo para dar vida a este restaurante vegetariano que ya celebra su primer año de vida. Detrás del proyecto está Lenny Lennon, un neozelandés criado en Londres y radicado en Buenos Aires hace más de 20 años, que encontró en San Telmo su lugar en el mundo. De ese amor nació Grapin, un espacio que combina cocina de autor con el pulso vibrante del barrio.
En el menú destacan entradas como el fritto misto (tempura de vegetales con alioli de kimchi), el paté de hongos (en un profiterol con pickles de cebolla, cilantro y eneldo) o el cremoso de girasol. Los principales son las verdaderas estrellas: la lasaña a la chapa con ragout de hongos y bechamel; los gnocchi soufflé de garbanzos con ricotta ahumada y tomates quemados y las milanesas de gírgolas, que llegan con fetuccini de albahaca y huevo frito. Para el final, la carta de postres propone opciones que cambian con las estaciones. Entre ellas, ya se volvió clásico “Silvia”, una creación que combina coulis de frutos rojos y remolacha, ganache de chocolate blanco y yogur, frutas frescas y merengue.
La propuesta va mucho más allá de la carta: hay happy hours con tablas de quesos artesanales, noches con DJs en vivo para cenar con ritmo, bartenders invitados y catas de vinos. Todo en un clima relajado que mezcla la bohemia de San Telmo con un aire cosmopolita. Grapin es, en definitiva, un rincón que celebra la cocina vegetariana desde el sabor y la creatividad, pero también desde la experiencia: un lugar para quedarse, brindar y dejarse llevar.
Dónde: Bolívar 938.