Las mejores parrillas de Buenos Aires

Comenzaron con un local en Palermo y terminaron abriendo uno en Filipinas (y en más de 13 lugares del mundo, Madrid, Barcelona y Miami, entre otros). Supo también figurar entre los mejores 50 restaurantes de Latinoamérica. Creada por el parrillero Gastón Riveira en 2001, su golpe maestro fue darle tanta relevancia a las guarniciones como a las carnes, que se presentan en cazuelitas acompañando cada plato. 

El dato: usan los mejores cortes de las razas Hereford y Aberdeen Angus.

Dónde: José A. Cabrera 5099, Palermo.

Nació como un almacén de ramos generales y bodegón español, en 1953, y a principios del siglo XXI, tras un cierre de dos años, reabrió con un propuesta en la que la carne tiene más relevancia en el menú. Los cortes se maduran entre 15 y 21 días para ganar redondez y sabor.

El dato: sí o sí hay que pedir el T-bone y el Tomahawk.

Dónde: Gurruchaga 1406, Palermo.

Una parrilla que te obliga a hacerte habitué. Cero hypeada y casi desconocida, tiene buenos precios y buena materia prima y ofrece en un ambiente tranquilo y de barrio, en una esquina de Chacarita. Para entrar, hay que tocar el timbre. Todo está correcto. Las mollejas, la tira de asado y las papas fritas con provenzal para acompañar el desfile de cortes de carne.

El dato: de casi todo se puede encargar media porción, lo que te permite probar más.

Lunes a sábados, de 12 a 15hs y de 20 a 23hs.

Dónde: Villaroel 1201, Chacarita.

Vamos a ser sinceros, en Cauce de los Fuegos se puede comer de todo, no es una mera parrilla. Sin embargo, en este restaurant ubicado en Puerto Madero dominan los fuegos a la perfección y asan las carnes, como pocos en Buenos Aires.

Recomendamos ir por el ojo de bife, la picaña o el bife de chorizo. Los tres pesan 500 gramos cada uno y son una locura. Sino, optar por el asado Emperador, que consiste en una costilla entera, asada en leña y carbón durante seis horas a fuego lento. 

El dato: las guarniciones merecen mención aparte. Se puede optar por unas crujientes papas fritas o por un acompañamiento más gourmet como unas gírgolas asadas o unas zanahorias orgánicas con una base de yogur griego, menta y pepino.

Dónde: Alicia Moreau de Justo 440, Puerto Madero

Con un nombre tan recordable como la calidad de sus mollejas de corazón, El Pobre Luis es una de las parrillas icónicas de Buenos Aires. Inaugurada por el parrillero uruguayo Luis Acuña, tras su muerte la heredó su hijo Luis. Cuenta con un salón decorado con guirnaldas de camisetas de fútbol de todo el mundo  (más de 400) y fotos deportivas. Además de las mollejas, son famosas sus pamplonas, de las que han llegado a vender unas 40 cada día: se trata, ni más ni menos, que de una pieza de carne (lomo, cerdo o pollo) envuelta en la tela crepiné que recubre la panza del cerdo y que se rellena con queso, jamón, morrón y especias. En el Pobre Luis llega a la mesa con un irresistible color dorado que se lo da una cocción de 10 minutos en cada uno de sus cuatro lados.

Todos los días el fuego se prende puntual y con quebracho a las 6 de la tarde.

El dato: la parrilla destaca por una particularidad, es una de las pocas de la ciudad que en lugar de ladrillos refractarios, tiene un piso de arena y tierra, que se cambia cada enero. “Eso le da un sabor particular, un sabor más ahumado. También, te da más temperatura para trabajar”, nos cuenta uno de sus parrilleros.

Dónde: Arribeños 2393, Belgrano.

Favorita de turistas y paseantes del barrio de San Telmo, en su rústico y sencillo salón se mixturan acentos de varias procedencias, desde el año 1994. Las porciones son generosas y la relación precio calidad, muy lograda. Entre los cortes que ofrecen destaca el bife de chorizo.

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El dato: otro imperdible: ¡el choripán!  Servicio amable y bien predispuesto.

Dónde: Defensa 855, San Telmo.

Es el típico sitio en el que al mediodía paran los taxistas. Tiene una ventana a la calle, para esos despachos fugaces, y un salón con unas seis o siete mesas para quienes disponen de más tiempo, siempre con la tele encendida y con capas geológicas de humo. Inevitable no salir con olor a comida en la ropa.

El dato: ¿qué diferencia a El Litoral de otros establecimientos similares? El magnífico sandwich de bondiola con gustito alimonado que muchos ponderamos como el mejor de la ciudad. Es sustancioso, con varias capas de cerdo tierno y crocante que viene en un pan blanco tipo flauta tostado apenas. Consejo: Agregar mucha provenzal y chimichurri antes del primer bocado.

Lunes a sábados, de 11 a 1hs.

Dónde: Moreno 2201, San Cristóbal. 

Es un asador famoso en las afueras de la ciudad, más exactamente en Jose León Suarez. Si la incluimos aquí es porque su fama está bien ganada y amerita el viaje hasta allí. Comenzó en los años ochentas como el puesto de choripanes al paso de Oscar Bopp (el “entrerriano”, fallecido en 2021) y se convirtió en un emporio de la carne, por el que cada fin de semana, pasan más de dos mil personas.

El dato: el local es enorme: una buena opción es sentarse en la barra y pedir, por supuesto, la famosa carne cocina al asador (en estacas) a la leña. El vacío es una maravilla.

Todos los días, de 11 a 16hs. Sábados, también por la noche.

Dónde: Av. Brig. Gral Juan Manuel de Rosas 1391, José León Suárez. 

Algunos la conocen como “La esquina”, otros como “Parrillita Buena”. Como sea, es célebre en la zona de Belgrano y cada mediodía (solo abre para el almuerzo) rebosa de clientes. Muy sencilla, con toldos verdes y blancos y algunas mesas de plástico en la vereda, destaca por sus sándwiches a muy buen precio: de vacío, de bondiola, de matambre, y, por supuesto, también un choripán o un chinchupán (su famoso sándwich de chinchulines). Funciona hace casi treinta años en la misma esquina.

Martes a domingos, de 12 a 15.30hs.

Dónde: Miñones 1902, Belgrano. 

Inaugurada en 1982, Peña es una parrilla que jamás pierde vigencia; podríamos decir imperecedera, y que aman, tanto los locales, como los turistas. No hay tanto adorno. Lo que ves es lo que es: mozos y parrilleros con muchos años de oficio, un salón austero, dividido en dos pisos, y un par de detalles encantadores: el que más, la empanada frita de cortesía (muy buena) con la que te reciben ni bien te sentás.

El dato: el ojo de bife es el corte a pedir, sale en el punto exacto. Papas correctas y un flan con dulce de leche y crema de colección.

Todos los días, de 12 a 16hs y de 19 a 0hs.

Dónde: Rodríguez Peña 682, Centro. 

Difícil decir algo nuevo de Don Julio. Acaba de consagrarse como el mejor restaurante de carnes del mundo por segundo año consecutivo, en el ránking World’s Best Steak Restaurants. Fue a comer Lionel Messi, tras salir campeón con la Selección Nacional en la Copa Mundial de Fútbol de Qatar y es la única parrilla del mundo con una estrella Michelin.

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De una parrilla de barrio Pablo Rivero logró ser ¡uno de los restaurantes que más facturan en el mundo! El producto es la estrella y no solo en lo que tiene que ver con la carne de pastura que utilizan, también en los vegetales, quesos y vinos.

Dónde: Guatemala 4699, Palermo.

Parrilla con carnicería propia, que, desde que abrió en 2018,  se ubicó entre las mejores de la ciudad. Amplia, luminosa y moderna, es un gran lugar par ir en grupo. La carne, de pastura, es de una calidad superior. Pero a nosotros nos gustan especialmente sus chorizos, por su variedad, originalidad  y manufactura: uede haber, por ejemplo, uno de pollo, cerdo, curry verde, cilantro, menta, albahaca y jengibre, otro de jalapeño, punta de asado, papada de cerdo, provolone, cilantro y perejil o uno italiano de puro cerdo con semillas de hinojo y aperitivo, entre varias opciones.

El dato: al frente de Corte Comedor, se encuentran dos eminencias en el rubro cárnico: el cocinero Santiago Garat y el charcutero Cesar Sagario.

Lunes a jueves, de 12 a 15.30hs y de 19 a 23hs, viernes y sábados hasta las 0hs, domingos solo mediodía.

Dónde: Olazábal 1391, Belgrano.

Cumplidora y prolija, así podríamos definir a esta parrilla de esquina, que abrió en un barrio en el que faltaban opciones del estilo. Las mesas más lindas están en la vereda y los días de sol. Tienen pocos cortes, bien ejecutados.

El dato: recomendamos, en particular, su tira de asado.

Todos los días, de 20 a 0hs. Viernes, sábados y domingos, también mediodías.

Dónde: Av. Córdoba 6401, Chacarita. 

Es muy pequeña, por lo que suele tener una larga fila de comensales esperando en la vereda. En general son turistas, que llegan buscando algunos de sus cortes icónicos, como el bife con hueso a la parrilla, una pieza que proviene de los propios animales que el cocinero Germán Sitz cría a campo abierto en las tierras de su familia, en el sur de la provincia de Buenos Aires y en La Pampa.

El dato: recomendamos sentarse en la barra, para observar la experiencia por completo.

Otro hit: la molleja.

Dónde: Thames 2317, Palermo.

Era una más de las parrillas con buena relación precio-calidad de Buenos Aires hasta que Robert De Niro la pisó y la colocó en el mapa. Locación de la serie de Star, “Nada”, desde entonces, su concurrencia y fama se agrandó. Es pequeña y abundan las referencias mangueras a Carlos Gardel, Tita Merello, Enrique Santos Discépolo, y su dueño desde hace más de 30 años es Omar Escudero.

El dato: la especialidad de El Rebenque es el bife a caballo, un bife de chorizo de 900 gramos de ternera Angus con dos huevos fritos por arriba.

Dónde: Matheu 24, Balvanera.

Su choripán está muy bien, pero no vamos a negarlo: la razón número uno para poner en el listado a La Glorieta de Quique es su inmejorable locación: justo frente a la imponente cancha de Boca Juniors. Una experiencia para el recuerdo y la foto. Pintada de azul y amarillo y colmada de fotos de exjugadores, tiene más de medio siglo de historia. La abrió Quique, un carnicero y verdulero fanático de Boca y la continuó su hijo, Luis.

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El dato: además del choripán, recomendamos el lomito con chimichurri casero.

Dónde: Brandsen 810, La Boca.

Así como La Glorieta de Quique es “bostera” (de Boca Juniors), el Secretito es de Racing, otro de los grandes clubes de Argentina. La relación entre la carne y el fútbol es fraternal. Escondida en el primer piso de una propiedad de Palermo, es muy sencilla y frecuentada por grandes grupos de amigos (muchos después de jugar un partido). No tiene cartel en la puerta y está herméticamente cerrada tras unas rejas azules: imprescindible tener reserva.

Desde que abrió sus puertas en 2004, su especialidad es el costillar con más de cuatro horas de cocción y también el bife de chorizo de 800 gramos. 

El dato: el plato estrella es el ojo de bife de 1 kilo y cinco dedos de altura. Luego de cortarle las puntas, la carne restante se cocina sobre una parrilla de losa, con caños (no en V) unos 45 minutos para quedar a punto jugoso. Aunque la mayoría de los clientes lo piden cortado mariposa. Otros recomendados de la parrilla son la entraña, el churrasquito de cerdo y el bife de chorizo.

Dónde: Dorrego 2720, Palermo.

Sus orígenes se remontan a los años sesenta y están rodeados de brillos, glamour y celebridades. Vivió la época de gloria de los “carritos de la costanera”, restaurantes ubicados frente al río de la Plata y era frecuentado por artistas y músicos emergentes. Hoy, manejado por los hijos del matrimonio que lo abrió, tiene la categoría de clásico.

El dato: recomendamos su clásico asado banderita, tiras finas que corresponden al centro de la castilla del animal.

Dónde: Av. Costanera Rafael Obligado 7030.

Tiene 35 años de historia y hace once mil cubiertos por mes. Don Zoilo es un fenómeno que atraviesa modas y generaciones: fundada por dos amigos en el barrio de Villa Crespo, casi siempre tiene fila en la puerta. Además, su salón es impecable, con manteles blancos y mozos con moño y las carnes se maduran a la vista, entre 45 y 60 días.

El dato: la entraña, el asado de tira y el ojo de bife son los cortes más pedidos.

Dónde: Av. Dr. Honorio Pueyrredón 1406, Villa Crespo.

Funciona en el jardín de un hotel 5 estrellas, el Four Seasons Hotel, y está comandada por una mujer parrillera, Patricia Ramos. Su salón ubicado en una especie de invernadero, todo de vidrio, se presta para un almuerzo extendido de fin de semana. Sin apuros. Esos días se enciende el asador a la leña y el menú es family style: se sirve para compartir al medio de la mesa, como en una casa.

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El dato: tienen un menú especial con carnes regenerativas, 100% de pastura, entre los que hay T-Bone de medio kilo, ojo de bife y bife de costilla.

Dónde: Posadas 1086, Recoleta.

Abrió a fines de de 2021 en una preciosa esquina de Villa Crespo, pero bastante alejada de los circuitos gastronómicos más habituales.  Apostó a una estética prolija y cuidada y a un estilo de carne no tan común: la Wagyu -raza originaria de Japón que destaca por su terneza y jugosidad. La usan para charcutería, empanadas o los cortes que terminan en la parrilla.

El dato: uno de sus dueños, Juan Barcos, es pionero en la crianza de Wagyu en campos de Entre Ríos.

Dónde: Rojas 1600, Villa Crespo.

La particularidad de esta parrilla de San Telmo, inaugurada en 1992 por el mendocino Hugo Echavarrieta, es su trabajo con el fuego. “Yo trabajo con el calor de los hierros, no con las brasas”, sostiene. A las 9 de la mañana se prende y hasta las cinco de la tarde aguanta. Nunca se aviva ni se le agrega más carbón. Solo él sabe los grados justos que tiene que alcanzar el hierro para asar sin quemar. 

Los cortes y las achuras se sirven a distinto tiempo, en platos calientes, se cambian cada vez. Hay clientes que van por sus famosos chinchulines de cordero, otros por sus mollejas o por su ojo de bife.

El dato: por La Brigada han circulado desde estrellas de la música como Bono y Sting hasta figuras de la política como la exmandataria de Brasil, Dilma Rousseff y Mariano Rajoy, exprimer ministro de España. ¿El objetivo principal? Ver en vivo el show estelar de cada turno: el momento en que los mozos cortan la carne con el cabo de la cuchara.

Dónde: Estados Unidos 465, San Telmo.

“Un lugar bien argentino”, se autodefine este emporio de la carne asada ubicada sobre antiguos terrenos ferroviarios (de ahí su nombre), a pocos metros de la cancha de Vélez Sarsfield, en el barrio de Liniers. Su menú de parrilla libre cuenta con una legión de fans (recibe casi mil clientes por noche) y permite probar desde mollejas, cordero, lechón, chivito, asado ancho (con una cocción de más de cinco horas) hasta una provoleta completa, una de las especialidades de la casa.

Dónde: Av. Reservistas Argentinos 219, Liniers.

El chef Nacho Trotta es un maestro manejando el fuego. En Bestia, en zona norte, tiene un yakitori, un kamado y una parrilla que acaba de agrandar, un autentico paraíso para los carnívoros. ¿Qué pedir? El ojo de bife o el costillar ahumado y laqueado que acaban de reincorporar al menú.

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El dato: si se va en grupo, se pueden pedir animales enteros para compartir, por ejemplo el cochinillo de la casa.

Dónde: Primera Junta 702, San Isidro.

Punto de encuentro para los que salen de bailar o de una fiesta con ganas de comer algo, lo más loable de esta famosa parrilla de Villa Ortuzar, es que jamás te va a dejar tirado: abre las 24 horas, todos los días del año. Así es: solo cierra para Navidad y Año Nuevo. Fundada hace más de 30 años, se convirtió en un clásico que convoca famosos, taxistas y demás habitantes de la nocturnidad.

El dato: el choripán y el sándwich de vacío con salsa criolla o chimichurri es lo que hay que pedir, seguido por el sándwich de bondiola.

Dónde: Av. Álvarez Thomas 2101, Villa Ortúzar.

¿Parrilla glam? Tal vez se podría definir así a Asadero, cuya estética está más emparentada con la de un restaurante más bien cool y elegante, que con la de una clásica parrilla. Techos altos, mesas y sillas de diseño y una cocina con ahumadero, horno de barro y parrilla: trabajan con carne de primera calidad.

El dato: para empezar, hay que pedir la txistorra con fainá y orégano fresco y para seguir el T-bone para dos personas, el asado banderita o la entraña.

Dónde: Corrientes 400, Olivos.

Mezcla de speakeasy y de parrilla, Rufino se esconde en el subsuelo de un hotel de Recoleta. Un salón a media luz, con un gran mural con la imagen de una vaca, conforman el ambiente. La cocina está a la vista. Para empezar, hay que pedir la empanada de humita y los perfectos morrones rellenos de cebolla y tres quesos. Pero la verdadera estrella es el asado de seis horas, tan tierno que se corta con tenedor.

El dato: de postre, sí o sí, pedir el cremoso de chocolate con sal.

Dónde: Av. Pres. Manuel Quintana 465, Recoleta.

Es uno de los sitios favoritos de los turistas brasileños: un asador enorme y elegante con una terraza frente al dique de Puerto Madero. Desde hace cuatro generaciones producen su propia carne en campos de la provincia de Buenos Aires, que asan en una parrilla acristalada a la vista. Es el lugar para probar chinchulines, bife de costilla y, sobre todo, la picaña, sabroso corte del cuarto trasero de la vaca, que no es moneda frecuente en otras parrillas.

El dato: merece una mención aparte su impactante carta de vinos, que le valió varias veces el premio Wine Spectator.

Dónde: Av. Alicia Moreau de Justo 516, Puerto Madero.

Cocina a la leña, carnes maduradas, platitos con vegetales de estación, vino argentino. En Somos Asado no se consideran una clásica parrilla, sino un lugar para compartir alimento tratado con fuego. Se encuentra en un local alargado y algo escondido de Palermo, con un patio lleno de plantas.

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El dato: Pedir el  asado de costilla en salsa BBQ casera, el ojo de bife madurado 30 días y el Porterhouse.

Dónde: Av. Raúl Scalabrini Ortiz 651, Palermo.

El de la parrilla rutera es un concepto bien argento: hay cientos sobre las rutas nacionales y provinciales de todo el país (por ejemplo en Dolores, camino a Mar del Plata). Pero acá te vamos a recomendar una en Duggan, a una hora y media de la ciudad. Se llama Rancho el Tata lo de Castillo, lleva más de sesenta años con el fuego encendido y sus dueños en la atención al público.

El dato: recomendamos arrancar con unas empanadas tucumanas cortadas a cuchillo y con limón y luego respetar la recomendación del parrillero, que jamás se equivoca.

Dónde: Ruta 8 km 133.